Más que una posta, un oasis - 3
Más que una posta, un oasis - 3
Redacción EC

Por Andrea Carrión / WUF

Apenas se mueve. Un trapo ensangrentado cubre su cabeza y el resto de su cuerpo está mugre. Johan Cornejo, su dueño, cuenta que es su perro y que pensó que no lo volvería a ver más.

“Él se llama Ruffo, se perdió hace un mes, por un descuido se salió de la casa. Lo buscamos en el mercado, en las calles vecinas, y nada. Pero ayer unos amigos que iban a la playa lo encontraron caminando por Lurín. No lo podía creer, yo vivo por el Óvalo Oasis, aquí en Villa El Salvador”, comentó Cornejo impresionado por los 8 kilómetros que había caminado su perro.

En la habitación de en frente Doki de 11 años de edad se recupera con una vía de suero a la vena. Quien lo acompaña explica que se perdió cuatro horas y que apareció con un golpe.

“Al parecer fue un piedrazo, es que ladra mucho. Por un descuido se salió de la casa y mire usted. Me he tenido que venir desde Lurín a las 6 de la mañana y ya había seis personas esperando a ser atendidas”, señala Aida Andía, madre de la dueña del perrito.

Aida Andía cuida de Doki de 11 años. Se perdió 4 días y volvió herido. Tal vez alguien le lanzó una piedra por ladrar mucho, eso cree Aida.

Historias como éstas llueven a diario en la , un lugar en el que todo caso es atendido, donde la demanda supera los recursos y donde el descanso es mínimo.

Mientras Ruffo aguanta echado y casi inmóvil sobre el piso de cemento de una salita de espera con sillas para cinco personas y un televisor que hace más cómoda la espera, en el quirófano cuatro especialistas atienden varios casos a la vez.

Sobre la mesa de operaciones, un perro grande espera a que le atiendan el absceso que ha inflado como un globo de agua su oreja derecha. Con afeitadora en mano, Francisco Bryce, médico veterinario y co fundador de la posta, explica que se trata de una infección de oído ignorada. Agrega que diariamente atienden entre 100 y 150 casos, y que por el quirófano suelen pasar entre 15 y 20 animales.

“Hay mucha negligencia, mucho descuido. Aquí tratamos muchos casos por enfermedades infecciosas y el 90% son por falta de prevención, esto incluye a todo tipo de animales, sean domiciliados, semi domiciliados –los que viven en la puerta de la casa- o callejeros”, señala Bryce.

En otra de las tres mesas de operaciones hay una gata lista para ser esterilizada y en la mesa de al lado encontramos a Pirata, privado y boca arriba. Perfectamente concentrada en hacer bien el corte, la médico veterinario Edith Gerónimo explica que el perrito ha llegado de emergencia porque una pelea de perros le desgarró los testículos.

“¡Eso pasa por no castrarlos!”, grita Bryce desde el fondo de la habitación. Y es que esterilizar y castrar es lo que mueve a este médico, esa es la razón que lo trajo al cono sur de Lima, hace más de 8 años.

Johan Cornejo ayuda a su perro Ruffo a caminar para ingresar a sala de operaciones. El animal apenas se puede mover.

Trabajo en equipo

Bryce llegó a Villa El Salvador como el doctor voluntario que apoyaba a la Asociación Vida Digna con sus campañas de tenencia responsable de mascotas en el Cerro Lomo de Corvina. Iba los miércoles y trataba a los perritos de la calle y a las mascotas de los vecinos.

“Con estos programas de veterinaria social nos ubicábamos en las lozas deportivas, poníamos mesa, toldo y atendíamos a unos 150 animales por día; los vacunábamos, desparasitábamos, les poníamos anti pulgas y curábamos lo que se podía curar”, recuerda Bryce, graduado de la facultad de veterinaria de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica.

En esas campañas conoció a Julissa Castillo. Ella era una de las personas que llevaba seguido a su perro a ser atendido. Hasta que un día la señora que apoyaba a Bryce convocando vecinos y gritando por las calles ‘¡Ya llegó el doctor de los perritos!’, se enfermó y le pidió a Julissa que la reemplazara.

“Acepté ayudar, pero no a gritar por las calles”, dice Julissa entre risas. “Fuera de bromas, poco a poco se me fue quitando el miedo de tratar con los animalitos, Francisco me fue enseñando y al poco tiempo me comentó que tenía planes de abrir una posta porque cada vez que venía a Villa El Salvador veía bolsas de perritos y gatitos en la basura, y sentía que necesitaba hacer algo, entonces inició esto con la idea de esterilizar y castrar”, agrega.

