La casona donde José de San Martín y el virrey La Serna intentaron acabar con la guerra. FOTOS: Richard Hirano.
Casona
Ana Núñez

El 2 de junio de 1821, a 25 kilómetros de la ciudad de Lima, se realizó en la entonces hermosa casa- hacienda Punchauca la que, a decir de la historiadora Scarlett O’Phelan, sería la primera cumbre diplomática de la historia de nuestro país. Tras algunas reuniones previas entre sus emisarios, el libertador José de San Martín y su homólogo español José de la Serna, el último virrey del Perú, se reunieron en un intento por poner fin a la guerra independentista y evitar un mayor derramamiento de sangre. Según documentos escritos por testigos del encuentro, luego de una conversación grupal en un ambiente amplio de la casa, virrey y libertador se dirigieron a una habitación lateral pequeña, donde –finalmente–, la negociación fracasó: San Martín no reculó en su posición sobre la independencia del Perú, Chile y Argentina, y el virrey se escudó en que una decisión así debía ser consultada con España. Tal fracaso marcó el devenir de nuestra historia y determinó, pese a la proclama del 28 de julio, varios años más de guerra con sus consecuentes bajas.

La importancia de la llamada Conferencia de Punchauca es tal que ha sido señalada por el propio Raúl Porras Barrenechea y otros historiadores. Pese a ello y a que en julio de 1980 la casa –ubicada en el distrito de Carabayllo– fue declarada Patrimonio Monumental de la Nación, hoy el lugar no es más que un cascarón fracturado; una vieja (o más bien, envejecida) estructura de la que se sigue hurtando todo lo que pueda tener cualquier tipo de nuevo uso.

En una visita realizada por un equipo de Somos se pudo constatar el estado ruinoso del monumento: las paredes de adobe y quincha, resquebrajadas o grabadas con pintas vandálicas de todo calibre; gran parte del techo de madera y caña venido abajo, y hasta las gradas desvestidas del mármol con el que fueron construidas. Y, claro, mucha basura alrededor. “Punchauca no es solo una entrevista que falló, es un montón de cosas en términos de diplomacia, en términos de territorialidad, en términos de proyecto político. Todo ello hace que ese monumento histórico tenga una gran relevancia, que creo que no se ha tomado en cuenta”, dice O’Phelan, quien estuvo a cargo de la elaboración de un informe sobre la situación de ese monumento durante la gestión de Diana Álvarez-Calderón al frente del Ministerio de Cultura (julio del 2013 al 2016).

O’Phelan cuenta que aquella ocasión visitó la casa, que ya estaba abandonada y derruida, y se consideró retomar un proyecto trabajado con los propios habitantes de Carabayllo. La idea era trabajar en el reflotamiento del monumento, pues se les iba a dar la posibilidad de crear pequeños negocios en torno a él. Poco después, sin embargo, terminó la gestión de Álvarez-Calderón y el tema pasó al olvido.

“No existe la idea de que rescatar estos lugares y darles su contenido histórico ayuda a crear la identidad nacional. La verdad es que no se le ha dado el valor que debería tener y sería una pena que a dos años del bicentenario de la declaración de la independencia de San Martín, ese espacio en donde se negoció la guerra no se haya recuperado”, lamenta la historiadora.

Un año después, en julio del 2017, desde el Congreso se impulsó una norma –presentada por el congresista Manuel Dammert por segunda vez, pues también fue presentada en el 2013– que proponía declarar de preferente interés nacional y necesidad pública la restauración, conservación, investigación, registro y puesta en valor de la casa-capilla de la hacienda Santiago de Punchauca, así como la huaca Punchau del distrito de Carabayllo. El proyecto contó con dictámenes favorables de la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural (2016-2017) y estaba listo para elevarse al pleno, pero terminó la legislatura en junio del 2017 y, nuevamente, al olvido. Por lo menos hasta ahora.

Nos comunicamos con el Ministerio de Cultura para pedir información sobre la situación de Punchauca y se nos respondió escuetamente que “estaba bajo la administración de la Municipalidad [de Carabayllo]”. Por parte de la Municipalidad, entre tanto, la regidora Lucy Rebolledo señaló que, “al ser patrimonio, todo depende del Ministerio de Cultura” y que se está a la espera de una partida que permita iniciar los trabajos de revaloración del monumento. //

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