En Shanghái hay un museo completo que contiene 70.000 artefactos dedicados a un hombre, “el científico del pueblo” Qian Xuesen.
Qian es el padre del programa espacial y de misiles de China.
Su investigación ayudó a desarrollar los cohetes que lanzaron el primer satélite de China al espacio; los misiles, se convirtieron en parte del arsenal nuclear del gigante asiático.
MIRA: El modelo matemático que dice que es posible viajar en el tiempo (y soluciona un problema que enfrentan estas teorías)
Por eso es venerado como un héroe nacional.
Pero en otra superpotencia, en la que estudió y trabajó durante más de una década, sus importantes contribuciones rara vez se recuerdan.
Superdotado
Qian nació en 1911, cuando la última dinastía imperial de China estaba a punto de ser reemplazada por una república.
Sus padres tenían una buena educación y su padre, después de trabajar en Japón, estableció el sistema educativo nacional de China.
Era evidente desde una edad temprana que Qian era un superdotado, y finalmente se graduó como el mejor de su clase en la Universidad Jiao Tong de Shanghái, ganando una excepcional beca para el Instituto de Tecnología de Massachusetts en Estados Unidos (MIT, por sus siglas en inglés).
En 1935, el joven, esbelto y bien vestido, llegó a Boston.
Qian pudo haber experimentado algo de xenofobia y racismo, dice Chris Jespersen, profesor de historia en la Universidad de North Georgia.
Pero había “también un sentimiento de esperanza y fe en que China [estaba] cambiando de manera fundamentalmente significativa”, y ciertamente habría estado entre las personas que respetaban sus conocimientos.
MIRA: La Biblioteca del Vaticano recurre a la IA para proteger la digitalización de documentos históricos de ciberataques
Chiflados y fantasiosos
Del MIT, Qian se trasladó al Instituto de Tecnología de California (Caltech), para estudiar con uno de los ingenieros aeronáuticos más influyentes del momento: el emigrado húngaro Theodore von Kármán.
Allí, Qian compartió una oficina con otro científico prominente, Frank Malina, quien era un miembro clave de un pequeño grupo de innovadores conocido como Suicide Squad o Escuadrón Suicida.
El grupo se había ganado este apodo por sus intentos de construir un cohete en el campus, y porque algunos de sus experimentos con sustancias químicas volátiles salieron muy mal, le explicó a la BBC Fraser Macdonald, autor de “Escape from Earth: A Secret History of the Space Rocket”.
Aunque subraya que nadie murió.
Un día, Qian se vio envuelto en una discusión de un problema matemático complicado con Malina y otros miembros del grupo y pronto se volvió parte integral de él, produciendo una investigación fundamental sobre la propulsión de cohetes.
En ese momento, la ciencia espacial era “cosa de chiflados y fantasiosos”, dice Macdonald.
“Nadie se tomaba en serio; ningún ingeniero con inclinaciones matemáticas habría arriesgado su reputación diciendo que ese era el futuro”.
Pero eso cambió rápidamente con el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
El escuadrón en la guerra
El Escuadrón Suicida llamó la atención del ejército de EE.UU., que pagó por la investigación del despegue asistido por jet, en el que se ponían propulsores en las alas de los aviones para permitirles despegar desde pistas cortas.
La financiación militar también ayudó a establecer el Jet Propulsion Lab (JPL) en 1943, bajo la dirección de Theodore von Kármán.
Qian, junto con Frank Malina, estaba en el corazón del proyecto.
Como la República de China era un aliado de Estados Unidos, no había problema con que un científico chino fuera clave del programa espacial estadounidense.
Qian recibió autorización de seguridad para trabajar en la investigación de armas clasificadas e incluso sirvió en la Junta Asesora Científica del gobierno de EE.UU.
Al final de la guerra, era uno de los principales expertos del mundo en propulsión a chorro, y fue enviado con Theodore von Kármán en una misión extraordinaria a Alemania, ocupando el rango temporal de teniente coronel.
Su objetivo era entrevistar a ingenieros nazis, incluido Wernher von Braun, el científico de cohetes más importante de Alemania. Estados Unidos quería saber exactamente qué sabían los alemanes.
Pero a finales de la década, la brillante carrera de Qian en EE.UU. se detuvo repentinamente y su vida comenzó a desmoronarse.
Los malos
En China, el presidente Mao declaró la creación de la República Popular comunista en 1949, y rápidamente los chinos empezaron a ser vistos en Estados Unidos como “los malvados”, dice Chris Jespersen.
“En EE.UU. pasamos por períodos en los que estamos enamorados de China, luego sucede algo y lo vilipendiamos”, le dice a la BBC el historiador.
El nuevo director del JPL llegó a creer que había una red de espías en el laboratorio y compartió sus sospechas sobre algunos miembros del personal con el FBI. “Observó que todos eran chinos o judíos”, dice Fraser Macdonald.
La Guerra Fría estaba en marcha y las cazas de brujas anticomunistas de la era McCarthy estaban a la vuelta de la esquina.
Fue en esa atmósfera que el FBI acusó a Qian, Frank Malina y otros de ser comunistas y una amenaza para la seguridad nacional.
Sus culpas
Los cargos contra Qian se basaron en un documento de 1938 del Partido Comunista de Estados Unidos que mostraba que había asistido a una reunión social que el FBI sospechaba que era una reunión del Partido Comunista de Pasadena.
Aunque Qian negó ser miembro del partido, una nueva investigación indica que se unió al mismo tiempo que Frank Malina en 1938.
Pero esto no lo convierte necesariamente en marxista: ser comunista en este momento era una declaración de antirracismo, aclara Fraser Macdonald.
