Este año se cumplen cuatro décadas de los primeros casos de sida en el mundo. En este tiempo, más de 36 millones de personas han perdido la vida debido a la epidemia. Y hoy en el país unas 87 mil personas viven con VIH y todavía fallecen 800 peruanos cada año por enfermedades relacionadas con el sida, según datos del Ministerio de Salud.
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Ahora, las personas que viven con VIH pueden llevar una vida plena si tienen un acceso temprano y gratuito al tratamiento, que les permite mantener bajo control al virus y su esperanza de vida es incluso igual que la de las personas sin ningún tipo de condición de salud, de acuerdo con Onusida.
Además, el tratamiento antirretroviral, que es gratuito en el Perú, permite que la persona llegue a ser indetectable, es decir, que tenga tan pocas copias del virus en su cuerpo que este no aparece en las pruebas y, por tanto, su sistema inmune no se debilite. Llegar a este punto es clave porque la persona tampoco transmite el virus. Así lo demostró el estudio Partner, publicado en 2019 en The Lancet.
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Es por ello que es vital que las personas con un diagnóstico accedan rápidamente al tratamiento, y que este sea gratuito, dice AHF Perú, que esta semana reportó que la pandemia de COVID-19 redujo en 55% la detección de casos de VIH en el país, lo que hará que el virus avance, que el diagnóstico se retrase y que las personas comiencen, en consecuencia, más tarde su tratamiento.
Si bien la terapia antirretroviral, a la que acceden una 69 mil personas en el Perú, ha significado un punto de quiebre en la epidemia, pues las muertes relacionadas al sida han caído dramáticamente, no ha sucedido lo mismo con la investigación de una vacuna preventiva. Más de una decena de proyectos ha fracasado, pero por primera vez en más de una década un estudio de una vacuna ha llegado este año a la fase III, la última de la fase clínica, y se espera que tenga éxito. Se trata del estudio Mosaico, que también se lleva a cabo en el Perú con más de 900 voluntarios.
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“Los resultados preliminares probablemente se van a tener a finales del 2023″, nos dijo Jorge Gallardo, del Centro de Investigaciones Tecnológicas, Biomédicas y Medioambientales de la Universidad de San Marcos (CITBM), uno de los cinco centros que participan en este estudio.
El Comercio conversó con la Dra. Stacey Rizza, experta en VIH y sida de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, y directora médica ejecutiva de práctica de Mayo Clinic International, a propósito del Día Mundial de la Respuesta frente al Sida.
“Con más de 36 millones de vidas perdidas por enfermedades relacionadas al sida, esta es una de las más destructivas epidemias en la historia de la humanidad”, dice la experta.
- Se está investigando una vacuna para el VIH, que está en última fase. En caso tengan éxito los ensayos clínicos, ¿cuál podría ser el impacto que podría tener en la epidemia del sida?
En los últimos 30 años hemos gastado miles de millones de dólares en investigar las vacunas. Desafortunadamente, ninguno de los dos tipos de vacunas ha resultado. Están las vacunas terapéuticas, que sirven para reforzar la inmunidad de las personas que ya tienen VIH; y las preventivas, que ayudan a crear inmunidad para quienes no tienen la infección. Pero hasta ahora ninguna ha sido efectiva. Hubieron muchos proyectos, pero no lograron ser completamente efectivos para prevenir o controlar la infección. Tenemos que esperar los resultados de los ensayos clínicos [actuales], porque en el pasado incluso aquellos [proyectos] que mostraban resultados en animales no han tenido éxito en humanos. Pero debemos tener esperanza de que suceda, cruzo los dedos.
- Hay nuevas alternativas como las inyecciones mensuales en lugar de las píldoras diarias para el tratamiento del VIH. Pero ¿qué tan cerca estamos de que todas las personas, en todos los países, puedan acceder a estas alternativas que ya se usan en EE.UU., por ejemplo?
Es una gran pregunta. Generalmente, cuando hay un nuevo medicamento debemos preocuparnos de que sea accesible a todas las personas, sin importar el país donde vivan o la clase social o económica. En EE.UU. y otros países ya hay acceso en clínicas públicas y clínicas de VIH, pero tenemos que seguir trabajando para que estén disponibles en todos los sistemas públicos de salud del mundo, pero tomará un tiempo para que estén disponibles en estos lugares.
[En el Perú las personas que reciben tratamiento antirretroviral deben tomar píldoras diarias que combinan varios medicamentos, y según su condición o la disponibilidad de los fármacos, pueden tomar más de una píldora diaria]
- En el Perú se ha priorizado a las personas que viven con VIH en la vacunación contra el COVID-19. ¿Qué tanto riesgo tienen frente a esta enfermedad en caso se contagien?
Sí, [es una población en riesgo]. El VIH causa una depresión y una desregulación del sistema inmune. Cuando esto sucede, las células inmunes no se comportan bien. Cuando hay una infección por SARS-CoV-2 se ha determinado que hay una deficiencia en la inmunidad. Entonces, tanto la OMS como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en los EE.UU., dan preferencia [en el acceso a vacunas covid] a las personas con alguna enfermedad autoinmune y también personas que viven con VIH. Es una decisión universal de los departamentos de salud del mundo.
- La pandemia afectó el acceso a medicamentos y el diagnóstico del VIH en países de América Latina, entre ellos el Perú. ¿Cuáles deberían ser las medidas que deberían tomar las autoridades para que la situación no se agrave?
Creo que lo más importante es que los ministerios incentiven a las personas a hacerse las pruebas de diversas enfermedades, entre ellos los test de VIH. Es importante lograr que la población comprenda que es seguro ir al médico para continuar con sus análisis. Lo más importante en el control de la epidemia [del sida] es saber quién tiene VIH [diagnóstico], el acceso a los medicamentos y que las personas que tienen VIH tomen sus medicamentos, además de tener un seguimiento médico. También debemos entender que los hospitales, aunque se atiendan personas con covid, son lugares seguros.
DATO:
Según el protocolo de inmunización del Minsa, las personas que viven con VIH pueden acceder a una dosis de refuerzo al cumplir tres meses de su segunda dosis.
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