Los primeros ensayos de una vacuna contra el COVID-19 que apuesta por un tipo de inmunidad diferente de la que tienen las vacunas clásicas han dado unos resultados esperanzadores, destacó un estudio este martes.
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Los primeros ensayos (fase 1) en Alemania de un proyecto de vacuna contra el coronavirus, denominado CoVac-1, mostraron que estimulaba una inmunidad relacionada con los linfocitos T, según este estudio publicado en la revista Nature.
Los linfocitos T son un tipo de glóbulos blancos responsables de la segunda etapa de la respuesta inmunitaria, la inmunidad celular, que completa la de los anticuerpos mediante el ataque directo a las células infectadas y no solamente contra los virus que circulan en el organismo.
Para la primera evaluación clínica de esta vacuna participaron 36 personas de 18 a 80 años de edad, que recibieron una sola dosis de esta vacuna experimental.
El CoVac-1 tiene como objetivo provocar una inmunidad duradera contra el SARS-CoV2, producida mediante los linfocitos T, para reproducir en la medida de lo posible la inmunidad adquirida a través de una infección natural.
Esta inmunidad inducida por las células T es una “respuesta importante para el control de los virus y podría ser utilizada para las personas inmunodeficientes”, destaca el artículo de Nature.
Todos los participantes mostraron una reacción “específica” al SARS-CoV2 mediante los linfocitos T “28 días después de la vacuna, reacción que persistió durante al menos 3 meses”.
Esa respuesta sobrepasó la provocada por la infección natural del coronavirus. Y no fue “alterada” por ninguna variante actual (alfa, beta, gama y delta).
Estos resultados son, sin embargo, muy embrionarios y solamente ensayos más amplios podrán confirmar el interés real de esta vacuna para proteger contra el COVID-19.
Una vacuna clásica provoca en el cuerpo humano la creación de anticuerpos tras la inoculación de un virus. Los linfocitos T permiten una respuesta potencialmente más amplia, aunque su papel en la lucha contra el COVID-19 es aún poco conocido.
Pero en todo caso, pueden ser una ayuda decisiva para los pacientes con cáncer que no consiguen desarrollar una inmunidad clásica, explica el estudio.
Por otro lado, las células T pueden facilitar “la producción de anticuerpos protectores mediante las células B”, que son otro tipo de glóbulos blancos, recuerda el artículo de Nature.
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