Según datos del Directorio general de Estadística e Información Económica de Bélgica, en los tres primeros meses de 2013 las ciudades más visitadas del país fueron: Bruselas, Amberes, Brujas y Gante.
Así, casi la mitad del total de turistas que visitaron Bélgica (casi 3 millones de personas, centraron sus visitas en estas ciudades, ignorando que más allá de los clásicos itinerarios se extiende una Bélgica desconocida y bella.
LOVAINA, ARQUITECTURA MEDIEVAL A UN PASO DE BRUSELAS
Situada a veinte minutos de Bruselas, Lovaina es una ciudad ideal para turistas con poco tiempo.
"Es más sencilla que otras ciudades, pero me parece muy acogedora", aseguró a Efe Inma de Armas, turista española que incluyó Lovaina en su itinerario por el consejo de un amigo.
"Tiene un ambiente agradable y mucha vida", opinó la viajera, mientras paseaba por la plaza mayor de la ciudad (Grote Markt), representativa por estar cercada por edificios del siglo XV.
Situada en el sureste de Flandes, región flamenca del país, Lovaina es una de las ciudades universitarias más concurridas del país.
Según el directorio web de la oficina de turismo de Flandes, la población de Lovaina se duplica con la llegada de los universitarios, que se incorporan cada septiembre a la Universidad de Lovaina, fundada en 1425 y conocida por ser la facultad donde impartió clases el humanista, filósofo y teólogo del siglo XVI, Erasmo de Rotterdam.
Visitar el Gran Beaterio, conocer la fábrica de Inbev de Lovaina, donde el turista puede descubrir la tradición cervecera de la región, o pasear por el corazón de la ciudad, totalmente cerrado al tráfico, son algunas de las opciones que Lovaina guarda para sus visitantes.
PASEAR A ORILLAS DEL RÍO MOSA, CIUDADES CON HISTORIA
A lo largo de los 950 kilómetros que recorre el río Mosa (La Meuse), que nace en Francia y atraviesa Bélgica, serpenteando el país hasta Holanda, aparecen pequeñas ciudades fluviales, pasajes medievales, poblaciones acogedoras que emergen a ambas orillas.
Es el caso de la anciana ciudad de Dinant, una pequeña villa repleta de historia que se levanta en el extremo sur del cauce belga del río, en la provincia de Valonia (la región francófona del país).
"Nos impresionaron las vistas al llegar", señaló a Efe Esteban Domínguez, un turista procedente de España que, junto a su hermana, ha viajado durante 15 días por el pequeño país centroeuropeo.
"Queríamos alejarnos de los sitios más turísticos y yo creo que acertamos. Dinant nos impresionó, es muy especial", añadió.
Siguiendo el curso del río Mosa, hacia el norte, la enorme fortificación de la Citadelle de Namur asoma, vigilando el paso en el cruce con el río Sambre.
Como Dinant, Namur, capital de Valonia, fue una ciudad ambicionada por las diferentes monarquías europeas (primero la española, luego la austriaca, más tarde la francesa y por último la holandesa), que se sucedieron en la región desde el siglo XV hasta la independencia belga, en 1830.
Un recorrido por los más de 7 kilómetros de túneles subterráneos que convierten a la ciudadela de Namur en la fortificación con las mayores galerías de Europa, o por la exposición de la vida diaria de la ciudad del siglo XV, hacen de esta construcción una visita obligatoria en la capital de Valonia.
Los primeros asentamientos en Namur datan del año 6000 a.C, por lo que en la visita a la ciudad el turista puede adentrarse en 2.000 años de historia de Europa.
Al paso entre Namur y Dinant se encuentra la localidad de Yvoir, que extiende sus edificaciones entre la orilla del río Mosa y las pequeñas islas que flotan en sus aguas: la pequeña isla de Yvoir, que comenzó a explotarse en 1937, y las tres islas de Godinne, declaradas reserva natural desde 1997.
Las ruinas medievales de Poilvache, fuerte fundado en el siglo XIII, es también de visita obligatoria en esta localidad.
Dentro de la reserva natural de Champalle-Poilvache, accesible por senderos y pequeños caminos que se adentran en el valle, se encuentran estas ruinas, ricas tanto por su pasado histórico como por las múltiples leyendas, que las convirtieron en un paraje inspirador para literatos e intelectuales.
LA CUNA DEL SAXOFÓN ES BELGA
Con sus trece mil habitantes, la pequeña villa de Dinant es una de las ciudades más acogedoras de la región sur del país.
Allí nació Adolph Sax, creador del saxofón, cuya casa, transformada hoy en museo, se ha convertido en visita inevitable para turistas y músicos, que a través de ella pueden conocer los diferentes instrumentos creados por el fabricante.
En honor al inventor, Dinant adorna sus calles con coloridos monumentos de cerámica o metal que representan su creación más laureada, el saxofón, instrumento que se ha convertido en icono de la ciudad.
No es casual que la mayor parte de las 26 patentes de instrumentos registradas por Sax estuvieran basadas en metal: famosa por su industria del cobre, Dinant fue codiciada desde el siglo XII por su rica explotación minera.
Esta riqueza mineral puso a la pequeña villa en el punto de mira de intereses bélicos: desde el ataque, en 1466, de Carlos el Temerario, hasta la invasión del rey francés Luis XIV a fines del siglo XVII o la ocupación de la ciudad por los alemanes, en la primera Guerra Mundial, en 1914.
Como prueba de su pasado medieval queda la ciudadela de Dinant (La Citadelle), una fortificación del siglo XVI, encaramada en lo alto del acantilado que da sombra a la urbe.
Tradicional de esta ciudad es la "couque", una galleta dura, mezcla de harina y miel, que se exhibe orgullosa en los escaparates de múltiples pastelerías de la calle principal.
"Mi forma favorita es la del molde de la ciudad de Dinant, y los turistas la prefieren también", confesó a Efe la señora Jacobs, dueña de la tradicional Patisserie Jacobs, pastelería que, desde el año 1860, elabora estas galletas siguiendo la receta original.
LAS ARDENAS, PARA LOS AMANTES DE LA NATURALEZA
Para amantes de la naturaleza, los pequeños pueblos de Las Ardenas, región natural del sur de Bélgica que se adentra en Francia y Luxemburgo, son un paraje ideal para visitar, sobre todo en otoño, y para contemplar el espectáculo de la caída de las hojas.
Dividido en seis regiones que, a excepción de Cantons de L'Est, toman el nombre de sus principales valles (Vallée de la Semois, Vallée de la Sûre, Vallée de la Lesse, Vallée de l'Ourthe y Vallée de la Vesdre), este territorio rural es considerado como la zona más verde de Bélgica.
Además de las reservas naturales que conforman la región (los parques naturales de Ourthes, Viroin-Hermeton, Vallée de l'Attert, Haute-Sûre Forêt d'Anlier, Hautes-Fagnes Eifel), La Ardena belga esconde pequeños pueblos de costumbres interesantes, como Redu, el pueblo de los libros, formado sólo por librerías, o Durbuy, conocida como la ciudad más pequeña de Europa.
Perderse en Las Ardenas es una excelente opción para los viajeros que buscan conocer la Bélgica más insólita y menos turística, y un recorrido natural que podría ser el cierre para una aventura por los itinerarios inexplorados de este pequeño pero interesantísimo país.
EFE