Lorena Salmón: "A lo Bowie"
Lorena Salmón: "A lo Bowie"
Lorena Salmón

Hasta los 19 o 20 años no sabía mucho de música. Los gustos de mis papás me habían llevado hacia los clásicos románticos en lengua hispana como José José, Roberto Carlos, Julio Iglesias y José Luis Rodríguez ‘El Puma’ o por el lado de las baladas en inglés de Simple Red, Lionel Richie, Stevie Wonder, The Carpenters. 

Así, mi universo musical básicamente era el de ellos. No había explorado libremente, digamos, salvo por Parchís, Servando y Florentino o –más tarde– Shakira. Así que fui conociendo sobre música y grupos y cantantes y artistas a partir de mis veintes y de la mano de mis amigos favoritos. A Rafael le debo todos los viajes escuchando Pink Floyd, alucinados. A Martín, los Rolling Stones durante un paseo en tren y a cassette lo que lo hizo más mágico. A Vanessa le debo The Doors, que fue mi obsesión fatal durante algunos años y con bandera sobre la cama incluida. Ana me presentó a Marley.

A mi hermana, que es mi amiga, le debo Charlie García y a Andrea, oh querida amiga, a ti te debo Bowie. 

Hasta ahora me acuerdo, hace más de una década, de ambas trabajando en la revista “Caretas”, escuchando la misma música, eligiendo himnos en conjunto, tratando de pasar nuestras tardes en el centro de Lima de la mejor manera posible. “Absolute Beginners” fue uno de nuestros himnos. Fue una de esas canciones que cantábamos felices al unísono, bailando como si nadie nos mirara… haciéndole caso a Bowie, siendo nosotras mismas, únicas, sin vergüenza. 

Después, el enganche hacia el músico fue total; inclusive me las di de “progresiva” cuando mis papás me preguntaron qué me podían traer de uno de sus viajes y yo les dije: cualquier CD de Bowie. De ahí que como la mayoría de humanos terrestres, haya lamentado su partida. 

He estado leyendo en estos días, –como ustedes, me imagino– todo sobre su vida y he encontrado artículos interesantes sobre el impacto que tuvo su estilo en la moda. 
David Bowie entendió la moda como un poderoso canal de comunicación, de expresión, de juego, de desestabilización de la normalidad: vistiendo no como mujer pero tampoco como hombre, jugando con nuestras mentes, explorando territorios que otros no se hubiesen atrevido a explorar. Y cuando pienso en esa función de la moda, pues cierto: qué importante su legado, cuántos diseñadores han tomado referencias literales de sus looks más icónicos (una de las últimas colecciones de Saint Laurent, por ejemplo).

Cuántos músicos se han visto influidos por su magia (Madonna o Lady Gaga por nombrar un par) y cuántos como nosotros, que durante algún momento de nuestras vidas nos sentimos de otro planeta, nos llenamos de coraje y mandamos a rodar al resto del mundo gracias a su música y a su valentía (la de ser fiel a sí mismo). 

Uno de los reportajes que más me conmovió acerca de Bowie fue aquel sobre el homenaje que la ciudad de Londres le hizo la noche de su muerte: todos salieron vestidos a las calles como él o inspirados en él, en esa mezcla sutil entre el disfraz y el avant garde. Grandes rindiendo homenaje a un gigante. De la moda, la música, la cultura, y de los valientes. 

 

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