Chile, El Mercurio/GDA
CALIFORNIA. Un nuevo tipo de drone está por sumarse a esta área de polémicos equipos. Hablamos de la última creación del centro Ames de la NASA, que no sólo puede volar y sacar fotografías desde el aire de manera autónoma, sino que cuenta además con una importante característica que lo diferencia de todos sus predecesores: puede autodestruirse cuando toca el suelo.
Para desaparecer, este equipo no cae simplemente y se reparte en una serie de pedazos, sino que su disolución funciona en base a la biología. Con la idea de lograr esto, el drone fue pensado con materiales especialmente más cercanos a la naturaleza.
Así, cuenta con una estructura a partir de micelio (un material proveniente de los hongos), una capa de celulosa creada en laboratorio y una serie de circuitos de tinta en base de plata. Es decir, completamente biodegradable.
En este minuto, el drone se encuentra en sus primeras pruebas de vuelo. Aunque se espera, que para sus siguientes prototipos, el dispositivo además venga integrado con baterías que puedan degradarse naturalmente en el suelo.
Se espera que estos modelos permitan la observación de lugares cada vez más remotos, pero sin el peligro de contaminar sus suelos en caso de que se pierda control del equipo y caiga en alguna zona demasiado alejada.