Hace solo dos días, el Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles de Sudáfrica anunció la detección de una nueva variante de SARS-CoV-2: la B.1.1.529. Un día después, y en tiempo récord, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la calificó como variante de preocupación, es decir, una versión del virus con el potencial de propagarse más rápidamente y de generar una enfermedad de mayor gravedad. Asimismo, la entidad internacional le dio un nombre propio: ómicron.
¿Por qué la OMS tomó esa rápida decisión? ¿Representa esta nueva variante de SARS-CoV-2 un peligro para la población global?
–Ómicron–
Alrededor de un centenar de casos de la variante ómicron se han detectado hasta la fecha, confinados –principalmente– en países africanos, con Sudáfrica a la cabeza, pero también se ha identificado el virus en Hong Kong, Bélgica e Israel.
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Para Carlos Medina, médico infectólogo y jefe de epidemiología del hospital Cayetano Heredia, ómicron, al menos en laboratorio, cumple con las características de una variante de SARS-CoV-2 de alto riesgo, como lo son delta, alfa, beta y gamma.
“Esta variante sería más transmisible. Esto se puede predecir de acuerdo a la cantidad de casos presentados en tan corto tiempo. El primer caso de ómicron se notificó el 9 de noviembre. Si para hoy ya se tiene un centenar de casos, la transmisión, aparentemente, es bastante alta. Además, se ha encontrado una gran cantidad de carga viral en los pacientes”, explica el especialista.
Otra característica potencial de ómicron es la capacidad de esquivar la inmunidad generada por una infección previa o por una vacuna. Si bien esto no se ha visto en seres vivos, la variante posee mutaciones que están presentes en otras versiones del virus, como delta y beta, y que justamente están asociadas a una reducción de la capacidad neutralizante de los anticuerpos, que ayudan a combatir una infección. Pero eso no es todo, se sugiere también que la variante tendría una mayor virulencia o la capacidad de agente infeccioso de generar enfermedad.
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“Es como si esta nueva variante hubiese cogido lo ‘mejor’ de las variantes predecesoras. Por ejemplo, la transmisibilidad de alfa, la capacidad de esquivar la inmunidad previa de beta y la virulencia de delta y gamma”, sostiene Medina.
–Vigilancia y cuidados–
El Perú lleva a cabo, a través del Instituto Nacional de Salud (INS), procedimientos de vigilancia genómica para identificar las variantes de SARS-CoV-2. A la semana, el INS secuencia 382 muestras de pacientes procedentes de todas partes del país. Hasta el momento, la variante predominante en el Perú es delta (95%). Respecto a ómicron, el INS afirma que no se han detectado casos de esta versión del virus.
“Hemos revisado todos los resultados previos y no hemos detectado la variante ómicron en el país. Es vital seguir con la vigilancia”, indica Roger Araujo, médico e investigador de la Unidad de Intervenciones Estratégicas del INS.
De acuerdo al especialista, no hay que olvidar que la pandemia todavía no ha terminado; por lo tanto, deben mantenerse las medidas como el distanciamiento social, el uso de mascarillas, el lavado de manos y la vacunación.
“Que haya una nueva variante de preocupación en el mundo es un motivo más para seguir con las medidas de prevención, especialmente con la vacunación. Las vacunas son la principal arma que tenemos para combatir el virus”, enfatiza Araujo.
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