Tepoztlán es un pueblo ubicado a una hora y media de Ciudad de México, donde la cantante chilena más exitosa en la actualidad vive desde hace dos años. La realidad de ese país no le es extraña a Norma Monserrat Bustamante Laferte (Viña del Mar, 1983), pues radica ahí desde el 2006, pero sí lo fue, al menos al principio, la cotidianeidad. Los colores, aromas, sabores y sonidos del lugar la han nutrido para lanzar Seis, su último disco, el cual fue grabado en su hogar, donde ha pasado la pandemia.
Su mala señal de Internet interrumpe varias veces nuestra charla con ella, por lo que se disculpa con honestidad. En el zoom se le ve de negro y con el cabello recogido, probablemente lleva el pantalón del pijama (igual que su interlocutora). Es tan sencilla como talentosa. Muy serena, contrariamente a lo que una podría pensar de su temperamento, por la intensidad de las canciones que compone o sus críticas políticas y sociales (como la protesta en topless que hizo por la violencia en Chile, durante la alfombra roja de los Grammy Latinos en el 2019). Con el cariñoso recuerdo de sus tantas visitas a Lima cuando comenzaba su carrera, Mon Laferte nos habla del nuevo material –que incluye duetos con Gloria Trevi, Alejandro Fernández y la Arrolladora Banda El Limón–, así como de nuestra conducta como sociedad durante la pandemia, qué es lo que esta le ha enseñado y el constante desafío que conlleva ser mujer.
–Seis es un disco enraizado en la música más tradicional de México. ¿Fue concebido como una deferencia a este país o es un reflejo de cómo te has sentido últimamente?
Las dos cosas. Fundamentalmente ha sido resultado de la influencia que ha llegado a mí después de vivir en el México más profundo, al menos desde hace dos años. En el pueblo donde estoy vas al mercado o caminas y solo escuchas música tradicional o de banda. Era inevitable que pasara.
–La canción La democracia, incluida en el disco, es una crítica al sistema. ¿Qué piensas que tendría que pasar para que, como dice uno de los versos, “se equilibre la balanza”? ¿Qué le toca hacer a los gobernantes, a la gente?
Uy, no creo tener la respuesta. Sería irresponsable de mi parte ensayar algo... Pero lo que sí te puedo decir es que hay que practicar más la empatía como sociedad. Al menos yo trato de hacerlo con las personas que me rodean, a nivel familiar y profesional.
–Esta falta de empatía se ha hecho más evidente en la pandemia, por ejemplo con el tema de la vacunación. Latinoamérica está al final de la cola, con excepción de Chile.
A Chile le ha sido particularmente duro en los últimos años también, con el estallido social. Ahora tenemos la pandemia. Ya hablando de Latinoamérica, en general, creo que “privilegio” es una de las palabras que suenan más que nunca, quizá. No es lo mismo estar en cuarentena en un sitio pequeño donde muchos viven o sin trabajo, mientras hay gente que tiene la chance de no trabajar en este tiempo. Hay muchas diferencias y poca empatía entre todos.
–¿Cómo te sientes tú a un año de la pandemia?
Con esperanza. Pero también con tristeza. Ha sido difícil para todo el mundo, a distintos niveles, claro. Lo más complicado para mí ha sido el distanciamiento social. No poder estar cerca de las personas que amas, tocarse. Yo soy muy de abrazar, todo el tiempo me la paso abrazando. Igual, como digo, pienso que hay luz al final del camino.
–Tú cantas, compones y pintas. ¿Ha afectado la pandemia tus procesos creativos?
Sí. Seis habría sido otro álbum sin pandemia. Tengo que decir que esta me ha venido a enseñar muchas cosas. Estaba trabajando mucho, llenándome de actividades, respondiendo a la velocidad del mundo. Si te sobraba tiempo, la gente pensaba que no te estaba yendo muy bien. La pandemia me vino a hacer valorar, más que todo, el tiempo. A escribir canciones de otra manera, leerlas, releerlas. Masticarlas con mayor finura. Un álbum escrito en un aeropuerto habría sido muy distinto de este, hecho en mi casa con soledad y silencio absoluto.
–Has dicho que la crítica al comportamiento de las mujeres es un asunto de toda la vida. Te ha pasado a ti con decisiones personales y profesionales. ¿Cómo lidias con eso?
Sí, a nosotras las mujeres nos toca el señalamiento más duro. Y en idioteces. “Uy, se maquilló mucho”: es una puta. “Uy, no se maquilla nada”: qué aburrida, monja. Ahora, con el disco, señalan que por qué canto con Gloria Trevi una canción. Que ella hizo esto, lo otro. Digo yo, primero: ¿tienen la información real? Segundo: ¿de qué vale seguir hablando de que si cometió o no errores? Es el 2021. Lo peor es que nadie habla del abusador de esa historia. En fin.
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–¿Te preocupa perder fans por decir que eres feminista?
No. Yo creo que la gente siempre va y viene. A mí también me pasa que, de pronto, escucho mucho la música de alguien y después suelto el disco; o veo algo que no me gustó del artista y lo dejo de oír. No como castigo, simplemente desconectas. Y luego conectas otra vez. No es algo que me quite el sueño.
–Tu música, tan alejada del reggaetón y las modas, viaja por distintas épocas, evidencia sonidos tradicionales, no sintéticos. Sin embargo, a la vez, eres una artista mainstream. La portada de Seis está ahora en las pantallas de Times Square. ¿Cuál es tu propia percepción como artista hoy?
Uy, me cuesta hacer ese ejercicio como de salir afuera y observarlo... Siento que es como una cosa rara. Hago música que siempre ha sido considerada alternativa; sin embargo, sí, estoy muy mainstream [en tendencia]. Voy moviéndome por diferentes géneros y sí, estamos en todos sitios, incluyendo Times Square, que me da pudor, por cierto. Una amiga fue a Nueva York, tomó la foto y me la mandó. Me dijo: “Es que es enorme...”.
–¿Es más el pudor que la alegría?
No, me da más alegría. Me encanta. Pero me gusta que la gente tenga la posibilidad de tener una paleta de colores en cuanto a la música y que elija qué oír. A mí personalmente me gustan los artistas que se salen de las modas, me siento identificada. Y te lo digo, quiero ser parte protagónica de la escena musical, pero también darles a elegir a las personas. //
RELACIÓN CON EL PERÚ
- Mon Laferte vino por primera vez al Perú hace casi 20 años. Es el país que más ha visitado. En sus inicios, una de sus mejores amigas, peruana, le conseguía lugares en Barranco donde cantar.
- “Amo Lima. A diferencia de ustedes, que odian el cielo gris, a mí me encanta. Tiene una poesía, una cosa que no sé cómo explicar. Tal vez por eso mis mejores canciones las he escrito estando en el Perú: Tu falta de querer, por ejemplo”, declaró a El Comercio en el 2020.
- Ella señala ser fanática de Los Saicos y escuchar música criolla peruana.
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