Por: Rosa Chávez
Las mujeres maltratadoras existen y son tan peligrosas como un hombre violento, y no nos hace menos feministas aceptarlo. De acuerdo con la psicóloga de familia y de pareja, Mariella Vega Swayne: una mujer agresiva suele ser controladora o celosa, culpa a los demás de lo que le ocurre y tiene dificultad para manejar sus impulsos. Como es alguien con baja autoestima tiene la necesidad de sentirse superior maltratando o minimizando a su pareja.
Para Vega Swayne, la violencia no es una situación que surge de un momento a otro, sino que es producto de un escalamiento de comportamientos agresivos. Esta violencia puede ser física, psicológica o una combinación de ambas. Cuando se da hacia los varones suele ser psicológica. Si hay hijos de por medio, la dinámica familiar en general se torna violenta. Inclusive se puede poner a los hijos en medio del conflicto de los padres, la madre les habla mal del papá, los pone en su contra o los emplea como forma de agresión y reclamo.
Por su parte, Lucy Ibáñez, psicóloga especialista en terapia sexual, señala que la agresividad en la mujer se manifiesta de dos formas: la cólera pasiva, que es una hostilidad que se expresa de manera indirecta, más por omisión. Por ejemplo: guardar silencio, llegar tarde a una cita, demorar en hacer algo. Por otro lado, está la cólera agresiva que puede llevar a la violencia, gritos, críticas destructivas o peleas físicas.
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En el plano sexual, cuenta Lucy Ibáñez, también puede haber agresividad cuando la mujer tiene críticas muy duras o burlas hacia su pareja. El hombre se sentirá muy ansioso y, a la larga, se puede ir perdiendo el vínculo emocional, aparecen disfunciones sexuales o incluso se evitan las relaciones íntimas.
La pareja que tolera las agresiones suele ser más pasiva e insegura. Tiene poca autoconfianza y baja autoestima por lo que llega a creer que es él quien siempre actúa mal, que las peleas pasan por su responsabilidad. Por lo tanto, tiene una actitud sumisa y trata de complacer a la otra persona a como dé lugar y se deprime si no lo logra. De lo contrario, si la pareja también responde es agresiva y responde con agresividad, el ambiente de violencia crecerá.
Es importante que, tanto el agresor como el agredido, tomen conciencia de las consecuencias de sus conductas y busquen la ayuda terapéutica.