Papás de ahora: Conoce a los primerizos de base cuatro
Papás de ahora: Conoce a los primerizos de base cuatro
Redacción EC

Maritza Noriega

Después de años de viajar solos, de tener una vida laboral intensa, dormir toda la noche de corrido y jamás preocuparse por regresar temprano a casa, de pronto esa parejita que ya cruza los 40 años decide tener un bebe. Y, claro, lo recibirán con toda la ilusión del mundo, pero también con una rutina y un estilo de vida bien cimentados... y ahora la casa se pondrá de vuelta y media. ¡Agárrense!

Así es, de ahora en adelante el más pequeño de la casa impone la rutina. Y esta consiste, básicamente, en levantarse de madrugada para darle de mamar, sacarle el chanchito y cambiarle el pañal. De día, bañarlo, jugar con él, pasearlo, llevarlo al pediatra, cuidarlo del viento y calmarle los gases cuando los tenga. No es tan sencillo como apapachar a un gordito, masajear sus deliciosas piernas rollizas y reírse con él. Además, se necesita tiempo, paciencia y energía.

Y, valgan verdades, a los 40 la energía no es la misma que a los 20. Hay personas de mediana edad juguetonas y deportistas, que tienen una energía envidiable, es cierto, pero no todas son iguales. Habrá momentos en que tanto el padre como la madre extrañarán su vida de antes. Y como la mujer tendrá las hormonas revueltas después de dar a luz, seguramente se sentirá culpable y llorará de vez en cuando por atreverse a querer algo diferente a estar con su bebe. Es entonces cuando más apoyo necesitará de su pareja.

Nadie es malo por amar a su hijo inmensamente y, al mismo tiempo, querer tiempo a solas para sí mismo. «Un recién nacido es muy demandante y los padres pueden sentirse estresados y presionados. Necesitan entender que se trata de una etapa y deberán aprender a disfrutarla», expresa el psicólogo Manuel Saravia, director del Instituto Gestalt de Lima.

Lo bueno es que una pareja madura tiene un poco más de tiempo para darle al bebe, para tranquilizarlo y para crear las rutinas necesarias para hacerle sentir seguro. «En una etapa madura de la vida las responsabilidades laborales y académicas están consolidadas, se tiene una clara independencia para afrontar los cambios propios de la maternidad. Usualmente, se informan más, buscan resolver sus dudas respecto al bebe y toman decisiones con mayor seguridad», refiere la psicóloga Zoraida Ibazeta.

En efecto, a esa edad la pareja tiene claros sus objetivos de vida y ha trabajado para conseguirlos.  Lo más seguro es que la llegada del hijo no sea una sorpresa y más bien que lo haya buscado y planeado. Sabe, más o menos, qué le espera y se ha preparado para eso. Eso es importante para el bebe. Llegar a un hogar estable, donde los padres, que han compartido años juntos, ya han resuelto dificultades propias de las parejas más jóvenes. Tienen experiencia para resolver cualquier conflicto con la cabeza fría.

Si bien a los 20 o 30 una mujer tiene la edad ideal para concebir, todavía está en pleno proceso de realización laboral o de afianzamiento personal y tiene poco tiempo para una familia. Una mujer de 40, aunque tiene menos energía, tiene más estabilidad en lo personal. Lo importante es  conocer los puntos débiles de cada momento de la vida y de uno mismo para apuntalarse y salir adelante.

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