Una distopía presenta una sociedad con rasgos tenebrosos o aspectos de los que uno se aleja espantado, como si se huyera de la peste, del apocalipsis o de la Sunat. Se supone que esta antiutopía pertenece exclusivamente a la ficción. Sin embargo, la gris realidad se esfuerza en parecerse a una distopía. Nuestra adicción tecnológica da miedo.
Internet es el reino del relativismo y la injuria. Las redes sociales sacan lo peor de nosotros. El celular es el abismo. Por esta zozobra 'hi-tech' es que transcurre la excelente serie "Black Mirror", cuya cuarta temporada se estrena este viernes. Más que la ciencia ficción, la distopía es el nuevo realismo.
—Oscuridad futurista—
De los seis episodios de esta nueva entrega de "Black Mirror", hay uno que despierta especialmente la curiosidad por sus guiños explícitos a un referente de la ciencia ficción. Se trata del capítulo titulado "U.S.S. Callister", el cual parodia a "Star Trek", una franquicia que, a pesar de sus acciones, conflictos y aventuras, no tiende a ser demasiado espeluznante o desconcertante, lo que brinda un margen para agregar matices a su narrativa futurista y exploración espacial. Habrá que ver qué riesgos tomará "Black Mirror".
También llama la atención el episodio "Arkangel", dirigido nada menos que por Jodie Foster, sobre una madre que está dispuesta a lo que sea para proteger a su hija, por lo que recurre a un singular e inquietante dispositivo.
Pese a lo descrito líneas arriba, en "Black Mirror" hay cabida para la esperanza. Así lo demostró su notable capítulo de la temporada pasada, "San Junípero", sobre un amor entre dos mujeres que es relatado mediante un fantástico juego del espacio-tiempo. Que se repita.