Vade retro, complacencia
La semana que pasó mis clases de la maestría fueron de un tema que no domino para nada: finanzas. Confieso con poco pudor que sufrí toda la semana, sintiéndome muy en desventaja sobre el resto de mis compañerosFue un baño obligado de humildad que me dejó lecciones importantes. La primera, y quizá la más valiosa, fue vivir en carne propia las consecuencias de algo que siempre critico: la complacencia. Creo que por caer en ella demoré mucho en aprender un tema que hoy me doy cuenta es muy importante para mí.
‘Reaprendí’ –y de manera dolorosa– que no hay excusa para no seguir desarrollándonos. Nunca es tarde y ni la falta de tiempo o recursos justifica que pongamos barreras que nos restan competitividad o empleabilidad. Ahora pienso en cuántas oportunidades habré dejado pasar por descuidarme en una materia que llevé en la universidad pero que, como todo, ha evolucionado.
Ciertamente uno no puede ser bueno en todo ni experto en demasiadas cosas. Pero la complacencia es una actitud que también tiene mucho que ver con la arrogancia, esa que nos hace creer que no necesitamos seguir aprendiendo.
Esta experiencia me deja con más sentidos argumentos para ayudar a fijarse metas de desarrollo personal a quienes quieren elevar su empleabilidad. Y como ‘coach’, para animar a los mejores a que no cometan el error de dejar de aprender, por más títulos que ya tengan.
Al igual que me pasó a mí con las finanzas, me encuentro con ejecutivos y empresarios que miran por encima del hombro algunos temas que pueden luego pasarles factura, entre ellos, la responsabilidad social. Muchos tienen ideas equivocadas sobre ella o creen que no les toca de cerca al no ser tema de su especialidad. Y así, al no comprenderla aún como la esencia de una gestión ética o no proponer estrategias de acción responsable hacia los grupos de interés con los que interactúan, dejan de lado oportunidades para ser más competitivos y vigentes.
Por eso, siempre los animo a conocerla más y mejor y, sobre todo, a ser socialmente responsables, por convicción, por sus carreras (es vital para el currículum), por sus empresas y especialmente por nuestro país.
Por mi parte, seguiré aprendiendo de finanzas, así me lo he propuesto, y por supuesto también de empleabilidad y responsabilidad social. No quiero quedarme atrás.