Don Arturo y Federico Salazar. (Foto: Liliana Beraún)
Arturo y Federico Salazar: la maravillosa amistad de un padre e hijo y las historias que nos cuentan

Por Samantha Aguilar

“Federico es un periodista innato”, dice con orgullo Don Arturo Salazar, su padre de 93 años y el mejor ejemplo de periodismo para el conductor de América Televisión, quien con su clásica picardía y humildad le responde. “Un ñato, seré” y ríen juntos. Complicidad entre padre e hijo.

Federico vive en Miraflores, pero nos recibe en la casa de su papá en Jesús María. Ahí crecieron su hermano mayor David (es ingeniero zootecnista) y él. Para Federico cada espacio está lleno de recuerdos y anécdotas inolvidables, como la vez que no entraban sus canicas en el hueco porque estaba empezando el terremoto de 1970, las incontables caídas que sufrió por ser un niño demasiado inquieto, el escritorio de su abuelo con más de cien años de antigüedad que su padre aún conserva, las obras del artista Víctor Delfín que decoran la casa, el recuerdo de su madre, una mujer aguerrida y que lo cuidó de una manera especial, las tardes sentados en el sillón, con su padre leyéndole La Vida es sueño y las reuniones de su Don Arturo con sus colegas hablando de política.

La conversación sagrada
Apenas sale del canal, la primera llamada del día que hace Federico es a Don Arturo, él lo pone al día en todas las noticias (se supone que debería ser al revés), especialmente en las que no domina, confiesa, como las internacionales. La conversación gira en torno a la coyuntura política, la familia y las cosas de su padre. Si por alguna razón el teléfono no sonó esa mañana, es Don Arturo quien lo busca: ¡Oye, no he sabido nada de ti!

El periodismo, la pasión del padre y del hijo
En 1974, en el gobierno de Juan Velasco Alvarado, Arturo Salazar, después que lo desplazaron del diario La Prensa, junto a otros colegas fundó el semanario Opinión libre, uno de los más vendidos de la época. En aquel tiempo Federico de catorce años ayudaba en lo que podía, iba hasta la imprenta que estaba ubicada cerca de la Universidad Villareal, verificaba y contaba minuciosamente cada ejemplar, era su forma de apoyar y de ingresar de una manera natural y sin darse cuenta al periodismo.

“En esa época ser periodista, era un desafío, algo heroico, tenías que meterte a la candela y correr todas las pellejerías”, asegura Arturo Salazar, quien debido al éxito de la publicación fue cerrada y él y otros periodistas deportados a Argentina y Ecuador.

Al tiempo, Federico estudiaba filosofía en la Universidad Mayor de San Marcos, posteriormente ahí mismo comenzó a dar clases. Un día Hernando de Soto llama a Don Arturo y le dice: “Tu hijo está corriendo peligro”. Para esto, según narra el patriarca de los Salazar, casi toda la universidad estaba ocupada por Sendero Luminoso. Federico daba clases sobre marxismo. Un día un amigo le pide que guarde un material, Federico no imaginaba que era de Sendero Luminoso.

“Hernando me decía. Si descubren que es capitalista, lo matan. Me las ingenié para que deje la universidad y fuera a La Prensa”, confiesa Don Arturo. Federico no tenía miedo, ni nunca tuvo problemas con Sendero, tampoco cree que él podría ser algo importante para ellos.

“En los ochentas cuando yo empecé a trabajar en La Prensa, era estupendo, yo vivía aún con mis papás. Mi padre y yo nos afeitábamos y al mismo tiempo hablábamos de política, luego nos íbamos en su carro. A veces almorzábamos juntos, ya en el periódico nos veíamos eventualmente porque él era el director y tenía muchas ocupaciones”, comenta la figura de América Televisión.

En ningún momento tomé una decisión, porque ya estaba ahí. Ellos respetaron lo que escogí y hasta trataron de darme facilidades. No me daba consejos, pero encargó a sus amigos para que me pilotearán”, agrega. 

El fútbol: Alianza vs Municipal
La familia Salazar Bustamante estaba divida. Su padre y su hermano David, son del Municipal y su madre y él de Alianza Lima. “Actualmente no veo bien la selección. Yo he sido un hincha tremendo del fútbol de antes. Yo he visto jugar a Manguera Villanueva, era un flaco del diablo, un jugador brutal, también a Lolo Fernández y al Cholo Sotil, que era un motor, corría a una velocidad que nadie lo detenía”, recuerda Don Arturo.

Federico, interrumpe. “Sotil no tenía cintura, pera la quebraba, pero para mí el mejor partido ha sido el de Alianza y el Municipal, cuando hicimos un combinado y trajeron a siete seleccionados del Bayer Munich, les hicimos puré con 4-1".

Los padres en la educación
A los dieciséis cuando acabó el colegio, Don Arturo le pidió permiso a su padre para embarcarse en un buque y ser marinero. A la tercera que le volvió a preguntar, le dijo: “Usted puede ir hacer lo que quiera e ir dónde quiera. No cuenta conmigo para nada”. Agrega Don Arturo: “Me quedé libre, sin asistencia, pareció una especie de sabiduría. Así fue como me hice hombre y me metí a un buque e hice vaporino”.

La educación de Federico no ha sido a la antigua. Sus padres han sido más tolerantes, e incluso (bastante) sobreprotectores. Pasa que él era el más flaco de los chicos del barrio, él más enfermizo, el más inquieto. Llamaban tanto al tío médico de Federico, que un día le dijo a Don Arturo en broma: “Cómprale un paracaídas, para que deje de caerse”.

“Creo que me protegían tanto, también, porque antes de David y de mí, fallecieron dos hermanas. Por eso se esmeraban mucho en cuidarnos”, explica Federico.

¿Cómo es Federico Papá? “No es difícil ser papá de seis hijos, pero siento que a todos les debo tiempo. La paternidad es una cosa muy particular y personal.

El parecido al presidente Martín Vizcarra
Don Arturo contempla a su hijo por unos segundos, sonríe. “No es por nada, pero este es mejor. No le veo nada de parecido. No me gusta Martín Vizcarra, me parece un presidente mediocre, no es el que necesita el Perú. Hemos tenido mejores como Manuel Prado Ugarteche”.

El secreto de los 93
Se despierta temprano, duerme tarde, hace siesta y escribe su próximo libro. La lucidez, de Don Arturo a los 93, es algo que muchos quisiéramos a su edad. Federico dejó de tomar alcohol hace unos años, le gustaba el pisco. Su padre no ha renunciado y cada día, sorbe nuestra bebida bandera. “Mi médico me ha dicho que una copa de pisco al día reactiva la circulación, no sé si sea verdad, lo cierto es que yo la disfruto. La tomo antes de almorzar, es una costumbre que también tenía mi papá”, añade.

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