Durante dos años de pandemia, cuarentenas obligatorias y escasa interacción presencial, los medios digitales se convirtieron en el aliado ideal hasta cierto punto. Por varios meses, prácticamente estuvimos viviendo a través de las pantallas, tratando de recrear las experiencias que nos había arrebatado el COVID-19. En este contexto, cada vez es más evidente que las redes sociales son instrumentos presentes en nuestra vida y asegurarnos de mantener una relación saludable con estos medios digitales es crucial. De la mano de Danae Franco, psicóloga clínica y ocupacional, nos adentramos a conocer su impacto psicológico y nos brinda cinco consejos para usar de forma adecuada estas plataformas.
Partiendo de la digitalización como término que engloba a las redes sociales y distintas plataformas virtuales, es prudente destacar que, sin duda, estos medios nos han permitido continuar con nuestras vidas. Incluso en los momentos más críticos desde que apareció el ya conocido coronavirus en nuestro país, fuimos capaces de sobrellevar la situación gracias a la tecnología. Dicho esto, es necesario aclarar que no todo es completamente perfecto y ello también incluye a los medios sociales. “Como todo, las redes sociales tienen un lado beneficioso, siempre y cuando sean usadas de manera correcta; y un lado perjudicial, si no se toman las medidas adecuadas”, apunta la especialista con formación en psicodrama relacional y psicoanalítico.
La atención está puesta en la generación millennial y centennial, pues identificamos como sus características diferenciadoras el alto consumo digital de contenidos. “Ambas generaciones dependen muchísimo de las redes sociales diariamente”, señala Franco.
Impacto psicológico: lo positivo y negativo
El hecho de mantenernos conectados con personas queridas que se encuentran lejos, conocer acontecimientos mundiales de manera inmediata y poder encontrar diversas plataformas de interés e incluso trabajar de manera remota, es la parte beneficiosa de las plataformas digitales. Incluso, para aquellos que se encuentran lejos de sus hogares, las redes sociales pueden resultar reconfortantes al permitirles conservar sus vínculos familiares, amorosos o de amistad. “La parte bonita de las redes es que permite acortar las distancias logrando que los individuos se sientan mucho más cerca”, cuenta Franco. Y es cierto, para muchas personas las tan condenadas redes sociales les permiten tener una vida más llevadera cuando la distancia se interpone entre ellos y sus seres más queridos.
Sin embargo, los efectos desfavorables que produce el inadecuado uso de aplicaciones como Instagram, Twitter, TikTok, entre otras; se encuentran en ascenso. “Los jóvenes son quienes se han visto más perjudicados. Actualmente, encontramos estudios que comparan los niveles de adicción a las redes sociales con la dependencia a sustancias como el alcohol y los cigarrillos”, explica la especialista. Esta estadística claramente despierta preocupación, sin embargo, puede convertirse en el llamado de atención que necesitamos para tomar acción sobre nuestros hábitos con la tecnología. “Un porcentaje del incremento de la tasa de depresión y ansiedad en los últimos años se debe al uso excesivo de las redes sociales. También existe un aumento en los índices de cyberbullying (acoso virtual), problemática que viene en alza hace ya un tiempo”, menciona Franco.
Además, contamos con otro tipo de repercusiones en la salud mental. Gracias a recientes estudios, se ha comprobado que el uso excesivo de estas plataformas digitales influye directamente en la disminución de la calidad de sueño. “Hay muchas personas que pueden pasar tres, cuatro o hasta cinco horas navegando en las redes sociales y eso provoca que en su día a día tengan menor capacidad de concentración”. “Por otro lado, se pueden acentuar dificultades relacionadas con las inseguridades personales a causa de la frecuente comparación con personajes del mundo del entretenimiento”, precisa la psicóloga. Asimismo, el impacto negativo en la autoestima, puede provocar que los jóvenes se aíslen y experimenten la vida únicamente a través de Instagram, TikTok o Youtube. La especialista recalca con firmeza que el uso correcto de estas plataformas es clave para caer en la adicción a las mismas.
