Una labor digna, sacrificada y humana - 4
Una labor digna, sacrificada y humana - 4

Por Andrea Carrión / WUF

En el albergue los siete días de la semana empiezan a las 6 de la mañana, ya sea porque el reloj interno de Lucho Mireles ya sabe que a esa hora debe de empezar a alimentar a los 78 perros que cuida o porque los ladridos lo sacan de la cama.

La tarea parece fácil, pero no lo es. Cada perro tiene sus necesidades. La mayoría recibe sin problema su comida balanceada en forma de bolas secas, pero a algunos se les debe de mezclar con alimento más suave para que se animen a comerla, mientras que a otros, que tengan alguna condición de salud, se aprovecha para incluir la medicina en su plato.

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Aquí cada canil, cuyo espacio es bastante amplio, alberga a unos 8 perros en promedio y la rutina de Lucho es ingresar a cada uno sosteniendo en alto la torre de platos llenos de comida, diciéndole a algunos perros “Ya va, ya va” u ordenándole a otros que no se peleen, que hay comida para todos.

“Hay de todo; los que comen tranquilos, los que engullen en cinco segundos, los que prefieren comer en su casita y los que te gruñen si te acercas mucho, cada uno es un mundo”, comenta Lucho mientras va recogiendo los primeros platos vacíos.  “Ahora a seguir con el resto”, agrega en medio de los ladridos ensordecedores, todos quieren su desayuno.

Este albergue comenzó a cuidar de perros rescatados de casos de crueldad y total abandono en el 2002, el mismo año en el que Rosemery Underhay junto a otros amantes de los animales fundaron la asociación sin fines de lucro Vida Digna.

Actualmente la directiva está compuesta por la presidenta Mariana Berckemeyer, la directora del albergue Valeria Di Paolo, la directora de educación, prevención y salud Rosemary Underhay, la directora de denuncias, adopciones y esterilizaciones Valeria Verme y la tesorera Hilda Salinas.

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Desde el inicio, la misión ha sido asegurar una vida digna para todas las especies de animales, reconociendo que ello requiere de una relación benéfica, equilibrada y recíproca entre todos los integrantes de la comunidad.

La asociación trabaja para todos los distritos del Perú, pero enfoca sus esfuerzos en aquellos de recursos limitados en Lima Metropolitana y otras provincias del Perú.

Esterilizaciones en aumento

Además de recibir y proteger animales en el albergue con miras a una pronta adopción, Vida Digna también promueve su mensaje a través de organizaciones de base y realiza tareas de prevención educando a la población sobre el respeto a los animales, sobre salud preventiva y sobre esterilización.

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Valeria Verme, quien organiza las campañas de esterilización, comenta que la necesidad de esterilizar está en todos lados, pero que se hace evidente y urgente en las afueras de Lima. Actualmente su foco de atención es Pachacutec, en Ventanilla, y en sus primeras campañas se lograba operar a unos 60 animales con ayuda de vecinos voluntarios y veterinarios que cobran una tarifa simbólica, 30 soles por animal. Trata de hacerlo cada 3 o 4 meses, según los fondos que pueda recaudar.

“¡La gente lo pide a gritos! Antes de que llegáramos no había nada, pero en la última campaña esterilizamos 100 animales y hubo gente que se quedó en la lista de espera. En seis años hemos realizado diez campañas y esterilizado a unos 1000 animales, entre perros y gatos”, comenta Verme.

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Explica que la Municipalidad de Ventanilla tiene un buen programa dedicado a los animales, pero en cuanto a las esterilizaciones, cobran 120 soles por intervención y apenas ofrecen 10 cupos por campaña, una vez al mes.

Felizmente Vida Digna cuenta con el apoyo de residentes que donan su tiempo y espacio. Como la señora Justina, quien ofrece su casa para el post operatorio, fundamental para evitar infecciones.

“En verano el calor bajo el techo de Eternit  es súper intenso y para operar es muy incómodo. Afortunadamente, contamos con la casa de Justina, pero es necesario un lugar cerrado y fresco. Además no hay baño y los veterinarios deben de ir al restaurante del frente. Lo ideal es tener un centro de esterilización en la zona, pero aún no hay dinero para eso. Se hace lo que se puede y gracias a Dios hay veterinarios que se la juegan”, comenta Verme.

“Los expertos dicen para notar una disminución en el número de animales desamparados, se debe de esterilizar al 90% de una población. Ello puede tomar uno o dos años. Nosotros ya estamos empezando a ver el cambio porque ya no veo tantas perras preñadas que como antes”, asegura Verme.

Más gente busca

En cuanto a las adopciones, el panorama también está mejorando, especialmente con la aparición de plataformas digitales que facilitan enormemente la oferta y exposición de mascotas listas para ser adoptadas.

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Una de estas plataformas es , una asociación sin fines de lucro que busca generar consciencia sobre la realidad de los perros abandonados en el Perú y que ofrece las herramientas necesarias para combatir el problema y así hacer de la adopción la mejor alternativa.

“Antes de estas plataformas apenas lográbamos dar en adopción un promedio de dos perros al mes, ahora ha subido a cinco al mes. Más gente se está pasando la voz, hay más consciencia”, dice Verme.

Mientras tanto se hace lo que se puede para cubrir las necesidades básicas del albergue, como recaudar un mínimo de 3 mil soles al mes para cubrir una tonelada de alimento. Aparte está el pagar elementos básicos como lejía y detergente, con lo que se limpia los caniles y se espantan las moscas, tarea que cumple Lucho todas las mañanas.

Lucho Mireles cuida que cada día los caniles estén libres de orina, heces, moscas y bacterias.

“Me aseguro de mezclar bien la lejía y el detergente con agua para evitar que los perros se irriten sus patitas”, explica Lucho mientras friega el piso con una escobilla. El olor de la orina y las heces amontonadas ya ni lo distraen, ya se acostumbró.

Las medicinas son otro componente indispensable en el albergue. Con mucha frecuencia llegan perros en estado de emergencia y deben de ser atendidos de inmediato. Vida Digna cuenta con veterinarios que visitan el albergue con frecuencia y en los días sin doctor, Lucho cura y asiste con los conocimientos básicos que ha adquirido en los 13 años que lleva trabajando.

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“Apenas llega, el perro entra al área de cuarentena. Lo observamos y lo tratamos según su necesidad. Una vez que sana, pasa al área grande con el resto de perros, eso sí, debo de conocer bien su personalidad para saber con qué grupo colocarlo”, explica Lucho.

Casi la mitad de los perros tienen un padrino o una madrina que aportan 70 soles al mes para sus cuidados. Vida Digna también cuenta con socios que donan 25 mensuales.

Pero perros y gatos no son los únicos que se benefician del trabajo de Vida Digna. Hay caballos que, a través del proyecto Pro Equino, dirigido por María Teresa Guzinati, gozan de una segunda oportunidad pues hay mucha gente que los quiere para su chacra. 

“Años atrás mucha gente nos miraba con cara de interrogación, mi familia me trataba de loca porque no entendía en que consistía mi labor. Hoy en día son cada vez más las personas que tienen más conciencia respecto al cuidado de los animales. Muchísimos postean en Facebook el caso de algún perro o gato en problemas, y felizmente mi familia ya aceptó que en cualquier momento llego con un animalito a la casa, claro, de manera temporal”, agrega Verme entre risas.

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