Si la encantadora Jenna Ortega atrae merecidamente los reflectores en “Merlina”, quien consigue arrebatarle atención en ciertos momentos es Dedos, la astuta y valiente mano mutilada que se convierte en su inesperada aliada. Porque allí donde Merlina es apatía e inexpresividad, Dedos es gesticulación pura. Su balance perfecto, la diestra cómplice, el elemento empático con el espectador.
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El resto ausente de esa mano suelta le pertenece a un mago rumano de nombre Victor Dorobantu. De hecho, es gracias a su profesión que fue convocado para interpretar al curioso personaje. “Los creadores de la serie querían mantener la tradición de las antiguas versiones de ‘Los locos Addams’, en las que usaban a un mago para que haga de Dedos. Esto debido a que somos conocidos por nuestra habilidad”, explica Dorobantu en diálogo mano a mano con El Comercio.
Sin embargo, él reconoce que su experiencia en la prestidigitación no le sirvió de mucho. “En realidad, yo no sé si un mago sea la persona indicada para este papel, porque nuestro trabajo con los dedos es sobre todo mecánico. Lo que nosotros ejercitamos es una memoria muscular. En cambio, yo soy un apasionado de las marionetas y también toco la guitarra. Y siento que eso me ayudó un poco más”, afirma.
Otros dedos
¿Predecesores de Dorobantu? En la serie de “Los locos Addams” de los años 60, Dedos era interpretado por la mano de Ted Cassidy, el mismo actor que encarnaba al noble mayordomo Largo; cuando ambos personajes debían compartir escena, quien lo reemplazaba era un asistente de producción. En la película de 1991, la que tuvo a Christina Ricci como Merlina, fue el canadiense Christopher Hart quien prestó su mágica derecha para el papel.
“Yo conocía a Christopher por su faceta de mago, pero no sabía que él había interpretado a Dedos en esa película –cuenta Dorobantu–. Busqué información sobre su trabajo, pero solo encontré una entrevista de esa época. Y sí, ellos de todas maneras han sido una inspiración, aunque yo intenté realizar una aproximación diferente”.
La aproximación diferente a la que el rumano se refiere consistió en una menos histriónica y, más bien, con mayor énfasis en lo emocional. “Lo que Tim Burton quería era que Dedos luciera más humano. En las anteriores versiones tú veías una mano muy animada. Yo traté de que estuviera más plantada en el suelo, no saltando de un lado a otro. La idea era que se notara natural”, afirma el actor.
La preparación para ello no fue poca cosa. Primero, Dorobantu pensó en estudiar lenguaje de señas, pero entendió que no serviría de mucho pues para ello necesitaría la mano faltante, un rostro, el cuerpo completo. También ensayó simular las letras del alfabeto con los dedos, pero la comunicación se haría demasiado compleja. Finalmente, la forma de expresarse de Dedos consistió en una mezcla de lenguaje de buzos, código morse y otros recursos.
“En realidad, el 50% de lo que ‘decía’ Dedos fue improvisación. Porque yo estaba más enfocado en su actitud y sus emociones. Quería que la gente entendiera lo que decía sin necesidad de que manejara un lenguaje particular”, explica.
DIESTRA SINIESTRA
La parte tecnológica para darle vida propia a Dedos también es llamativa. La mano de Dorobantu no solo fue maquillada para que tuviera ese aspecto cadavérico, llena de cortes y suturas, como el miembro perdido del monstruo de “Frankenstein”; también hubo la necesidad de que el actor se enfundara un traje azul que cubriera todo su cuerpo –salvo la mano protagónica– para que, a la manera de una pantalla croma, el color fuera extraído e invisibilizado mediante efectos digitales.
Por suerte para Dorobantu, el atuendo no solo sirvió para los fines del VFX, sino para su desempeño actoral. “El hecho de vestir ese traje y la máscara me fue útil también porque me permitía ignorar todas las partes azules de mi cuerpo, como la propia computadora. Yo solo miraba mi propia mano y enfocaba toda mi energía allí. Si hubieras entrado al set en ese momento para hablarme, probablemente te habría ignorado. Porque no estaba realmente en ese lugar. Estaba desconectado”, cuenta.
Con esa concentración y entrega es que Dorobantu se pasó ejecutando diferentes contorsiones durante los 6 o 7 meses que duró el rodaje de “Merlina”. En cada escena, debía hacer incómodas posturas para tratar de esconder lo más posible su cuerpo. Le costó algunos dolores de espalda, pero el resultado valió la pena. Como en aquella escena memorable –que acá no revelaremos para ahorrarnos ‘spoilers’– que quienes hayan visto toda la serie seguramente lograrán identificar.
“Esa fue mi parte favorita, definitivamente –confiesa el intérprete de Dedos–. Recuerdo que no ensayamos, todo fue improvisación. A Jenna se le ocurrió la idea de hacer un ‘pinky promise’ con nuestros meñiques, y Fred Armisen (el tío Lucas) estaba al borde de la risa. Pero fue Jenna quien hizo todo más fácil porque en ese momento yo no estaba mirando mi mano; solo la miraba a ella y reaccionaba a todo lo que hacía. Es ella quien merece todo los créditos por esa escena”.
DAME ESOS CINCO
Destreza en falanges, falanginas y falangetas, y sobre todo mucha (¿o poca?) muñeca es la que requirió Dorobantu para saber cómo y cuándo reaccionar frente a sus pares interpretativos, que tenían la gran ventaja de tener un cuerpo entero con el cual actuar. A pesar de las evidentes limitaciones físicas de su personaje, el mago devenido en actor ha conseguido una particular fama, cosechada en poco más de una semana desde el estreno de “Merlina”.
¿La gente ya te pide autógrafos? ¿O se los piden solo a tu mano?, le consultamos. “Lo que todo el mundo me pide es que ponga mi mano sobre ellos. Me dicen ‘¿podrías no aparecer en la foto, por favor? Solo tu mano en mi cabeza’ [risas]. Es raro, sí, pero yo estoy muy orgulloso de mi mano”, revela. Y cómo no estarlo con esos cinco dedos sin furia, y tanto carisma y talento. Palmas para él.