Diana Gonzales Obando

La sal más conocida del país, con origen legendario en las lágrimas del hermano Ayar Cachi (‘kachi’ significa sal en quechua), no está libre de peligros. La sal cusqueña de Maras está siendo adulterada por malos comerciantes, pero, afortunadamente, se están tomando acciones concretas para protegerla. La empresa Marasal, representante de 633 familias de las comunidades campesinas Maras Ayllo y Pichingoto que trabajan en las pozas, así como procesadores y comercializadores se han puesto de acuerdo para ingresar a Indecopi el expediente que otorgará a la sal de Maras el sello de indicación geográfica (IG) y, con ello, se logrará la protección de este mineral tan preciado para la gastronomía peruana.

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