Siempre se dice que Lima vive de espaldas al mar, pero las recientes medidas que regulan el acceso a las playas han provocado en algunos un efecto inquietante: las ganas de zambullirse de cabeza en una ola, aunque el precio sea una multa.
¿Las únicas playas libres que tendremos este verano serán las de los centros comerciales? ¿Dejarán tender la toalla? ¿Deberemos sacar cita por un aplicativo para reservar un trozo de arena en algún balneario, islote o corcho flotante donde encontremos cupo? ¿Nos consolaremos en nuestros soporíferos hogares oyendo Hawái Bombay solo porque por ahí se escucha una gaviota?
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Extraño verano el que se nos viene. Y más aún con la amenaza de una nueva ola, y no de agua salada. La sensación de sofoco aumenta al entender que los municipios y el Gobierno parecen opinar diferente sobre el mismo tema. ¿Crear estrategias racionales para dirigir a los veraneantes o sacarlos a empellones si se presentan con una sombrilla bajo el brazo? Uno ya ni sabe cuántos delitos está cometiendo cuando mete el dedo gordo al mar.
Este lunes pasamos por Agua Dulce y vimos una libertad absoluta. Repito: lunes, el nuevo domingo. Familias enteras junto a grupos de amigos departiendo en un espacio donde si las mascarillas fueran zungas, sería una playa nudista. Como se pregunta el alcalde Jorge Muñoz: ¿acaso el COVID-19 descansa de lunes a jueves?
En Punta Hermosa la restricción, al contrario, es absoluta. Solo pueden ingresar vecinos con DNI y árbol genealógico certificado, por poco. El resto, a la punta del cerro. Broma aparte, el cerco distrital aplicado por el alcalde de este distrito, Jorge Olaechea, tablista en sus ratos libres, busca frenar en seco al virus que ha paralizado al mundo. Solo sus vecinos pueden disfrutar de toda esa bella punta. Ello no autoriza el desbande a puerta cerrada, sino que se aplican los protocolos respectivos de distanciamiento, aforo y uso de mascarillas.
La medida extrema –que a muchos podría parecer segregación– obedece también a que las municipalidades de este lado del sur cuentan con escaso presupuesto, debido a que por la pandemia los vecinos no están pagando sus tributos como en años anteriores. No hay presupuesto para contratar más personal de Serenazgo, fiscalización y control. Punta Hermosa recibe en verano un número de visitantes cinco veces mayor que su población residente.
El alcalde Olaechea señala que es necesario contar con el apoyo del Gobierno central, ya que debe emitir las disposiciones y herramientas legales para poder cumplir con las normas. Se necesita articular con la Policía Nacional del Perú y el personal de las Fuerzas Armadas de ser necesario. Otros balnearios también han tomado la misma medida.
Tendremos pandemia todavía para varios meses y se requiere por salud mental salir de casa pero con distanciamiento social, nos dice Percy Mayta Tristán, médico investigador de la Universidad Científica del Sur. “Nos acercamos al verano, entonces el acceso a playas es un tema relevante. Pero no es solo la playa, sino el acceso a espacios públicos de calidad: parques, malecones, reservas, lomas, etc. Algo que han olvidado casi todos los Gobiernos locales, que ahora nos quieren hacer pensar que el espacio público son los centros comerciales”.
¿Qué sí sabemos? Que hay menor riesgo de contagio cuando estamos en 1) espacios ventilados, 2) con distanciamiento social y 3) usando mascarillas. El problema de las playas es que puede haber aglomeraciones y no usarse mascarillas. Entonces, el reto es cómo generar un acceso seguro a las playas pero manteniendo el distanciamiento social.
“Prohibir es siempre la medida fácil. Es cierto que existe un riesgo real de una segunda ola, pero hay que tener en cuenta que las restricciones de ingreso a las playas son discriminatorias, pues aquellas personas con mayor posibilidad económica sí tendrían acceso a playas, viajando o como propietarios. El tema vuelve a lo mismo: necesitamos espacios públicos de calidad”, puntualiza.
Ya sabemos que la palabra ‘prohibido’ genera en parte de nuestra población un efecto contrario, casi retador. Como la necesidad de comer cerebros en los zombies. Y seguramente aparecerán en las redes los memes conspiranoicos azuzando rebeldías antimascarillas.
Pero ¿es posible disfrutar del mar en plena pandemia? Las restricciones observadas en las playas de España no impidieron la temida segunda ola, que ya es un maremoto. Pero hay que recalcar que los índices de desobediencia fueron altos.
En Cataluña, por ejemplo, las playas se dividieron por sectores: personas mayores, familias con niños y adultos sin niños. Los bañistas debían estar a dos metros de distancia. Los grupos también debían estar distanciados. A través de una web se indicaba si la playa ya había alcanzado el aforo máximo. En algunos lugares se instalaron sensores para detectar grupos de gente en la arena. Se establecieron franjas horarias para reservar las playas a los deportistas de 6 a 10 a.m. y de 8 a 11 p.m.
En otros lugares de dicho país también se impuso un sistema de cintas de colores para demarcar zonas y guardar distancias.
Lo más novedoso hasta hoy es el anuncio del presidente del Consejo de Ministros, Walter Martos: las personas podrán reservar el acceso a las playas a través de una app de celular. Casi el mismo mecanismo con el que solíamos comprar entradas cuando existían esas cosas llamadas cines.
Dicha aplicación se implementará desde diciembre, cuando se inicie la segunda fase del proyecto sobre los accesos a la playa. “Con un código QR, la persona puede separar un espacio en la playa y asistir el día que está garantizado de acuerdo con el protocolo”, indicó Martos.
Si bien el Gobierno ha autorizado el uso de las playas los fines de semana a deportistas que usan el mar (uno de los mayores reclamos), surgen ideas de ellos mismos para mejorar las medidas de prevención. “Habilitar corredores de acceso de entrada y salida al mar. Por ejemplo, entrada a la izquierda de la playa y salida a la derecha: así evitas que se formen grupos al centro”, señala Christian Tschudi, nadador senior que empezó en el 2009 y desde entonces solo ha parado durante la pandemia. //
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