MUERTE EN “EL COMERCIO”
El poeta José Santos Chocano había regresado a Lima en 1925, después de pasar varios años en Europa. Él era célebre por su descomunal ego y también por ser amigo del presidente Augusto B. Leguía, considerado un dictador. Muchos periodistas criticaban esta relación y también su obra literaria. Uno de ellos fue el joven periodista Edwin Elmore. Enterado Chocano de sus opiniones, lo llama por teléfono y le dice: “¿Hablo con el hijo del traidor a la patria?” (los rumores de la época señalaban que el padre de Elmore, Teodoro, había traicionado a Francisco Bolognesi en el Morro de Arica durante la Guerra con Chile). Molesto por lo ocurrido, Elmore se dirige a la redacción de El Comercio –la actual– para publicar una carta en contra de Chocano. Curiosamente, el poeta pensó e hizo lo mismo para desprestigiar a su enemigo. Entraba Chocano y salía Elmore cuando se encuentran en el hall del periódico. El segundo, que era más joven, lo empieza a golpear. Algunos tratan de separarlos, pero nadie puede. Entonces Chocano saca una pistola y le dispara a Elmore. Tratando de escapar, este cae sobre las escalinatas de la entrada de El Comercio. El periodista es llevado a la Clínica Italiana, pero muere al día siguiente. A Chocano lo sentencian a tres años de prisión, pero sale antes porque era cercano al Gobierno. Luego se va a Chile y es asesinado en 1934. Dato curioso es que un testigo de la gresca entre ambos en la redacción fue el director del diario, Antonio Miró Quesada, quien abogó a favor de Elmore. Este último también tendría un dramático final, al ser asesinado frente al teatro Colón cuando se dirigía a almorzar en el Club Nacional.
COLGADOS DE LA CATEDRAL
Es el 26 de julio de 1872. Estamos a dos días de que José Balta entregue su mandato al nuevo presidente del Perú, Manuel Pardo y Lavalle, el primero que no era militar. Su ministro de Guerra, llamado Tomás Gutiérrez, le plantea al primero hacer un autogolpe. Aunque Balta estaría de acuerdo al principio, luego se arrepiente. Frente a ello, Tomás y sus tres hermanos –Marcelino, Marceliano y Silvestre– deciden tomar el poder. Meten preso a Balta y Tomás se nombra presidente del Perú. Cuando la población se entera, se rebela contra ellos. A Silvestre lo matan en la Plaza San Martín. Luego, al enterarse de esto último Tomás, él da la orden de matar a Balta. Todo se puso peor. El pueblo sale a capturar a Tomás y este se escapa por la puerta de atrás de Palacio vestido de paisano para terminar escondido en una farmacia del Jirón de la Unión. Allí lo encuentran y lo acuchillan. Moribundo, es llevado a rastras hasta la catedral y lo cuelgan del campanario. Y junto a él, el cuerpo ya inerte de su hermano Silvestre. Por la tarde cortan la soga, hacen una hoguera y los queman (técnicamente, el que había sido ahorcado era el presidente del Perú, pues llegó a ponerse la banda presidencial). Se trató de la primera rebelión en la que el pueblo de Lima sofocó un golpe de Estado. Hay que decir, por otra parte, que la Plaza de Armas fue sede inicial de la Inquisición a fines del siglo XVI. El único quemado vivo allí fue Mateo Salado. Luego esta se trasladó a lo que es hoy la plaza de toros de Acho.