(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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Un cajamarquino de izquierda se asegura el sillón municipal de la capital peruana, venciendo a oponentes como Alfredo Barnechea (Partido Aprista Peruano), Alfonso Grados Bertorini (Acción Popular) y Richard Amiel (Partido Popular Cristiano). Se trata de Alfonso Barrantes Lingán, quien es el primer político de esa tendencia ideológica en instalarse en el gobierno de Lima. Las elecciones municipales del 13 de noviembre de 1983 no le trajeron “mala suerte” al candidato de la Izquierda Unida.

Al cierre la jornada democrática “el Jurado Provincial Electoral confirmó extraoficialmente el triunfo de Barrantes en base a los estimados de las ánforas”, señaló El Comercio, acompañando su nota con dos fotografías. En la primera se observa una calle limeña abarrotada de votantes, mientras en la otra aparece el virtual alcalde de Lima ofreciendo una conferencia de prensa –con sus clásicos anteojos- momentos después de difundirse los primeros resultados que lo aseguraban como ganador.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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En agosto un optimista Barnechea había declarado que “ellos (el APRA) eran la única alternativa política”, frases que Barrantes calificó de petulantes. Con un hablar pausado, el “tío frijolito” fue conquistando las simpatías de un amplio sector de votantes, quienes lo respaldaron con un 36.47%, lejos del 27.17% de Barnechea, quien alcanzó la segunda posición.

El reto era grande. Le aguardaba una Lima informal, que aglutinaba una generosa presencia de migrantes andinos –la cultura chicha estaba en expansión-. Como sucede hasta hoy, el transporte, con sus grandes unidades obsoletas y contaminantes, estaba a punto de colapsar.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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La venta ambulatoria estrangulaba las calles capitalinas; la basura se acumulaba cíclicamente en esquinas, bermas centrales, descampados y cualquier espacio que no tuviera un fin establecido. A todo eso había que agregar la criminal acción terrorista, que había empezado a golpear la Ciudad de los Reyes cada vez con mayor fuerza. En la víspera del proceso electoral los locales de Acción Popular y el Partido Popular Cristiano habían sido violentamente atacados, resultando tres policías muertos.

La misma noche del 13 de noviembre, cuando aún se estaba realizando el conteo de los votos, las huestes de Sendero Luminoso dinamitaron las agencias de los bancos Wiese y Crédito en la avenida Grau. “Hubo atentados de senderistas anoche en Lima”, tituló el Decano. Para estas elecciones estuvieron aptos para votar 7.469.944 electores, quienes debían elegir a 152 alcaldes provinciales y 1.800 distritales, en 40.778 mesas electorales en todo el Perú. Por la violencia subversiva no se realizó el acto de sufragio en las provincias de Víctor Fajardo, Cangallo y Huanta, en el departamento de Ayacucho.

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