Las hoy nostálgicas clases presenciales: cuando los escolares peruanos se reencontraban en el colegio | FOTOS
No habrá momento más emocionante que el que protagonizarán los escolares peruanos de todos los niveles educativos el día que vuelvan a verse en sus aulas. Así fue ese reencuentro en otras décadas, entre el uniforme caqui y el “gris rata”.
Luego de 17 meses de alejamiento de los escolares de sus centros de enseñanza debido a la pandemia, con seguridad algo hemos aprendido: las clases presenciales son vitales para los niños y adolescentes. Estas se deben dar extremando todos los cuidados sanitarios para volver a ver a nuestros menores tan contentos de aprender como en las imágenes que mostramos desde fines de los años 50 hasta la década del 60 al 80.
Con el calendario alterado hace más de un año, aún tenemos en la memoria lo que era habitual en las últimas décadas del siglo XX, cuando todo empezaba el 1 de abril de cada año, o en los días posteriores, pues dependía de si el día 1 era sábado o domingo.
Eran unas jornadas muy especiales. Un día esperado por unos con entusiasmo y con cierta ansiedad por otros. Pero el reencuentro con el compañero o la compañera era algo que no tenía precio. Solos, a pie, o en movilidades escolares, todos buscaban llegar al centro de sus esperanzas.
La foto que presentamos (allí arriba) de un grupo de escolares con el antiguo uniforme caqui, en la puerta de su centro educativo, revelaba esa confianza en la vida de colegial, entre despreocupada o juguetona. Las miradas de esos niños de fines de los años 50 lo dicen todo: picardía, astucia y algo de asombro ante la cámara del reportero de El Comercio. Era el miércoles 1 de abril de 1959.
La imagen captó el momento exacto de un breve descanso colegial; un respiro grupal antes del ingreso a las aulas y reencontrarse con el resto de sus compañeros. El calor aun arreciaba en ese otoño que parecía verano, y un helado no caía mal. A esos colegiales no les importaba la Guerra Fría o el triunfo de los barbudos de Cuba; ellos solo vivían su momento y ese era volver a clases para aprender y vivir rápidamente ese último año en primaria.
En el 59 se hablaba de la “gran iniciación del año escolar”, y el entusiasmo era porque todo volvía a empezar sin dictadura en el poder (la de Odría); con ese optimismo todo era nuevo o se veía nuevo: desde uniformes, cuadernos y libros, hasta amistades, sonrisas y abrazos. Minutos después, el himno nacional juntaba a profesores y alumnos. Los maestros buscaban entonces desarrollar la “personalidad de peruanos” en los colegiales. El pacto por el conocimiento volvía a renovarse.
Como ese 1 de abril de 1959, todos los regresos a clases son jornadas inolvidables y placenteras. La sociedad peruana en su conjunto sigue soñando con una escuela peruana vista como el segundo hogar que merecen nuestros escolares de siempre.
FABULOSOS AÑOS 60, 70 y 80
A mediados de la década de 1960, por ejemplo, había en el Perú cerca de dos millones y medio de menores que asistían a los colegios de todo el país. Ellos fueron testigos de los avances en el servicio educativo, que se daban con muchas dificultades. Una de ellas era la inseguridad.
Si bien en aquellos años había un estimulante aumento de la población estudiantil, que rebasaba las aulas implementadas, esto se enfrentaba a una infraestructura aún insuficiente. Con todo, los maestros de mediados de la década del 60 confirmaron a El Comercio que los niños de 4 a 17 años expresaban -en su primer día de clases- más alegría y entusiasmo que otros años.
Los años 70 empezaron con tres millones y medios de estudiantes a nivel nacional, aunque Lima reunía a gran parte de esa masa. Empezaba también la reforma del Estado y el discurso educativo no sería ajeno a esos “objetivos transformadores”.
A fines de 1970, el gobierno militar de Velasco Alvarado oficializó el uso del uniforme único para todos los colegiales peruanos. El estreno fue el 1 de abril de 1971. El traje escolar fue conocido popularmente como el uniforme “gris rata”.
Durante los años 80 hubo más niños con poco mobiliario y material escolar y profesores con bajos sueldos y en huelga. Pese a ello, existía en los escolares la emoción nerviosa de empezar una nueva etapa de sus vidas. Los y las escolares siempre estuvieron más allá de todas las angustias, temores o mezquindades del mundo adulto.
En esos años ochenteros, otra dificultad pública fueron las condiciones lamentables del transporte público que usaban los menores. Pese a ello, los superaban con perseverancia y cierta audacia. Poco a poco, entre finales de los años 90 y la primera década del siglo XXI, tanto la infraestructura como la gestión educativa fueron avanzando positivamente.
El primer día de clases siempre debería ser una jornada inolvidable, amable y placentera, no una experiencia traumática ni violenta. La sociedad en su conjunto debe trabajar para que la escuela peruana sea como un segundo hogar para nuestros escolares de siempre.