Estaba con los ánimos no muy elevados por diversos asuntos personales cuando en busca de una luz, fui de compras literarias (sí, he cambiado el consumo de ropa por el de libros). Dentro de los libros que compré: mandalas para colorear, “Cosas no aburridas para ser muy feliz” y “Diario de una volátil”.
Me he pegado con éste último. La ilustradora argentina Agustina Guerrero, que reside en Barcelona, es la autora de este personaje fabuloso: La volátil.
Una treintañera que viste a rayas y va por el mundo muy ella. El libro es una delicia llena de referencias sobre cómo actúa la mente femenina. Con excelente humor, esta ilustradora cuenta de manera concisa y absolutamente cierta cómo una treintañera se va enfrentando a la vida y yo no he parado de reírme y sentirme identificada con cada una de sus páginas (no es exceso de entusiasmo, es la pura verdad).
Dentro de la sabiduría que comparte, ha llamado a una sección del libro: Cosas que no debes hacer cuando estás bajoneada. Tin. Más preciso para mí, imposible. Así que le presté aún más atención al tema.
A ver, ¿qué ideas se les ocurren a ustedes? ¿Qué no deberíamos hacer las mujeres cuando no estamos rebozando de buenos ánimos?
Guerrero propone diferentes situaciones: cuando estés bajoneada no debes hablar con gente happy, así les llama ella, o extremadamente feliz.
Ok, válido. Cuando uno tiene la nube gris sobre la cabeza y sólo escucha un discurso de otra persona en la que toda su realidad es de colores, sólo nos provoca salir corriendo. Y sí, tenemos derecho de ser egoístas de vez en cuando.
Otra de las situaciones es ir a la peluquería cuando estás con los ánimos bajos. Si generalmente ir a la peluquería es un albur, de donde no sabrás si saldrás completamente feliz y satisfecha o llorando, (y que alguien se atreve a negarlo), imaginen ir cuando no estamos con ganas de nada. Si pensamos que un cambio de look puede darnos nuevos aires, vayamos en busca del cambio de look con una sonrisa en los labios. Porque en situación de vulnerabilidad, una peluquería es un peligro.
Y a esto le añadiría yo el ir de compras. Porque si a muchas nos funciona ir de compras como terapia, para relajarnos, espaciar la mente y enfocarla en cosas menos importantes que nuestros propios problemas, no hay mayor frustración que no encontrar nada que nos guste o quede. En serio, esa sí que puede ser una verdadera arma de doble filo.
Así que ya saben, tomen estos consejos, que espero no necesiten con la importancia que se merecen. Y arriba esos ánimos: la vida es para gozarla, la vida es para vivirla mejor.