Vivir en el espacio produce cambios importantes en el cuerpo humano. La columna vertebral se alarga, el corazón trabaja menos y la visión empeora. El astronauta Leland Melvin cuenta su experiencia como tripulante de la Estación Espacial Internacional (EEI).
Ir al espacio genera un crecimiento repentino de hasta 5 centímetros. En el caso de Melvin, pasó de medir 1,80 m a 1,83 m de altura. Esto se debe a que la gravedad en la Tierra comprime las vértebras de la columna vertebral, mientras que en microgravedad o gravedad 0 la columna se estira.
"Después de que mi columna vertebral se alargara, me fui a la cama y sentí un dolor en la parte baja de la espalda. Tuve que hacerme un ovillo para aliviar el dolor y dejar que la columna se estirara todavía más", explica Melvin.
Sin gravedad, el corazón se hace más pequeño porque no necesita bombear tan fuerte para que la sangre llegue hasta las extremidades. Los fluidos del cuerpo se mueven con más facilidad, así que las paredes musculares del corazón se acaban —literalmente— encogiendo.
El espacio también afecta a la visión de muchos astronautas debido a que la presión intracraneal disminuye y además el tamaño de los ojos puede cambiar. Por eso los astronautas tienes gafas de distinta medida a bordo de la EEI.
Por su parte, los huesos pierden calcio y se vuelven más frágiles y los músculos puerden fuerza. Para evitar que se atrofien, los astronautas tienen que hacer ejercicio en una cinta de correr cada día, atados a la máquina.
Fuente: Gizmodo