Desde el balcón de su apartamento en la bonita población de Sallanches, Camille Jouvenceau tiene una vista increíble de Mont Blanc (Alpes), la montaña más alta de Europa occidental. Pero el aire de la montaña no la atrae.
"El aire afuera huele mal, por lo que uno se lo piensa dos veces antes de salir", le dice a la BBC.
Ha tenido bronquitis, asma e infecciones del oído de forma intermitente desde finales de noviembre, cuando la contaminación de partículas finas empezó a llegar a niveles de alerta roja.
"Antes de salir de la casa te preguntas si el aire te va a hacer toser o escupir o que te lloren los ojos", dice Jouvenceau, de 24 años. "Ahora salgo más temprano al trabajo, para poder caminar despacio. Y he dejado de montar en bicicleta o hacer cualquier deporte".
Así es todos los años en los 105 kilómetros de largo del Valle del Arve, hogar de 150.000 personas, rodeado por algunas de las estaciones de esquí más famosas del mundo: Megève, Saint Gervais y Chamonix.
El flagelo de la temporada
En esta región la contaminación de las partículas finas (PM10) y ultra-finas (PM2.5) -las que se meten directamente en nuestros tubos bronquiales y hacer el mayor daño- es peligrosamente alta durante un promedio de 40 días al año.
En invierno, en esta parte de los Alpes se presenta la peor contaminación de partículas finas de Francia.
El problema se agrava por el hecho de que, en la parte inferior de estos profundos valles de montaña, el aire es a menudo más fresco que más arriba. Por ser más frío, no se levanta o se dispersa fácilmente.
El profesor Frank Kelly, presidente de Salud Ambiental en Kings College de Londres, señala que además las montañas bloquean el viento. Kelly ha estado trabajando con los franceses en un proyecto de seguimiento en el valle del Arve.
En la escuela primaria e infantil de San José, los niños más pequeños se mantienen en el interior durante el descanso, mientras que los mayores pueden salir al patio de recreo, pero no se les permite correr.
"Desde que comenzó la alerta de la contaminación, las autoridades prohibieron todos los deportes en la escuela", cuenta la directora Nathalie Gex.
"No hay patinaje, ni piscina tampoco. Nuestro profesor de gimnasia ha estado dando clases de teatro. A la hora del descanso le damos a los niños mayores tiza para dibujar en el suelo, y las tarjetas y los bloques de construcción para jugar, para asegurarnos de que no se muevan demasiado".
Una tradición que se volvió peligrosa
Desde arriba de la montaña se ve la nube de contaminación sobre el valle, pero además se puede ver la principal causa de que exista.
Sorprendentemente, tal vez, no son de los camiones que suben desde el valle hacia el túnel del Mont Blanc e Italia.
No, la causa principal es una fuente de energía renovable que tiene la reputación de ser respetuosa con el medio ambiente: la humilde estufa de madera.
Columnas de humo se levantan de muchas de las casas.
"Los últimos estudios muestran que entre el 60% y el 80% de la contaminación de partículas finas en este lugar provienen de las estufas de leña y chimeneas en las casas de la gente", revela Vincent Hazout, quien recientemente organizó una manifestación para exigir medidas contra la contaminación del aire. Mil personas de Sallanches marcharon con él.
El hijo de seis años de edad de Vicente Hazout ahora padece asma.
Cuando tenía la edad de su hijo, él también sufría de asma. Su familia vivía en París, pero tomó la decisión de irse a causa de su salud: y se fueron a los Alpes por el "aire limpio de la montaña".
"Ahora nosotros vamos a tener que mudarnos por mi hijo, así como mis padres se trasladaron por mí, a menos que podamos resolver este problema de contaminación", dice Hazout.
Campaña para limpiar el aire
El poder de hacer algo por el aire en este valle se encuentra principalmente en manos del representante del gobierno central, llamado el prefecto.
Aunque no aceptó ser entrevistado, su oficina proporcionó detalles de todas las medidas contra la contaminación de aire tomadas durante este invierno... y hay un buen número de ellas:
restricciones a los vehículos pesados más contaminantes, desaceleración voluntaria de alguna actividad industrial, disminución del volumen de quema de residuos y prohibición de quemar leña en los hogares con medios alternativos de calefacción.
"Claramente insuficiente", denuncia Hazout.
"Las autoridades no quieren implementar más medidas drásticas, por temor a ennegrecer la imagen de las estaciones de esquí".
Entonces, ¿cómo son las cosas en las pistas?
En Chamonix, que atrae a miles de esquiadores cada año, el alcalde Eric Fournier asegura que si la gente está en las pistas no corren peligro, pues están por encima de la zona de peligro, y que incluso en la ciudad, la contaminación no es tan mala como en el valle.
También dice que la calidad del aire está mejorando en Chamonix, gracias a un esquema de modernización de las estufas de leña que él puso en marcha.
Sin embargo, en las noches de invierno la calidad del aire en Chamonix sigue siendo insuficiente. Un montón de humo de la madera continúa bombeando partículas finas a pesar del esquema.
Para Vicente Hazout, el camino a seguir es obvio. Pero hará falta voluntad política. Cambiar la forma de calentar los hogares en la región tendrá que volverse mucho más atractivo económicamente o, si eso falla, obligatorio.
El profesor Kelly está de acuerdo.
"Esta contaminación tiene tres causas: la topografía, el clima y el uso de la madera como combustible para la calefacción. No podemos cambiar los primeros dos pero podemos hacer algo sobre la leña", dice.
En enero de 2015, las autoridades de la región de París prohibieron el uso de chimeneas abiertas (más contaminantes que las cerradas), antes de que la ministra de Ecología, Segolene Royal, interviniera para levantar la orden.
Muchas personas en los Alpes franceses esperan que en su área se aplique esa medida o hasta una prohibición aún más amplia sobre la calefacción con leña.
"En cuestión de dos años", asegura Hazout, "podríamos tener este problema resuelto".
Este artículo es parte de la serie #soicanbreathe (para que pueda respirar) de la BBC.