Su primera experiencia como educador le llegó temprano, a la increíble edad de 14 años. Jhony Tocas (33) lo recuerda así: su padre, docente de primaria de un colegio en El Tambo, Cajamarca, cayó enfermo y, ante la amenaza de descuentos por inasistencia, el muchacho se ofreció a ocupar el lugar de su progenitor por unos pocos días. Tocas llegaba puntual al salón, limpiaba el pizarrón y les repasaba matemática y comunicación. El bichito picó entonces y muy duro.
A Jhony le encantó enseñar y a sus alumnos, la dedicación del joven y paciente profesor, al punto que cuando tuvo que entregar la posta, los pequeños casi hacen una huelga. “¿Qué has hecho con ellos?”, le preguntó su papá, sorprendido por tanta devoción. Jhony le contestó que no sabía bien, que quizá tenía la habilidad para hablar con ellos y escuchar lo que ellos sentían.
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Casi 20 años después de esa escena, el ahora profesor de secundaria Jhony Tocas acaba de ser distinguido con un premio que no esperaba. Un jurado especial lo encontró ganador del concurso “Maestro que Deja Huella 2021”, que organiza Interbank y que premia la excelencia de los profesores peruanos, sus ganas de pensar fuera de la caja y de crear métodos novedosos que motiven a sus alumnos. En el caso de Tocas, el jurado destacó el trabajo innovador que ha venido haciendo con los alumnos de secundaria del I. E. Ricardo Palma, ubicado a 4 mil metros sobre el nivel del mar, en el centro poblado de Quelgorio, provincia de Hualgayoc, en Cajamarca.
Es un lugar tan alto que no se practica la agricultura, sino solo ganadería de altura, un oficio al que se dedica el 95% de la gente. Algunos niños deben caminar hasta una hora y media para llegar al colegio. En un ambiente así no son muchas las expectativas de desarrollo para los alumnos que egresan. No hay ejemplos positivos para imitar. Cuando Tocas llegó a la institución educativa, se enteró de que apenas uno o dos alumnos mostraban deseos de ingresar a una universidad o incluso seguir una profesión técnica.
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A sus colegas parecía no importarles mucho ello, pero al docente de matemáticas eso le molestaba. Al conversar con los alumnos y con los padres, supo que era un tema de motivación y de recursos. Lo primero lo solucionó siendo un amigo y guía constante. A “sus campeones”, como empezó a llamarles, les hablaba de las oportunidades de progresar que da continuar con los estudios. Les daba charlas que involucraban a los padres también, a quienes había que explicarles que no solo los chicos debían intentar estudiar una carrera, sino las niñas también, a las que una mirada conservadora las condena a quedarse solo con sus estudios secundarios.
Un banco para los estudiantes
Subsistía el problema de la falta de recursos. Postular a una academia, costear pensiones o iniciar un emprendimiento requería dinero. Con los alumnos de la promoción 2019, hicieron una lluvia de ideas. De ahí compraron gallinas, un chancho y empezaron a organizar polladas que vendían en el centro poblado y caseríos. En una buena fecha podían sacar hasta 800 soles.
La experiencia sirvió para despertar vocaciones también. Algunos alumnos mostraron habilidades para organizar; otros, para llevar las cuentas. Al final crearon un fondo de dinero que los mismos chicos todavía administran, a manera de un pequeño banco para ellos con préstamos de interés muy bajo, para que la falta de dinero no sea más un inconveniente.
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El mismo Tocas llegó a ir hasta Cajamarca, a tres horas de Qelgorio, en busca de academias de preparación que quisieran hacer descuentos a sus alumnos que venían de la zona rural con muchas ilusiones. Algunas se apuntaron. Hoy ya son varios, chicos y chicas, los que han iniciado un nuevo camino hacia su desarrollo.
Por saber estimular el manejo de habilidades blandas en sus alumnos, fomentar sus liderazgos y establecer redes de apoyo solidario para el estudio, la iniciativa de Tocas fue distinguida entre más de 1.600 postulaciones que hubo este año en “Maestro que Deja Huella”. En esta edición, el concurso creó por primera vez la categoría de mejor director de centro educativo, que cayó en las manos de Jessica Gómez Londoña, del Centro de Educación Básica Especial María Auxiliadora.
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Como cualquier maestro en esta pandemia, el trabajo de Tocas se vio retado por las complejidades de la educación a distancia, más aún en un sitio tan golpeado por la pobreza. “Hay estudiantes que no cuentan con un celular o tablet, luego no hay operadoras de Internet. Hemos hecho lo posible en estas circunstancias pero ha sido muy difícil. Los estudiantes a veces tienen que subir hasta los cerros más altos para poder mandar sus tareas o descargar algún archivo necesario para la tarea”.
Sobre la polémica del demorado retorno a clases, Tocas asegura que en su institución educativa son respetuosos de las directrices del Ministerio de Educación, que no tiene aún una fecha definida para el reinicio de las clases presenciales. “Estamos esperando la autorización, los protocolos. Estamos listos. Si ellos nos dijeran para volver este fin de semana, estamos preparados para todo”. //
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