“Mujeres, cuando sea el tiempo de votar, por favor háganlo pensando en sus intereses. Es lo que han hecho los hombres durante años y por eso el mundo se parece tanto a ellos”. Estas potentes palabras las dijo Michelle Williams en enero de 2020 al recibir un Globo de Oro a mejor actriz en la categoría serie limitada; y aunque su mensaje se refirió entonces a las elecciones estadounidenses, en medio de las elecciones peruanas vale la pena tener presente este discurso y pensar, ¿cuál es el peso del voto de las mujeres de nuestro país?
La pregunta es universal, pues la desigualdad entre hombres y mujeres se hace más evidente en cualquier país del mundo, de forma particular, cuando se habla del goce de derechos. Hablemos del derecho ciudadano al voto, por el cual las mujeres lucharon en cada punto del globo terráqueo. El primer país en establecerlo fue Nueva Zelanda, en 1893, y tras la Primera Guerra Mundial, en 1917, consiguieron el mismo derecho las mujeres rusas, inglesas y alemanas. En América Latina, Ecuador lo consiguió en 1929; Brasil y Uruguay, en 1932; Argentina y Venezuela, en 1947; y en el Perú la ley que permitía el voto femenino se promulgó en 1955, y se hizo efectivo en las elecciones de 1956. Sin embargo, las luchas se iniciaron mucho antes.
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La mujer que empezó a batallar por el derecho al voto en el espacio público fue María Jesús Alvarado, en 1911, bajo el argumento feminista de que es necesario otorgar a la mujer derechos políticos para intervenir directamente en los destinos nacionales, reconociéndola como miembro inteligente y apto del Estado. Esta era una postura muy vanguardista, pues el sufragismo era objeto de severas críticas y casi ningún país había aprobado aún el derecho de las mujeres al sufragio.
La posta en la lucha de María Jesús Alvarado la tomó Zoila Aurora Cáceres, fundadora de la organización Feminismo Peruano y que realizó un trabajo muy activo con sindicatos de mujeres y personalidades influyentes de la época. Buscó apoyo concreto en el Congreso para lograr la implementación del voto femenino. Incluso consiguió, tras bambalinas, participar en el debate por el sufragio de la mujer que se dio en el Poder Legislativo entre 1931 y 1932, y donde los argumentos en contra apuntaban a cuestionar la naturaleza de la mujer y ponerla en desventaja frente a la del hombre. A ella se le señalaba como influenciable, subalterna y necesitada de protección.
Cuando se promulgó la Constitución de 1933, no concedía a las mujeres la ciudadanía. El artículo 84° de dicha Carta Magna señalaba: “Son ciudadanos los peruanos varones mayores de edad, los casados mayores de 18 años y los emancipados”, mientras que el artículo 86° planteaba derecho de sufragio a los ciudadanos que sepan leer y escribir, y, en elecciones municipales, las mujeres peruanas mayores de edad, las casadas o que hayan llegado a su mayoría de edad. Sin embargo, dicho derecho no se llegó a ejercer, pues las elecciones municipales se establecieron recién en el año de 1963, cuando ya se le había otorgado a la mujer el derecho al sufragio universal.
Pero en 1956 la mujer no solo ejerció por primera vez su derecho ciudadano al voto, sino que también cuatro mujeres lograron, por primera vez también, ocupar un escaño en el Congreso.
El siglo XXI, por supuesto, llegó con nuevas demandas y nuevos desafíos de participación política. De acuerdo con las últimas estimaciones y proyecciones de población, de los 32′625.948 habitantes, 16′435.053 son mujeres. Por ello, tuvo sentido que el 25 de junio de 2020 el Congreso aprobara la ley que establece la paridad y alternancia, que ha conseguido que en estas elecciones 2021 las listas de candidaturas estén compuestas en un 50% por mujeres y ubicadas de manera intercalada tanto en las elecciones internas de los partidos, como en las elecciones primarias y en las listas para acceder a cargos de elección popular.
Según un estudio del INEI, “Perú: brechas de género, 2017”, la participación de las mujeres en el Congreso no superó el 30% en los últimos tres periodos (el 27,7% para el período 2016-2020), aunque son porcentajes que se incrementaron a raíz de la ley de cuotas. Para el caso de Gobiernos locales, en el periodo del 2015 al 2018, las mujeres ocuparon solo el 2,8% de los cargos de alcaldía y el 28,5% de los ocupados en el cargo de regidoras.
