María Paredes Del Pino trabaja en el Hospital Universitario Puerta de Hierro, en Madrid, desde hace 15 años. Ella llegó a España en 1991.
María Paredes Del Pino trabaja en el Hospital Universitario Puerta de Hierro, en Madrid, desde hace 15 años. Ella llegó a España en 1991.
Belén Tavares

Un día de la semana pasada, a las 4 a.m., María y sus compañeras del Hospital Universitario Puerta de Hierro, en , hicieron terapia de grupo. Ocurrió de manera casual, pero orgánica. Los humanos somos una olla a presión capaz de explotar. Esa madrugada, ellas estallaron. Cada una compartió sus emociones, la forma como las somatizaban y esa (injusta) sensación de no haber hecho mejor su labor.

Afortunadamente, aquella terapia les recordó que su cansancio/dolor/impotencia/preocupación es directamente proporcional a su batalla.

“Todas estamos al pie del cañón, en la primera línea con los pacientes. Yo voy a trabajar sin temor. No siento miedo, sino pena por lo que observo. Una cosa es que te lo cuenten o lo veas por televisión, y otra es pararte delante del paciente”, afirma esta enfermera huachana a la vez que se quiebra. Tras unos segundos, continúa: “Ellos se encuentran aislados, como si fueran apestados. No reciben visitas. Morían en unas condiciones… Los llevaban directamente a incinerarlos. Era muy triste”.

Junto a sus compañeros españoles, esta enfermera huachana (extremo izquierda) nos pide quedarnos en casa.
Junto a sus compañeros españoles, esta enfermera huachana (extremo izquierda) nos pide quedarnos en casa.

En su área fallece una persona a diario. Ni bien la cama se limpia, ingresa otro infectado. Dadas las circunstancias, el protocolo se modificó. Ahora, a los preagónicos los acompaña un familiar (solo uno), quien entra cubierto de pies a cabeza.

“Jamás imaginé algo así. Es un estado de guerra. Sin heridas pero con mascarillas, baldes para la ropa contaminada, gente y máquinas cruzándose por los pasillos. Aunque el confinamiento en España va hasta el 11 de abril, creo que se extenderá. La enfermedad no se ha controlado ni reducido”, señala.

El inicio del caos

Hasta el 16 de marzo, Paredes (62 años) trabajaba en una planta quirúrgica con 25 habitaciones individuales y cuatro especialidades: urología, cirugía plástica reconstructiva, cirugía maxilofacial y otorrinolaringología. Los dos días siguientes, la planta 3C se transformó. Los pacientes fueron reubicados, instalaron aparatos distintos, se colocó una cama adicional en cada cuarto, neumólogos y especialistas en medicina interna reemplazaron a los doctores del área, aparecieron dos enfermeras y dos auxiliares nuevos, el horario laboral cambió y los descansos disminuyeron. El 18 de marzo, llegaron 50 casos de coronavirus.

El hospital estatal donde María trabaja desde hace 15 años tiene capacidad para casi 600 pacientes. Hoy, acoge a 900. Salvo la minoría que ingresa a Emergencias, el resto ha dado positivo por COVID-19. Entre ellos, el personal médico. “Hay más de 12.200 profesionales sanitarios infectados en España. Tres de mis colegas han sido contagiadas. Sin embargo, a nosotras no nos hacen la prueba a menos que presentemos fiebre o dificultad para respirar. Espero salir ilesa por mi hija, aunque con tanta carga viral no lo sé”, apunta.

María se protege con gorra, guantes, pantalla para la cara y doble bata quirúrgica impermeable. Esto último a falta del EPI (equipo de protección individual): un enterizo con capucha.
María se protege con gorra, guantes, pantalla para la cara y doble bata quirúrgica impermeable. Esto último a falta del EPI (equipo de protección individual): un enterizo con capucha.

Lo cierto es que la carga viral se manejaría mejor si contaran con el traje adecuado. “Primero faltaban prendas. Luego, se acabaron. Algunos guardan dos gorros porque les preocupa que mañana no haya. No estamos protegidos al 100%”, narra nuestra compatriota. Sobre el uniforme tradicional, ella debería usar el EPI (equipo de protección individual), un enterizo con capucha. Pero no llegan, así que utiliza batas quirúrgicas impermeables (dos a la vez). De la mascarilla común pasó hace poco a la especial. “Dicen que debe durarnos 15 días. No obstante, se humedece, pues la llevamos debajo de las gafas o la pantalla para la cara (una especie de casco). ¡Es tremendo!”, explica.

En vista de que sus labores se han multiplicado -cada una de las cuatro enfermeras de la 3C se encarga de un promedio de 12 pacientes-, ellas van de un cuarto a otro para dar los medicamentos, tomar constantemente la temperatura, además de la saturación de oxígeno, y sacar análisis: de 4 a 6 tubos de sangre a diario por persona, entre otros procedimientos. “Causa impotencia no poder acompañarlos, porque únicamente nos tienen a nosotras. Ayer logré hablar un ratito con una señora mientras realizaba un electrocardiograma. Me agradeció y, llorando, me contó que echaba de menos a sus hijos, quería verlos”.

El miedo a contagiar en casa

Su única hija, quien reside en el Perú, está con ella en Madrid. Melissa tiene 34 años y casi siete meses de embarazo. “Me ha pedido que deje de trabajar, pero le he dicho que no. Yo me formé como enfermera para ayudar”, sentencia su madre. Eso sí, su gran temor es infectarla. Por eso usa mascarilla en el departamento y conversan por WhatsApp desde sus respectivos dormitorios. Cuando le toca descansar, María sale de su cuarto exclusivamente para cocinar. Ambas comen a metros de distancia. “A mi hija la veo de lejos, necesito prever”.

En el país ibérico hay más de 12.200 profesionales de la salud infectados. “Trabajamos en equipo y nos cuidamos entre todos para salir adelante”, afirma María Paredes.
En el país ibérico hay más de 12.200 profesionales de la salud infectados. “Trabajamos en equipo y nos cuidamos entre todos para salir adelante”, afirma María Paredes.

Algún día, la nieta de María Paredes Del Pino descubrirá que el año en que nació el mundo fue azotado por una pandemia terrible. ¿Qué le dirá su abuela sobre este capítulo de la historia? Quizá lo mismo que le respondió a Melissa. Que ella, como enfermera, estuvo ahí para ayudar. //

*El Comercio mantendrá con libre acceso a todas sus notas relacionadas al coronavirus.

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