Los universitarios suelen ser sedentarios. (Unsplash)
Los universitarios suelen ser sedentarios. (Unsplash)
Agencia Europa Press

Una nueva investigación de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, aborda una concepto conocido en su país como “freshman 15” que alude a las 15 libras (algo más de 6 kilos) que supuestamente engordan los estudiantes en su primer año de universidad, aunque en realidad la media es de 2.5 kilos. Los investigadores sugieren que no es inevitable pero que contrarrestar este aumento de peso podría ser más complicado que simplemente dar un paseo por el patio.

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El término, como recuerdan los autores, es en realidad un poco erróneo, ya que los estudiantes suelen engordar solo unos 2,5 kilos durante su primer año. Pero se trata de una cantidad considerable de peso, sobre todo para los estudiantes que ya tienen sobrepeso.

En el estudio, los investigadores de la UGA descubrieron que los estudiantes de primer año engordan unos 3 kilos de media a lo largo del semestre. Pero la aplicación de pautas saludables desde el principio puede ayudar a evitar ese aumento de peso.

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El estudio, publicado en la revista ‘Journal of American College Health’, reveló que la actividad física vigorosa, el tipo de ejercicio que eleva el ritmo cardíaco y hace sudar, era casi inexistente entre los estudiantes de primer año. La Asociación Americana del Corazón recomienda que todos los adultos realicen 150 minutos semanales de actividad aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos de ejercicio intenso (o una combinación de ambos). Al inicio del estudio, solo dos de cada cinco estudiantes cumplían el nivel de actividad recomendado.

Eso no quiere decir que ninguno de los estudiantes hiciera ejercicio. De hecho, su actividad física moderada, como caminar por el campus o ir en bicicleta a un ritmo casual, no cambió mucho respecto a cuando estaban en el instituto. Algunos estudiantes de primer año incluso aumentaron su actividad moderada.

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Pero al final del estudio -que siguió a los estudiantes durante su primer semestre en la escuela- casi el 70% de los estudiantes informaron que no realizaban ninguna actividad física vigorosa. Al principio del estudio, los estudiantes declararon niveles de actividad más elevados, y solo el 40% dijo que no hacía suficiente ejercicio como para empezar a jadear al principio del estudio.

“Hay que estar realmente motivado para realizar ese nivel de actividad -reconoce Yangyang Deng, autor principal del estudio y estudiante de posgrado en la Facultad de Educación Mary Frances Early-. En el instituto hay muchas oportunidades de participar en deportes, pero éstas desaparecen para muchos estudiantes en la universidad”.

Como resultado, los estudiantes del estudio vieron aumentos modestos pero significativos en el índice de masa corporal (IMC). Los estudiantes también añadieron una media de algo más de 3 libras (1,4 kilos) al final del semestre, lo que parece poco, pero que se acumula fácilmente con el paso de los años en la universidad.

A pesar de los planes de comidas y el acceso a algunas opciones de comedor en el campus durante las 24 horas del día, el estudio demostró que ni el estado del plan de comidas ni el hecho de que el estudiante viviera en el campus o fuera de él predecían significativamente el aumento de peso. Pero la falta de actividad vigorosa sí lo hizo.

“La transición de la vida desde la escuela secundaria es importante, y sabemos por la investigación que las transiciones de la vida son un gran factor en el cambio de nuestros comportamientos de salud -señala Sami Yli-Piipari, autor del estudio, profesor asociado en la Facultad de Educación y director del Laboratorio de Actividad Física y Fitness de los Niños-. Y otros estudios han informado previamente de que cuanto más exigente es la universidad desde el punto de vista académico, más peso ganan los estudiantes”.

Sin embargo, los estudiantes que eran muy activos en su vida antes de la universidad, siguieron siendo muy activos en la universidad, lo que subraya la importancia de enseñar a los niños que hacer ejercicio y llevar una dieta saludable es importante para su futuro.

“El mensaje de este estudio es que tenemos que hacer un mejor trabajo para ayudar a los jóvenes a ser activos, porque eso afecta a lo activos que son también más adelante en la vida”, resume Yli-Piipari.

El estudio hizo un seguimiento de más de 100 estudiantes, midiendo aspectos como la actividad física, el IMC, la motivación (o la falta de ella) para hacer ejercicio y la opinión de sus amigos y familiares sobre sus hábitos de ejercicio. Los investigadores también examinaron el papel de los servicios universitarios en los niveles de actividad de los estudiantes.

Por ejemplo, los centros de salud de las universidades suelen tener programas para enseñar a los estudiantes a cocinar comidas más saludables y a incorporar más actividad a sus vidas, pero los investigadores descubrieron que la mayoría de los estudiantes del estudio no sabían que estos servicios estaban disponibles. Y ese conocimiento no mejoró a lo largo del semestre.

“El aumento del IMC de los estudiantes es obviamente una preocupación, pero realmente deberíamos centrarnos en una visión más holística de la salud, especialmente en aumentar la actividad moderada y vigorosa de los estudiantes -subraya Deng-. Establecer estos buenos hábitos de ejercicio ahora puede tener beneficios para toda la vida”.

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