Las familias peruanas, como esta de 1959, no olvidan los nacimientos a modo de montaña que adornaban sus casas. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Las familias peruanas, como esta de 1959, no olvidan los nacimientos a modo de montaña que adornaban sus casas. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Oscar García

El cambió muchas cosas este 2020, entre ellas, el modo en que festejamos nuestras tradiciones más queridas. Hubo madres que se quedaron sin su beso en mayo o padres que recibieron una videollamada en lugar de un abrazo en junio. Lo que va a pasar con la Navidad, una fiesta cristiana y pagana al mismo tiempo, en la que hasta el más ateo exige su regalo, será igual de extraño. Esas imágenes de abuelos levantando a sus nietos, de hermanos que se juntaban en casa de los padres con sus familias, quedarán como fotos en blanco y negro de tiempos pasados que todos esperamos que vuelvan.

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La pregunta que se impone hoy es: ¿se debe celebrar o no la Navidad en medio de esta emergencia sanitaria mundial? Somos consultó a tres epidemiólogos en COVID-19, los distinguidos doctores Eduardo Gotuzzo, Juan Villena y Manuel Loayza, cómo se podría vivir el festejo en estos tiempos locos con el menor riesgo posible y de qué manera lo harían ellos mismos en sus casas. Si en algo coinciden, de arranque, es que bien cabría considerar la posibilidad extrema de no celebrarla, al menos como se la ha entendido siempre: como una gran reunión de familias.

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“En esta Navidad hay que empezar a usar el término ‘distanciamiento físico’. Ya no tanto social, porque se entiende que esta fiesta es para estar cerca de la gente. Definitivamente, no vamos a poder juntarnos como antes, habrá ausencias definitivas y también pasajeras, de miembros de la familia que no veremos porque es lo mejor así”, comenta el infectólogo Juan Villena. Lo ideal es que las familias nucleares, las que suelen vivir en la misma casa, permanezcan únicamente juntas. “Ellos sí se pueden reunir sin usar mascarilla, es como cualquier día en su vida. Todo cambia, por supuesto, si se piensa tener visitas o salir a una reunión”.

DIVINA PROTECCIÓN. En la Ciudad de México, los mercados se llenaron de imágenes de cerámica del pequeño Jesús. Él lleva un equipo de protección contra el COVID-19.
DIVINA PROTECCIÓN. En la Ciudad de México, los mercados se llenaron de imágenes de cerámica del pequeño Jesús. Él lleva un equipo de protección contra el COVID-19.

Para Manuel Loayza, también docente de posgrado de la Universidad Norbert Wiener, si las personas optan por la segunda opción, deberían seguir ciertos pasos: gel en la mano y llevar una mascarilla nueva, así como una bolsita de papel para guardarla. “Al llegar a la casa, se debe evitar abrazar o besar a las personas. Hay que apren- der a mostrar el afecto de otras mane- ras: puede ser con un gesto de llevarse a la mano al corazón. Si estás en un hogar ajeno, se debe usar la mascarilla siempre. También deberían llevarla el anfitrión y su familia”.

JUNTOS, PERO NO REVUELTOS

A la hora de comer, Loayza aporta la idea de juntar a las familias por grupos nucleares (se sientan juntas aquellas personas que viven juntas). Las mesas pequeñas deben ser descartadas, a menos que permitan una distancia de dos metros por persona. De lo contrario, es preferible comer en la sala u otros ambientes. Las mascarillas solo se retiran al momento de comer.

Los ambientes de la casa, a su vez, deben ser ventilados: mucho mejor si se está en un patio y un jardín. En hogares pequeños, puertas y ventanas deben estar abiertas para que las gotitas que salen naturalmente al hablar no se queden en el lugar. Un consejo extra: evitar los cánticos navideños, villancicos o de cualquier otro tipo. Cantar es una actividad contagiante por la cantidad de ‘aerosol’ que uno emana de la boca.

Gotuzzo alerta que se puede sentir fatiga al ejercitarse usando mascarilla.
Gotuzzo alerta que se puede sentir fatiga al ejercitarse usando mascarilla.
/ Cesar Campos

Otra alternativa que plantea el médico e investigador Eduardo Gotuzzo es escalonar las horas de visita si se trata de una familia numerosa. “Se podría coordinar con los hermanos distintas horas para visitar a los padres. De repente una familia podría ir por la mañana; la otra, por la tarde. Que de ninguna forma haya más de seis u ocho personas en una habitación. Y todos deben usar sin excepción mascarilla”.

Un punto final es no descuidar la exposición de los adultos mayores: “Deberían estar en un ambiente distinto de la casa, pero conectado. Cuidemos además a los niños, que pueden no tener síntomas, pero contagiar. Los abuelos no deben quitarse la mascarilla nunca”.

Y LA VACUNA ¿PARA CUANDO?

Esta semana empezó en Estados Unidos la vacunación contra el nuevo coronavirus al personal médico esencial, días después de que Gran Bretaña hiciera lo propio con poblaciones de riesgo. En el Perú aún no hay nada seguro sobre el proceso o las fechas. La presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermudez, ha asegurado que la vacuna podría estar disponible en el primer semestre del 2021, pero más de uno discrepa de ella. Mientras, la ministra de Salud, Pilar Mazzetti, ha dicho que los locales de votación ONPE serían los lugares destinados para administrar las dosis (son dos) y que el proceso iniciaría “en un mundo ideal” en el primer trimestre del próximo año. “La primera cantidad de vacunas que llegará al Perú es muy pequeña, solo para personal médico y personas de riesgo. Es imposible vacunar a un país en una o dos jornadas”, critica el médico Juan Villena. De acuerdo con el MINSA, se tiene previsto vacunar, en total, a 24,5 millones de personas en el 2021. //

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