Un vecino de Julissa les alquiló un local pequeñísimo en el que atendieron cientos de casos durante 2 años, pero al ver que la necesidad en la zona era desbordante, hace 6 años se mudaron a la posta que tienen hoy, un local de cuatro ambientes en el que se hace de todo, menos traumatología. Esos casos son derivados a otros especialistas o tratados por un traumatólogo que solo va los miércoles.

“En los 8 años que llevamos aquí en Villa el Salvador habremos hecho unas 35 mil cirugías, la gran mayoría de éstas son esterilizaciones (hembras) y castraciones (machos), siempre a bajo costo, eso ha contribuido a que venga mucha gente”, explica Bryce.

Julissa cuenta cómo al principio a Bryce le costaba mucho cobrarle a la gente por atender a sus mascotas, incluso eso les afectó en términos de imagen porque al ver precios tan bajos, la gente empezó a desconfiar del servicio.

“Ha habido días en los que nos mirábamos a la cara y no sabíamos hacer con el poco dinero que teníamos. Él hacía lo que sea por pagarme porque yo soy madre soltera, pero poco a poco fue mejorando la situación”, señala Julissa.

Aquí llegan todo tipo de animales domésticos. En nuestra visita vimos perros, gatos, gallinas y un chivo llamado Patricio.

Contra la sobrepoblación

Hoy cuentan con cerca de 35 personas entre médicos y asistentes, su horario de atención supera las 12 horas y las salas de espera suelen estar llenas de gente y animales.

“Somos una clínica de bajo costo y hacemos lo que sabemos y lo que podemos. Lo importante es que damos facilidades. Si tenemos que operar a un animal y la persona que lo trae no tiene cómo pagarnos, se le ayuda”, dice Bryce mientras se alista para operar a Ruffo, cuya oreja ha sido destrozada –seguro en una pelea- y alberga cientos de gusanos. “Aquí hay mucha más chamba que en cualquier otro lugar. Si esto lo hiciéramos en Miraflores o San Isidro seríamos ricos. Imagina, 20 cirugías en promedio de 500 soles cada una, ¡uff! Aquí ese monto se convierte en unos 500 soles en total. Hacemos de todo y los precios establecidos van desde 25 hasta 50 soles, incluyendo post operatorio y pastillas”, explica. 

Pero más allá de dar servicio al alcance del bolsillo, lo que motiva a Bryce a trasladarse casi a diario en moto de San Miguel hasta Villa El Salvador es la esperanza de, algún día, ver reducida la espantosa sobrepoblación de animales abandonados que rondan las calles, especialmente en las zonas de bajos recursos económicos.

“Se dice que para realmente notar una reducción, se debe de reducir al 10% de la población en un año, es decir, tomando en cuenta que haya unos 170 mil perros en Villa El Salvador, se tendría que operar a unos 15 mil perros, o sea lo que hemos hecho en 8 años lo deberíamos de haber hecho en 2 años, algo así. Pero ahí vamos”, comenta Bryce, quien promueve con gran pasión la .

Las barreras son grandes. Mucha gente cree que no puede pagar una esterilización, para otros la distancia es un problema y otros factores son flojera, desinterés, falta de cariño, ignorancia. Aunque la más grande es la cultura.

“Solo el 10% de los perros que operamos son machos. La gente dice ‘Nooo, cómo voy a castrar a mi macho, nooo, tengo que hacer una consulta con la familia’ y no vuelven más. Hay mucho machismo”, agrega Bryce, hecho que no tardamos en comprobar cuando hablamos con Arturo Ramírez.

Su perrito de 2 años terminó en la posta porque se fue persiguiendo a una perrita. Se perdió cuatro días y regresó extremadamente débil. Al preguntarle si pensaba aprovechar esta experiencia para castrarlo, respondió “¿Castrarlo? Nooo, más bien voy a conseguirle una perrita para que se tranquilice y tenga sus hijitos”.

“La buena noticia es que cada vez hay más esterilizaciones. Ahorita, por ejemplo, tenemos una lista de espera hasta marzo”, dice Bryce. “Si bien es cierto que las cosas parecen seguir igual por la sobrepoblación de mascotas que vemos en las calles, por la reproducción, por las peleas de perros, la venta de animales, el maltrato, el dejarlos amarrados en los techos…  pienso que en algo estamos mejorando, pero aún es muy, muy poco”, concluye Bryce.

EL DATO

El la el costo para esterilizar es de S/. 25 gatas y S/. 30 perritas, según el tamaño la tarifa aumenta. El costo mínimo de castración es de S/. 20 perros y S/. 15 gatos.

Recomendación: Castrar es más sencillo porque la cirugía es menos invasiva y la recuperación es más rápida.

Número de contacto para citas: 7337832

andrea@wuf.pe

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