En caso de un uso excesivo, se pueden presentar varias consecuencias. La búsqueda de la inmediatez es una de ellas, una característica muy particular tanto de los jóvenes como de los adolescentes. “Podemos notar que ambos grupos están más enfocados en el resultado inmediato y no en los procesos”. La experta también nos cuenta que cada vez percibe más reducidos los niveles de paciencia en estas generaciones. Comenta que muchas veces se acude a las redes sociales para buscar soluciones inmediatas, dejando de lado el proceso de inspiración, el autoaprendizaje o la enseñanza autodidacta.
“Últimamente las redes sociales están cargadas de mucho contenido superficial. Se proyectan mucho los cuerpos “perfectos” y “la vida perfecta” tratando de vender un mundo de perfección que realmente no existe”. “Las redes sociales proyectan lo que uno desea que se vea pero no sabemos exactamente qué existe detrás de eso”. “Podemos identificar que lo publicado en redes sociales se ha convertido en una especie de competencia por ver quien proyecta mayor felicidad y de manera subliminal nos dicen que lo imperfecto es algo malo cuando en realidad, como seres humanos, somos seres imperfectos, es parte de nuestra naturaleza”, apunta Franco.
De acuerdo a lo mencionado, los jóvenes terminan sintiéndose atraídos por el concepto de felicidad universal que se exhibe en redes sociales. Desde ya, ese constructo no es positivo ni realista para los millennials y centennials; y si a ello le sumamos que esta nueva idea de felicidad permanente puede llegar a personas altamente vulnerables, nos estamos enfrentando a una situación bastante perjudicial y peligrosa. Un caso puntual se puede evidenciar en los adolescentes que refuerzan problemas alimenticios al ver a sus cantantes o artistas favoritas. En ellos observan ciertas características particulares respecto a su imagen física y como consecuencia creen que esos patrones son los que tendrían que seguir para lograr sobresalir en la sociedad.
Lo que podemos hacer
Finalmente, Danae Franco, psicóloga clínica y ocupacional, nos comparte cinco acciones sencillas que podemos poner en práctica e implementar en nuestra rutina para llevar una relación saludable con las redes sociales.
1. Destinar intervalos de tiempo para revisar las redes sociales. Que se sienta como una herramienta distractora, más no como algo que genere presión sobre nosotros.
2. Tener claro que el contenido en redes sociales no es 100% real. Las personas muestran lo que desean que se vea y no sabemos exactamente qué hay detrás de eso.
3. Atribuirle un uso significativo a las redes sociales. Usarlas como un medio de interacción y coordinación, como un factor distractor y que fomente el interés en temas variados es positivo. Tampoco se debe dejar de lado los encuentros frente a frente o más cercanos con nuestro entorno, pues eso nos permite mantener siempre el contacto con la realidad y estar presentes en el momento.
4. Corroborar que las cuentas y plataformas que seguimos sean confiables. Asegurarnos que el contenido que consumimos está manejado por personas capacitadas y expertas en el tema será importante para tener la tranquilidad de no recibir información inadecuada.
5. Contar con las redes sociales como uno de los múltiples espacios para distraernos. Es saludable tener diversas actividades para relajarnos y pasar tiempo realizando aquello que más nos gusta, más allá de las pantallas, es lo más recomendable.
Es importante saber dosificar las interacciones que realizamos a través de estos medios. “Saber identificar las fuentes de las que decidimos tomar consejos es vital”. Ello refiriéndose a quienes comparten experiencias y brindan tips con mucha ligereza en redes sociales. Sin ser profesionales en el tema, muchas personas se atreven a dar recomendaciones de forma irresponsable, lo cual puede resultar peligroso si esa información llegará a toparse con alguien que no se encuentra 100% estable mentalmente. “Se recomienda siempre recurrir a un experto en el tema, pues son ellos los únicos que podrán ayudarte y acompañarte durante un proceso de recuperación”.
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