Usan simulación clínica para la mejor formación de médicos
Usan simulación clínica para la mejor formación de médicos
Yerson Collave García

 

Se estima que cada año se cometen cerca de un millón de errores médicos que afectan a los pacientes. Y se calcula que unas 100.000 personas mueren como consecuencia directa de estas fallas. Con la finalidad de disminuir estas cifras, los especialistas impulsan la simulación clínica como un método pedagógico para la formación de estudiantes de Medicina. Y desde hace dos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a los centros de estudios superiores implementar este sistema educativo.

La simulación clínica es una herramienta pedagógica que consiste en la utilización de aparatos tecnológicos que imitan partes del cuerpo y de actores que emulan situaciones médicas reales.

De acuerdo a especialistas que conversaron con El Comercio, se trata de un método idóneo para que los alumnos conozcan de primera mano cómo reacciona el cuerpo ante las distintas acciones médicas.

“Este método permite que un estudiante o graduado demuestre sus habilidades en un ambiente controlado, que aprenda de sus propios errores sin afectar a un paciente real”, explica Alberto Guerra García, docente de la Universidad Cayetano Heredia.

Esta técnica de enseñanza surgió para “preservar la seguridad del paciente, tener médicos mejor entrenados y porque ya no hay espacio clínico suficiente para el entrenamiento en hospitales”, asevera Alvaro Prialé, director de la Clínica de Simulación de la Universidad Científica del Sur (UCS).

BENEFICIOS DE LA SIMULACIÓN

Según el doctor Alejandro Bermúdez, de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), el principal beneficio de la simulación es que mejora la curva de enseñanza. “Proporciona un aprendizaje completo debido a que junta el factor cognitivo, psicomotriz y afectivo, ya que crea escenarios que permiten una evaluación en tiempo real”, resalta.

Según los expertos, se busca que estos escenarios sean lo más verídicos posible, permitiendo que los alumnos se ‘disfracen’ de médicos y, aun mejor, aprendan a trabajar en grupo, porque en los hospitales “el doctor nunca trabaja solo”.

Este tipo de tecnología comprende robots capaces de tener ritmo cardíaco, dar a luz, imitar el proceso respiratorio, responder a inyecciones y dilatar el iris del ojo. Asimismo, mediante un micrófono incorporado, estos simuladores pueden interactuar con los doctores y responder ante acciones que podrían causar dolor a un paciente real.


EL CAMBIO DE CHIP

En opinión del doctor Prialé de la UCS, no es suficiente contar con algunos aparatos de simulación, sino también que las instituciones viren a un concepto que busque acercarse más a la realidad hospitalaria, “pero ello implica una gran inversión que se debe asumir”.

En esa línea, Bermúdez refiere que es necesario que los docentes “cambien de chip”, ya que el protagonista de la clase ahora debe ser el alumno. “Las grandes clases y los discursos deben ser reemplazados por la práctica”, afirma.

“Uno debe aprovechar el tiempo. Ya no debe dar la lección, sino debe practicarla. De otro modo, seguiremos con los exámenes memorísticos que no ayudan al aprendizaje”, apoya Prialé.

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