Vota por ti, vota por todas
“Cada vez más mujeres son electas y representan los intereses de las mujeres. Cada vez más mujeres se encargarán de poner sobre la mesa propuestas y planes que eliminen las barreras de género a fin de lograr un trato igualitario a sus pares hombres”. Bajo esta premisa, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y a puertas de las elecciones generales, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanzó la campaña “Vota por ti, vota por todas”, invitando a ejercer un voto por la igualdad de género, un voto donde la colectividad se comprometa a seguir cambiando la historia para que jóvenes y niñas, en toda su diversidad, puedan vivir en un país más justo e igualitario.
Según informa el PNUD, las desigualdades que afectan a las mujeres se acentúan en cinco ámbitos: derecho a una vida sin violencia, derechos económicos y laborales, derecho a la salud sexual y reproductiva, derechos sociales como la educación, y derechos políticos y civiles.
Denise Ledgard, especialista del PNUD, dice de esta campaña que la idea es poder comunicarle a las personas un tema de igualdad de derechos, y enfatizar que los derechos políticos son sobre todo habilitadores para el disfrute de los demás derechos fundamentales. “La idea de la campaña es comunicar que esta no es una lucha nueva. En el Perú las mujeres venimos reivindicando nuestros derechos desde hace mucho tiempo, hemos ido consiguiendo cada vez más derechos como ciudadanas y sin embargo no podríamos decir que somos más libres o que somos o estamos en una mejor situación necesariamente”, dice con contundencia.
No le falta razón: tal como está conformada la sociedad muchos de los grandes triunfos de las mujeres, estos grandes hitos en la historia nos han llevado a tener una carga adicional que se ha hecho mucho más evidente en este tiempo de COVID-19. En este contexto, el ejercicio ciudadano del voto es importantísimo, pues, como dice Denise Ledgard, si bien no es suficiente lograr algunos derechos y reivindicaciones, el voto es importante para generar cambios: “Solo cuando se vota y hay un entendimiento real de la importancia de la representación política femenina, es cuando se activa algo. Lo que hemos tratado de hacer es establecer esta relación entre derechos y brechas que todavía existe, pero el voto sigue siendo un mecanismo democrático que debe dársele importancia”.
Las disparidades varían y se agravan según la diversidad de identidades y la intersección de estas. En el país, lamentablemente, no es lo mismo ser una mujer del campo, indígena y LGBTQ, que una mujer caucásica heterosexual en la capital. Haciendo un recuento histórico sobre aquellos derechos, leyes y políticas que se han logrado a la fecha, detectamos aún brechas que obstaculizan el desarrollo pleno delas mujeres. Por ejemplo, en 1908 se aprobó la ley que permitió el ingreso de las mujeres a las universidades; sin embargo, hoy las adolescentes deben hacer frente a la sobrecarga doméstica y laboral ya roles de género para concluir la educación básica y participar en la educación superior. ¿Podrían estas elecciones cambiar esta situación?
Nadie tiene por qué sufrir por la libertad de ser una misma. Ser una mujer trans es enfrentarse a la transfobia y al acoso sexual, solo por el hecho de ser mujer.
— PNUD Perú (@PNUDperu) April 7, 2021
Este 11 de abril nuestro voto puede contribuir a lograr el respeto hacia todas las identidades#VotaxtiVotaxtodas 🇵🇪 pic.twitter.com/tyvWKxDTT7
El porcentaje de indecisas, mujeres que no han decidido aún su voto en estas elecciones, en promedio es del 30%. ¿Qué es lo que haría que estas mujeres tomen una decisión e inclinen la balanza? Puede ensayarse una respuesta: el aumento de las demandas ciudadanas a favor de las mujeres que ha surgido en los últimos años, apunta a que las y los candidatos que defiendan o se muestren afines a dichas consignas pueden captar el voto de las mujeres que aún no tienen claro en quién podrían depositar su confianza.
Dicho esto, ¿el llamado de Michelle Williams podría hacer eco en estas elecciones? Lo sabremos la próxima semana.
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