Se comportan de forma diametralmente opuesta.
Mientras que en las últimas décadas, el Ártico ha experimentado una disminución drástica del hielo, en el polo sur, la capa de hielo flotante –llamada banquisa– que rodea la Antártica está aumentando su superficie.
Esta es la conclusión de un estudio internacional liderado por investigadores del Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), en Barcelona, que constataron que en 2014 la superficie de hielo marino de la Antártica superó los 20 millones de kilómetros cuadrados.
Esta es la superficie máxima que alcanzó la capa de hielo desde que existen mediciones satelitales confiables de finales de los años 70.
¿Pero cómo es posible que crezca el hielo en un polo mientras se derrite en el otro en un contexto de aumento de las temperaturas globales?
Según las simulaciones hechas por la supercomputadora Mare Nostrum del BSC-CNS, la causa más probable del incremento del hielo flotante en la Antártica es el aumento de los vientos fríos en ciertas regiones del polo sur.
Aumento del hielo y calentamiento
"En principio, hay que tomar en cuenta que los dos lugares son muy diferentes", explica François Massonnet, investigador de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, y miembro del equipo de Ciencias de la Tierra del BSC-CNS.
"En el Ártico tienes un océano rodeado por continentes, por eso el hielo, encerrado entre los continentes, se derrite en respuesta al aumento de la temperatura en el aire", agrega el autor principal del estudio.
"En la Antártica, en cambio, tienes un continente en el medio, rodeado por mar. Esta configuración hace que el hielo, sobre todo en invierno, reaccione mayormente a los cambios en el viento y en menor medida a los cambios en la temperatura".
Esto quiere decir -aclara el investigador- que en la Antártica "los cambios no son incompatibles con el calentamiento global".
Vientos del sur
Los vientos dominantes en la Antártica son los circunpolares (circulares alrededor del polo), en el interior se mueven en dirección oeste-este.
Sin embargo, el estudio apunta a que en 2014, se registró un incremento de los vientos que soplan desde el sur hacia el norte.
Estos vientos, generados en las zonas más frías del interior del continente antártico, se expanden hacia el exterior y así favorecen la formación de más hielo en el mar, en zonas donde antes no se formaba.
Tras poner a prueba y descartar varias hipótesis, Massonnet constató que existe un vínculo claro entre las regiones que manifestaron un aumento de hielo oceánico en 2014 y el aumento de vientos en esas mismas zonas.
"Las simulaciones y observaciones nos han permitido descartar otras posibles explicaciones y nos muestran que la hipótesis más probable es que estos vientos fríos, procedentes de zonas de temperaturas más bajas sean los causantes del aumento de la capa de hielo en 2014".
Origen de los cambios
¿Por qué ha cambiado la dirección de los vientos?
"Sabemos que cambian porque lo hace la distribución espacial del sistema de presión", indica Massonnet.
Pero qué factores han impulsado este cambio en la distribución es algo que por el momento no han podido explicar.
Algunas hipótesis que se planteó el investigador se relacionan con el agujero en la capa de ozono, con la acumulación de gases con efecto invernadero y con la variabilidad natural de los patrones que rigen los vientos.
Sin embargo, enfatiza, "es imposible decir en esta etapa a qué se debe el cambio".
"Solo podemos establecer un vínculo entre el hielo y el viento, y el viento y la presión atmosférica. Eso es todo", asegura.
Desconocer las causas también hace imposible predecir cómo el hielo de la Antártica se comportará en el futuro.
"Tenemos que aceptar, además, que nuestro entendimiento del hielo antártico es mucho más limitado en comparación con lo que sabemos del hielo ártico", señala Massonnet.
Por esta razón, hacer predicciones no es tarea fácil.