BepiColombo, la primera misión europea a Mercurio, está en su última fase de pruebas y ha superado ya los ensayos acústicos, mecánicos y de vibración, antes de su lanzamiento en 2018 y de un viaje de más de siete años hasta el planeta menos explorado y "más misterioso" de nuestro sistema solar.
Así lo detallaron en una sesión informativa los responsables de BepiColombo, cuyos cuatro módulos fundamentales se encuentran ensamblados en la sala limpia del Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial (ESTEC, por sus siglas en inglés), de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Este centro está en la ciudad holandesa de Noordwijk y por sus salas pasan los satélites europeos antes de ser trasladados a Kurú (Guayana Francesa) para ser lanzados al espacio; el objetivo es comprobar su diseño, resistencia -sobre todo térmica- y tecnología.
Y es que las naves de BepiColombo van a estar a unos 58 millones de kilómetros del Sol, por lo que tendrá que soportar temperaturas de hasta 450 grados -estos últimos años ha sido sometida a varias pruebas térmicas-.
Cuando estén en órbita no solo tienen que afrontar el enorme calor del Sol, sino también la radiación infrarroja que emite "el tórrido planeta", de ahí que las antenas, por ejemplo, estén hechas en titanio resistente al calor o que se haya usado un material aislante multicapa de cerámica y aluminio, especialmente diseñado para la misión.
El nombre procede del profesor italiano Giuseppe 'Beppi' Colombo, que tuvo un papel esencial en los años 70 en la misión Mariner 10 de la NASA, una de las dos únicas misiones a Mercurio. La otra es Messenger, también de la NASA, que orbitó el planeta desde 2011 hasta que agotó su combustible en abril de 2015.
BepiColombo consta de dos orbitadores independientes, el Orbitador Planetario de Mercurio (MPO, por sus siglas en inglés) y suministrado por la ESA y el Orbitador Magnetosférico de Mercurio (MMO), suministrado por la agencia espacial japonesa, JAXA.
Ambos serán lanzados en octubre de 2018 conjuntamente a bordo de un cohete Ariane 5 y llegarán a su destino gracias al Módulo de Transferencia de Mercurio (MMT), que los propulsará en un viaje que durará 7,2 años (una vez se separen del MMT, será el orbitador europeo el que se encargue de la propulsión final hasta Mercurio y la nave japonesa será la primera en desprenderse para ir a su órbita).
Además, en su largo viaje a Mercurio, que incluye 18 órbitas alrededor del Sol, BepiColombo necesitará reducir su velocidad y para ello se ayudará de la gravedad de tres planetas en un total de nueve sobrevuelos –uno a la Tierra, dos a Venus y seis a Mercurio–, y un sistema de propulsión eléctrica que aporta 4 kilómetros por segundo de frenado.
Los dos orbitadores y el módulo de transferencia, además de un escudo térmico, se encuentran ahora ensamblados en ESTEC, donde pasan una serie de ensayos.
BepiColombo pesa cuatro toneladas y sus módulos apilados miden 6,4 metros.
Sus responsables aseguran que la misión está cerca de finalizar con éxito su campaña de ensayos: pasó las pruebas mecánicas, vibración y acústicas, y se probó cómo queda ensamblada; ahora hay que desensamblarla para verificar los sistemas de separación.
Además, se repetirán los test de los sistemas eléctricos y se hará un ensayo térmico del módulo de transferencia en noviembre.
En marzo del próximo año, los cuatro módulos saldrán para Kurú, donde serán otra vez montada.
BepiColombo, que acumula varios retrasos, está ahora "casi lista" para ser lanzada en 2018 y cuando llegue a Mercurio la misión durará un año, prorrogable otro, según sus responsables, que no descartan una ampliación.
El contratista principal de la parte europea es Airbus Defence and Space, al frente de un consorcio de 83 compañías de 16 países, también España.
Airbus diseñó y construyó el orbitador planetario -incluido su panel solar-, el módulo de transferencia (su estructura la suministró la filial de Airbus en España) y el escudo protector.
Mercurio es el planeta rocoso más pequeño y menos explorado del Sistema Solar y BepiColombo analizará su estructura interna y generación del campo magnético.
También, los fenómenos químicos de la superficie, como el hielo que se encuentra en los cráteres de los polos que están en permanente sombra, donde se pueden alcanzar los 180 grados bajo cero.
"Hay más preguntas que respuestas, por eso hay que ir a Mercurio", afirmó Álvaro Giménez, director de Ciencia de la ESA, para quien se trata de una de las misiones más complicadas de la agencia.
Según Johannes Benkhoff, del programa científico de la ESA, BepiColombo será esencial para entender la formación de nuestro sistema solar, "un puzzle en el que Mercurio, por su cercanía al Sol, es clave".
Fuente EFE