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La familia Poma vive en el asentamiento humano 23 de enero, más conocido como “El Mirador “, en San Juan de Miraflores, y constantemente luchan por poder mantener una tensión de luz adecuada. Está conformada por Jesús, Reina (madre e hija) y Oso. (Foto: César Campos / GEC)
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Jesús es electricista y se las ingenió para que un vecino pueda proporcionarle luz a cambio de un pago, que no es barato para la zona. (Foto: Cesar Campos)
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En la cuarentena (iniciada en marzo de 2020) se incrementó un 20% del consumo de luz en los hogares por el trabajo remoto, el uso de la televisión para que los niños no descuidaran sus estudios y el uso más frecuente de electrodomésticos. (Foto: César Campos / GEC)
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Las familias de este AA.HH. no cuentan con ingresos suficientes para poder establecer una caja eléctrica que cumpla con los estándares requeridos para electrificación urbana. A los constantes robos en las calles por no tener luz, se suma la lucha contra el COVID19. (Foto: César Campos / GEC)
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Sectores vulnerables como los asentamientos humanos viven con estos problemas sociales constantemente. (Foto: César Campos / GEC)
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Los reclamos de familias por los cobros excesivos por las empresas de luz no se hicieron esperar. El problema, sin embargo, persiste. (Foto: César Campos / GEC)
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La familia Poma constantemente lucha por poder mantener una tensión de luz adecuada para sus necesidades y poder darle una mejor calidad de vida a su hija. (Foto: César Campos / GEC)
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El problema, por desgracia, es de siempre. Las autoridades municipales no hacen nada al respecto, mientras que a su problema con la luz y el COVID19, se le suma la indiferencia. (Foto: César Campos / GEC)
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