Durante casi una década, Gregory Sutton y sus colegas de la Universidad de Bristol y Cambridge, en Reino Unido, han estado estudiando con ayuda de cámaras de alta velocidad los secretos de los invertebrados más acrobáticos del mundo.

Parte de la investigación está centrada en cómo las pulgas, langostas e incluso las mantis se elevan velozmente en el aire.

Para hacerlo, estos insectos pegan liberan grandes cantidades de energía y aceleran en un lapso muy corto de tiempo.

La pulga, por ejemplo, libera la energía por sus patas traseras en un milésimo de segundo.

Los saltamontes, que son más robustos, lo hacen en 30/1000 de segundo.

Pasos de ballet

Uno de los problemas es que para pegar el salto, las dos patas deben reaccionar al mismo tiempo.

"Si cada una despega en un momento diferente, el insecto sólo gira", le explica Sutton a la BBC.

En el caso de la mantis, cada vez que saltan, el cuerpo gira. Para controlar donde aterrizan, deben control este movimiento.

Los experimentos revelaron que este insecto ajusta su rotación según el sitio en el que quiera posarse.

Como si fuese una bailarina, la mantis extiende sus extremidades para frenar la rotación a medida que se desplaza por el aire.

Estos saltos y estrategias de aterrizaje son importantes para la supervivencia de los insectos en su entorno: les permite escapar y llegar a destino a salvo cuando cazan.

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