La fiesta del Señor de los Milagros es la expresión religiosa más popular y concurrida en nuestro país. Miles de fieles atraídos por la fe acompañan incansablemente los recorridos del Cristo Moreno.
Su historia se remonta al siglo XVII cuando los negros de Angola formaron la cofradía de Pachacamilla y pintaron sobre un muro de adobe la imagen del Cristo. Desde la primera vez que salió en procesión, el 20 de octubre de 1687, el Señor de los Temblores, Cristo Morado, Cristo de las Maravillas o Cristo Moreno, como también se le conoce, convocó a miles de seguidores que dan fe de sus milagros. Posteriormente, la imagen fue trasladada a la Iglesia de las Nazarenas. Años más tarde, su fama cruzaría nuestras fronteras. Una réplica del Cristo sería sacada en procesión para los fieles del mundo.
Diferentes actores integran el escenario religioso del Señor de los Milagros. Las cuadrillas de cargadores, las sahumadoras, las cantoras o las bandas de música son algunos de los principales personajes. No podemos dejar de lado a las vivarachas vivanderas que le ponen el toque pintoresco y bullicioso a nuestra tradición junto a otros pequeños comerciantes que se alejan del motivo festivo ofreciendo artículos ajenos a la procesión como globos metálicos. Cada año más de 4000 mil vendedores ambulantes se mueven al ritmo de los fieles.
La riqueza gastronómica esta presente más que nunca en octubre. Las principales calles de Lima son tomadas por cientos de carritos y aromas. Los ambulantes hacen su agosto con sus platos al paso, choncholíes, picarones, turrones y bebidas. Algunos fieles se ven abrumados por un comercio bullicioso y desordenado. Son un despelote.
Muchos de ellos acompañan al Señor de los Milagros desde su niñez y han “construido” una feria móvil. Este es el caso de Ascanio Carbajal (69) quien acompaña a la imagen con sus barquillos dulces desde adolescente. Algunos se mezclan entre los fieles ofreciendo escapularios, estampas, velas, crucifijos o hábitos morados con cordones blancos para todas las tallas.
Un recorrido agotador
Las miradas fijas sobre las andas y la carrera por llevar al niño frente a la imagen agotan a los devotos, quienes encuentran al final de la procesión el “Mistura de octubre”. Un sinfín de carritos con innumerables platos y dulces al paso avanzan acompasados al anda del Cristo Morado. Familias enteras de Lima y provincias se trasladan a esta marcha milagrosa para cantar el Himno del Señor de Los Milagros. No faltan los turistas que se unen al mar humano. Al terminar la procesión se escuchan los roncos pechos de las vivanderas.
En esta celebración, la seguridad y el orden son factores vitales y reducidos. Se necesitan 32 hombres para cargar la imagen y unos 70 policías para contener a la multitud alrededor de ella.