Debido a que desde comienzos de mayo hasta el 23 de julio se habían diagnosticado más de 16.000 casos de viruela del mono en 75 países, la OMS declaró ese día que esa enfermedad constituye una emergencia de salud pública de interés internacional (PHEIC, en inglés).
Esa es una declaración formal y burocrática de la OMS, que se hace cuando ocurre “un evento extraordinario que puede constituir un riesgo para la salud pública de otros países a través de la propagación internacional de una enfermedad, y que requiere una respuesta internacional coordinada”.
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La PHEIC se expide cuando se considera que una enfermedad se vuelve “seria, repentina, inusual o inesperada”, y su objetivo principal es estimular la coordinación de todos los países para prevenir los riesgos en la población general, con acciones basadas en ciencia y evidencia. Cuando se declara, los países (a través de sus ministerios de salud) tienen la obligación legal de responder e implementar medidas de control de la enfermedad en cuestión.
Desde el 2007, se han declarado PHEIC en seis ocasiones: gripe porcina, poliomielitis, ébola, zika, kivu ébola (brote 2018-2020) y COVID-19. La viruela del mono es entonces la séptima en los últimos 15 años. Otro propósito en declarar una emergencia de salud pública de interés internacional es educar y sensibilizar al público en lo que a la enfermedad se refiere.
El gran misterio
La mayor incógnita en la presente epidemia de viruela del mono es: ¿cómo se explica que una enfermedad, que por décadas se contagiaba principalmente de animales a humanos, y estuvo confinada a un puñado de países en África Central y Occidental, se ha extendido con tal rapidez en 75 países del mundo? Para responder, es necesario examinar la evidencia científica generada en los últimos años y, sobre todo, revisar lo sucedido en África en décadas pasadas.
Un estudio cardinal, publicado en “PLOS Neglected Tropical Diseases” el 11 de febrero del 2022, revisó 1.995 artículos publicados sobre el tema, de los cuales seleccionó 48 y encontró que en la década del 70 se notificaron 47 casos de viruela del mono sospechosos y confirmados en seis países africanos; en la década del 80 fueron 343; y 511 en la década de los noventa.
¿Será posible que estemos frente a una enfermedad diferente a la que se producía por décadas en África Central y Occidental, la cual se ha estado extendiendo durante muchos meses o años antes de que explosione?
El número de casos sospechosos y confirmados aumentó explosivamente en las primeras dos décadas de este siglo, lo que afectó a la República Democrática del Congo, país que registró 4.594 casos sospechosos entre enero y setiembre del 2020.
El segundo país más afectado es Nigeria, que entre el 2017 y 2018 notificó 269 casos sospechosos y 115 confirmados (79% varones y siete muertos), y en el que estudios genómicos demostraron –según la OMS– contagio directo entre seres humanos.
¿Qué ha pasado?
Un estudio portugués publicado en “Nature Medicine” del 24 de junio da una pista. El análisis genómico de 15 muestras de virus de la actual epidemia demostró que –comparado con el brote de Nigeria del 2018– tiene 50 mutaciones. Un reporte del INS, que secuenció el primer virus en el Perú, encontró 68 mutaciones.
¿Será posible que estemos frente a una enfermedad diferente a la que se producía por décadas en África Central y Occidental, la cual se ha estado extendiendo durante muchos meses o años antes de que explosione?
Según un reporte de la Radio Pública de Estados Unidos, ese podría ser el caso. Al parecer, el cuadro clínico de la viruela del mono no es el que está descrito en los libros de medicina que describen la enfermedad del siglo pasado.
En muchos casos no hay síntomas generales (fiebre, dolor de cuerpo) y el signo cardinal de la enfermedad sería la erupción de la piel, que en su mayoría no es lo que se ve en las antiguas fotografías con vesículas en todo el cuerpo, sino que puede estar limitado a algunas cuantas pocas lesiones, principalmente en las zonas genitales.
El Perú es el país con más casos por millón de habitantes de Sudamérica. Hasta el 23 de julio se reportaron 183 casos en hombres homosexuales y bisexuales. Con tan alto número, el Minsa está en la obligación de estudiar y reportar prontamente las características clínicas de los pacientes afectados, información que podría ser usada en el diseño de campañas educativas en los grupos afectados y la población general.
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Hasta ahora, la enfermedad es casi exclusiva de personas homosexuales y bisexuales, pero en Europa y EE.UU. ya hay casos en niños y mujeres heterosexuales, y se considera que –al igual que con el VIH/sida– podría salir de los cerrados círculos en los que hasta ahora se encuentra.
El modo de contagio está en reevaluación. Se encontró que el virus está en la saliva, semen y otras secreciones de infectados, pero su rol en el contagio no es claro. Según una prepublicación británica, podría existir contagio por aerosoles. Hasta ahora (aunque puede cambiar en próximas semanas) se considera que se necesita un contacto muy estrecho para su contagio.
Al igual que con el COVID-19, la información científica en las próximas semanas será muy dinámica y cambiante. Debemos estar muy atentos también a las ‘fake news’ y a los mensajes de odio a la comunidad LGBT.