El grupo quería resaltar la amenaza del fascismo, dice, así como el horror del racismo en Estados Unidos. Usaban las reuniones comunistas para discutir campañas contra, por ejemplo, la segregación en la piscina local de Pasadena, en las que había una tarde reservada para los negros. Esa noche, lavaban la piscina para que los blancos pudieran usarla tranquilos el resto de la semana.
Zuoyue Wang, profesor de historia en la Universidad Politécnica del Estado de California, Pomona, señala que no hay evidencia de que Qian haya espiado para China o haya sido un agente de inteligencia cuando estuvo en Estados Unidos.
Sin embargo, fue despojado de su autorización de seguridad y puesto bajo arresto domiciliario. Los colegas de Caltech, incluido Theodore von Kármánn, escribieron en vano al gobierno alegando la inocencia de Qian.
En 1955, cuando Qian había pasado cinco años bajo arresto domiciliario, el presidente Eisenhower tomó la decisión de deportarlo a China.
El científico partió en barco con su esposa y dos hijos nacidos en Estados Unidos y les dijo a los reporteros que nunca volvería a poner un pie en suelo estadounidense.
Cumplió su promesa.
A otra cosa...
“Era uno de los científicos más destacados de Estados Unidos. Había contribuido mucho y podría haber contribuido mucho más. Así que para él no fue solo una humillación, sino también una traición”, dice el periodista y escritor Tianyu Fang.
Qian llegó como un héroe a China, pero no fue admitido de inmediato en el Partido Comunista chino.
Su historial no era impecable.
Su esposa era la hija aristocrática de un líder nacionalista, y hasta que Qian cayó en desgracia había estado viviendo feliz en Estados Unidos, incluso había dado los primeros pasos para solicitar la ciudadanía.
Cuando finalmente se convirtió en miembro del partido en 1958, se acogió a él y siempre trató de permanecer en el lado correcto del régimen. Así sobrevivió a las purgas y a la Revolución Cultural, y pudo seguir una carrera extraordinaria.
Volando alto
Cuando llegó a China había poca comprensión de la ciencia espacial, pero 15 años después supervisó el lanzamiento del primer satélite chino al espacio.
A lo largo de las décadas, formó a una nueva generación de científicos y su trabajo sentó las bases para que China enviara a sus propios astronautas a la Luna.
Irónicamente, el programa de misiles que Qian ayudó a desarrollar en China resultó en armas que luego fueron disparadas contra Estados Unidos.
Misiles “gusano de seda” de Qian fueron disparados contra estadounidenses en la Guerra del Golfo de 1991, señala Fraser Macdonald, y en 2016 contra el USS Mason por rebeldes hutus en Yemen.
“Es una extraña circularidad: EE.UU. expulsó esa experiencia que se volvió en su contra”.
El tiro por la culata
Al adoptar una línea dura contra el comunismo interno, indica, el país deportó “los medios por los cuales uno de sus principales rivales comunistas podría desarrollar sus propios misiles y programa espacial... un extraordinario error geopolítico”.
Un exsecretario de la Marina estadounidense, Dan Kimball, luego director de la empresa de propulsión de cohetes Aerojet, alguna vez declaró que era “la cosa más estúpida que ha hecho este país”.
En opinión de Fraser Macdonald, la historia de Qian es una advertencia sobre lo que sucede cuando se expulsa el conocimiento.
“Durante toda la historia, la ciencia estadounidense ha sido impulsada por personas que vienen de afuera... pero en estos tiempos conservadores esa es una historia que se vuelve más difícil de celebrar”.
Además, cuando se celebra, unos prevalecen sobre otros.
La contribución al programa espacial de los nazis llevados en secreto a EE.UU., como Wernher von Braun, es aplaudida y sus logros reconocidos de una manera que no se reconocen los de Qian y otros del JPL, subraya Macdonald.
“La idea de que el primer programa espacial viable de Estados Unidos fue iniciado por socialistas locales, ya sean judíos o chinos, no es realmente una historia que Estados Unidos quiere escuchar”, dice.
La otra cara de la Luna
La vida de Qian duró casi un siglo.
En ese tiempo, China pasó de ser un economía insignificante a una superpotencia en la Tierra y en el espacio.
Qian fue parte de esa transformación.
Pero su historia podría haber sido una de las que enorgullecen a EE.UU., aquellas sobre alguien con talento que, sin importar sus orígenes, logra prosperar.
El año pasado, cuando China hizo historia y alunizó en el otro lado de la Luna, en el cráter Von Kármán que lleva el nombre del ingeniero aeronáutico que fue mentor de Qian.
Un guiño, quizás, al hecho de que el anticomunismo estadounidense ayudó a impulsar a China al espacio.
VIDEO RELACIONADO
TE PUEDE INTERESAR:
- El modelo matemático que dice que es posible viajar en el tiempo (y soluciona un problema que enfrentan estas teorías)
- La Biblioteca del Vaticano recurre a la IA para proteger la digitalización de documentos históricos de ciberataques
- La Biblioteca del Vaticano recurre a la IA para proteger la digitalización de documentos históricos de ciberataques
- Estas son las aplicaciones que sufren más hackeos
- Harmony Square, el videojuego que hace que los usuarios sean menos vulnerables a las noticias falsas
- Cuidado: descubren una vulnerabilidad de Windows que permite a los hackers tener control total de tu PC
- El uso global de las redes sociales suma más de 10.000 millones de horas al día
- Youtube en el Perú | Horas de contenido subido a la web aumentaron un 220% en el último año
- App de Disney Plus estará disponible en Perú en Smart TVs
- Los 5 tipos de malware que más afectan a las personas en internet en 2020
- El Nokia 5.3 es un smartphone más que sorprendente | ANÁLISIS
- PlayStation 5 | Sony confirma que PS5 no tendrá soporte para resolución de 1.440 píxeles
Síguenos en Twitter...