Hace más de 2.000 años, los residentes de Sardis, una antigua ciudad de lo que hoy en día es Turquía, se dedicaron a reconstruir su pueblo tras un devastador terremoto que los dejó en la desolación.
Según afirman los arqueólogos, Sardis tenía una manera peculiar de ahuyentar a los demonios: esconder cáscaras de huevo debajo de los pisos. De esta manera, según la tradición, atraían la buena suerte y evitaban nuevas catástrofes.
Elizabeth Raubolt, de la Universidad de Missouri, trabaja desde hace cuatro años en las excavaciones en Sardis (lideradas por Nick Cahill de la Universidad de Wisconsin) como especialista en cerámica romana. En la reciente Reunión Anual de Arqueología realizada en Chicago, la especialista informó que varias supersticiones del mundo antiguo incluían huevos.
Pero eso no solo ocurría en Sardis. De acuerdo a los historiadores, los romanos solían romper o perforar las cáscaras de los huevos con una cuchara después de comerlos para alejar los maleficios. Actualmente, algunos pobladores de Iraq e Irán utilizan cáscaras de huevo en las “trampas para el demonio”, explicó Raubolt.