Vallejo
Vallejo
Juan Carlos Fangacio

El cursor hace clic y en la fría y plana pantalla se abre el archivo PDF con un conjunto de páginas que provoca tener entre manos. Una a una se despliegan las hojas amarillentas, perforadas para el anillado, repletas de manchas y huellas dactilares, en las que, sin embargo, el trazo a lápiz es casi siempre legible. No importan las tachaduras, rayones o anotaciones en los márgenes. 

Lo que uno lee con asombro inevitable son los versos a puño y letra de un tal César Vallejo, el señor que nació en Santiago de Chuco y murió en París con aguacero. Manuscritos que revelan la obsesión de un perfeccionista: líneas sinuosas y flechas que desplazan adjetivos, preposiciones y hasta versos completos de un lado a otro del poema; complejos trazos que parecen sacados de viejos planos de un arquitecto indeciso. 

“La totalidad de los manuscritos presentados son inéditos”, dice Enrique Ballón Aguirre (Arequipa, 1940), el estudioso de la obra vallejiana que acaba de sacar a la luz este tesoro oculto de la literatura nacional en una edición diplomática titulada Manuscritos poéticos de César Vallejo. Su interés por los textos del vate nació en 1967, cuando era alumno del semiólogo francés Roland Barthes, nada menos. Con los años, sus investigaciones se expandieron y llegó a contactar en Lima a Georgette de Vallejo, la viuda del poeta, quien le dio acceso al acervo que ella misma conservaba entre fólderes y sobres en su departamento de la avenida Arequipa, en Miraflores. 

Fue finalmente en 1978, y a través de una misiva fechada el 25 de octubre, que Georgette le cedió a Ballón los manuscritos que ahora podemos conocer. Apenas 27 días después, según relata él, Georgette trató de bajar sola las escaleras de su departamento y sufrió una trombosis cerebral que la postró con una hemiplejia durante seis años, hasta el día de su muerte. 

Intensidad y altura
La obra de Ballón comenzó a prepararse en 1986 y recién ha sido publicada esta semana por el Instituto Ferdinand de Saussure, de Francia. Sus más de 600 páginas irrumpieron esta semana en la web, en forma digital y gratuita. La razón de esta difusión la explica el propio autor: “En las conversaciones que sostuve con la señora Vallejo, ella insistió en la posibilidad de difundir la obra de su esposo lo menos costosa posible entre el mayor número de lectores. Desde luego, ni ella ni yo imaginábamos a fines de los años 70 el advenimiento de las comunicaciones digitales actuales. Al aprovechar este gran medio de comunicación de masas, no he hecho otra cosa que atender sus deseos”. 

En esa línea, esta edición está desprovista de cualquier tipo de interpretación o análisis crítico de los manuscritos del poeta. La idea es que, puesta así, pueda servirle a cualquier persona con ánimo de estudiar las transformaciones de las mejores líneas vallejianas. Basta un primer vistazo para rastrear esos cambios: desde una simple alteración verbal (un “rascándose” que deviene en “ráscase”) hasta fascinantes evoluciones como aquella en que el “¡Cuídate, España, de ti misma!” se convierte en “¡Cuídate, España, de tu España!” y deriva luego en el definitivo y magnífico “¡Cuídate, España, de tu propia España!”. Y así sobran los ejemplos de este making of poético que, como diría Flaubert, citado por Ballón, sirven para entender “mediante qué complicada mecánica se llega a construir una frase”. 

“La satisfacción que hoy me queda es la de haber cumplido fielmente con la encomienda de la señora Georgette de Vallejo”, puntualiza Ballón Aguirre con una modestia desconcertante sobre la que debe de ser una de las divulgaciones literarias más importantes que se hayan realizado en el Perú en los últimos años. 

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