El Área de Conservación Privada (ACP) Milpuj La Heredad es una zona destinada a la protección de la biodiversidad de los bosques secos de la región Amazonas, en Perú.
Surgió por el esfuerzo personal de María Dolores Arce de Heredia, Lola, y su hijo Pedro Heredia, Perico, quienes dejaron su vida en Lima para instalarse en un terreno de 70 hectáreas de bosques, recibidos como herencia familiar.
De este espacio, 17 hectáreas han sido reconocidas como ACP, un área de bosques estacionalmente secos situada entre los 1800 y 2500 metros sobre el nivel del mar, en el distrito de Magdalena, en el valle del río Utcubamba, Amazonas.
Y en el camino, a este proyecto iniciado por los Heredia, se sumaron Wagner Guzmán Castillo, ingeniero agrícola especializado en ecología e investigador de la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza en Chachapoyas, y su hijo Giovanni Guzmán, un joven interesado por la naturaleza y la conservación.
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La experiencia de las cámaras trampa
En el año 2014, Pedro Heredia, Wagner Guzmán y su hijo Giovanni Guzmán decidieron empezar a trabajar en el reconocimiento del bosque. Durante varios días se dedicaron a identificar huellas y sonidos de los animales que habitan el ACP Milpuj La Heredad.
Luego de esta experiencia, Pedro consideró que era necesario contar con cámaras trampa, puesto que sin estos equipos iba a resultar imposible determinar qué animales existían realmente en la zona, así como saber por dónde transitaban estas especies.
Ese mismo año, Giovanni, el hijo de Wagner, de solo 13 años, fue uno de los ganadores del concurso Google Science Fair y decidió invertir su premio de 1000 dólares en comprar las dos primeras cámaras trampa para observar la fauna de la ACP. En noviembre de ese año se instalaron estos dos equipos.
“En una primera etapa, decidimos dedicar unos meses al aprendizaje del uso de estos equipos y los colocamos en diferentes puntos dentro y fuera de las quebradas del territorio del área de conservación”, explicó Pedro Heredia, propietario del lugar.
En ese período, contó Heredia, “detectamos, de manera esporádica, principalmente aves y algunos roedores típicos de la zona”.
Fue en base a este aprendizaje que los conservacionistas decidieron establecer el siguiente plan: en una primera etapa instalarían las cámaras trampa en puntos específicos por tres meses y las mantendrían activas las 24 horas. En una segunda etapa, también de tres meses, además de las cámaras trampa que grabarían video cada 20 segundos durante las 24 horas del día, colocarían en una rama o palo, una esponja sobre la que se rociaría cada 15 días una colonia cargada de feromonas para atraer a la fauna.
Además, como parte del plan decidieron instalar también, en la segunda etapa, un bebedero artificial con agua y sal natural obtenida en el campo para premiar a los animales.
Heredia señala que en ambos períodos, las cámaras trampa fueron colocadas en los mismos lugares con el propósito de tener homogeneidad en la recopilación de información.
El objetivo principal fue conocer qué animales existían y qué rutas utilizaban frecuentemente al transitar, así como determinar los cambios que se experimentaban en cuanto a apariciones de fauna en ambas etapas al presentar escenarios distintos, es decir, con y sin bebederos, comentó Guzmán sobre el trabajo que realizaron durante más de dos años.
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Esperanza de conservación
Ahora cientos de videos con información por analizar y clasificar forman parte del trabajo de estos conservacionistas en el ACP Milpuj La Heredad, contó Wagner Guzmán.
Las imágenes muestran a grupos de aves llegando a los bebederos y comiendo lombrices con la sal natural luego de tomar agua; conejos que ya no bajan al valle y utilizan los bebederos artificiales, disminuyendo así su riesgo de muerte por atropello. Antes tenían que cruzar la vía asfaltada que pasa cerca del área reservada para llegar al río, su fuente de agua principal.
También se observan en los videos a los añujes disfrutando del agua y la sal, entre otras escenas sorprendentes que ofrece la biodiversidad de un bosque estacionalmente seco.
Una de las recomendaciones, explicó Guzmán, sería la posibilidad de crear ambientes artificiales donde los animales puedan encontrar aspectos básicos como agua y sal, evitando trasladarse hacia lugares donde el riesgo de muerte es más alto.
Cuando compararon los videos de los registros en los lugares antes de instalar los bebederos y la sal con las imágenes captadas cuando estos elementos ya estaban instalados, el resultado indicó que la cantidad de animales que se acercaban a estas zonas aumentó en 500 % cuando ya estaban instalados el agua y la sal.
Es decir que, se estableció que ambientes muy bien estructurados con bebederos y sal, permiten la llegada de más fauna y ofrecen la esperanza de mitigar o disminuir la muerte de esta. Los resultados han sido los mismos para aves y mamíferos.
El futuro de la conservación
Los conservacionistas han adquirido nuevas y modernas cámaras trampa que permiten transmitir en tiempo real lo que sucede en el bosque.
El plan —explicó Heredia— es ofrecer a los turistas que visitan el ACP Milpuj La Heredad, información en una sala o centro de interpretación sin que deban ingresar al bosque.
También continuarán con las investigaciones de flora y fauna, y del contexto histórico cultural prehispánico del grupo étnico denominado ‘Los Chillaos’.
También tienen planificado realizar programas anuales de restauración ecológica con la siembra de especies nativas propias del ecosistema.
Además, el ACP Milpuj La Heredad cuenta con un plan de desarrollo turístico y un albergue llamado La Casa de Doña Lola, abierto para los visitantes. También disponen de un sendero etnobotánico en el bosque seco, un programa de avistamiento de aves y el proyecto de un futuro Centro de Interpretación.
Puede leer la historia completa escrita por Yvette Sierra en Mongabay Latam.