Mentores para el Perú
Nuestro país necesita mentores. Aunque suene extraño mi planteamiento, cada día estoy más convencida de que así como un profesional comprometido con su carrera encuentra guía, consejo, perspectiva y un ocasional jalón de orejas en mentores que lo aprecian, nuestro país necesita lo mismo y con urgencia.
Necesitamos poder contar con un grupo de honorables no cegados por el poder o intereses personales a quienes acudir cuando los problemas sean de fondo. Necesitamos personas morales para orientar a nuestros gobernantes sugiriéndoles una visión ética y experimentada en temas de interés nacional.
Me imagino un consejo de patriarcas ilustres y notables, gente libre de escándalos, con gran base moral y ética, capaz de poner el bienestar de los peruanos por encima de intereses personales. Personas que no busquen figurar o ser reconocidas, sino que, con la serenidad y la experiencia de quien ya triunfó por sus propios méritos, perciban que su trascendencia y verdadero legado está en apoyar a su país.
Quienes sean expertos en temas de gobierno tal vez podrán decir que ese rol es una responsabilidad de algún estamento del Estado. Sin embargo, como ciudadana sin ningún expertise ni interés político siento que nadie ejerce hoy ese rol, que sería cercano al de un comité consultivo, una instancia superior con ideas claras y valores firmes, que establezca la visión de país y asegure su continuidad entre generaciones de líderes.
Seguro que quien me lee estará pensando en el enredo político que podría implicar mi sueño: ¿quiénes serían, quién los nombraría, qué pasa con la política partidaria? Pero el que la mecánica de mi sueño se enrede no significa que no sea necesario.
Ojala pudiéramos contar con estas cinco o siete mentes lúcidas, expertas y admirables que ven al Perú desde una perspectiva mundial y que, sin temor y con autoridad moral, pudieran darle un buen consejo o jalarle las orejas al gobernante de turno cuando lo necesite.
¿Se me ocurren nombres para este consejo? Sí, sin duda. Los mismos que probablemente se le ocurran también a usted. ¿Querrían ellos aceptar el reto? No lo sé, pero me imagino que lo ven, ¡tan importante como yo!