El terrible desprecio
Malcolm Gladwell, el reconocido autor cita en su libro “Blink” a un investigador, el Dr. John Gottman, quien determinó que el desprecio, sentido por uno o por ambos miembros de una pareja, es el principal indicador para predecir el fracaso futuro de una relación sentimental.
Wikipedia señala que “el desprecio, en psicología y otras ciencias sociales, es una intensa sensación de falta de respeto o reconocimiento y aversión. El desprecio supone la negación y humillación del otro de quien se pone en duda su capacidad e integridad moral. Es similar al odio, pero implica un sentimiento de superioridad. La persona despreciada es considerada indigna. El desprecio puede estar relacionado con sentimientos de indignación y amargura”.
¿Puede el desprecio ser también la causa del fracaso de las relaciones en el mundo del trabajo? ¿O de la carrera profesional?
Creo que la respuesta es más que evidente. Las organizaciones exitosas son las que se esfuerzan por lograr ambientes de trabajo respetuosos. Y respetuosos para todos por igual. Eso impacta directamente en la satisfacción y productividad de sus empleados y, por ende, en la satisfacción de sus clientes y accionistas, creando un círculo virtuoso natural.
Esas organizaciones comprenden que las personas necesitamos sentirnos apreciadas y valoradas. Necesitamos recibir señales claras de reconocimiento que nos llenen el alma y eleven nuestra autoestima. Pero sobre todas las cosas, ¡las personas queremos sentirnos respetadas en nuestra dignidad! Y como he escuchado decir muchas veces “tratadas como gente”.
Lamentablemente existen organizaciones que no validan al respeto como el valor fundamental en las relaciones con sus empleados o con sus distintos grupos de interés. Y parecen ignorar por completo que las personas leemos muy bien las señales de falta de respeto o de desprecio a las que podemos estar expuestas. Las ofensas que devienen del desprecio se detectan y se sienten a la legua en el ambiente laboral y hieren, ofenden y maltratan irremediablemente las relaciones, destruyendo la moral, la confianza y toda posibilidad de enmendarlas. Generan hostilidad y rencor. Ejemplos hay muchos y de todo tipo. Incluso, lamentablemente en organizaciones con líderes bien intencionados, pero que no toman especial cuidado en asegurarse de que las actitudes y comportamientos de los miembros de sus equipos (sobre todo de los que tienen poder) sean coherentes y consistentes con los valores que ellos predican.
En nuestra carrera profesional, el desprecio hacia otros, muchas veces manifestado como arrogancia, se convierte en el principal enemigo de la empleabilidad. Las personas no aceptan ni perdonan a quienes los miran para abajo o intentan desvalorarlos o minimizar sus ideas, su posición o su dignidad. El “despreciado” devuelve la ofensa o muchas veces acumula un resentimiento pernicioso que vuelve imposible reconstruir cualquier relación de respeto o confianza. El que desprecia destruye a su paso su propio prestigio y reputación, generándose enemigos por doquier, muchas veces sin siquiera comprender el daño que causa a otros y, sobre todo, a sí mismo.
Generar una cultura de respeto es fundamental en organizaciones y sociedades que buscan su desarrollo pleno y la felicidad de su gente. Y qué decir de nuestro país. Todos los ciudadanos merecemos respeto. Los líderes deben dar el ejemplo.
*EN EL TRABAJO
¿Puede el desprecio ser también la causa del fracaso de las relaciones en el mundo del trabajo?
*IDEAS
Las personas no aceptan ni perdonan a quienes los miran para abajo o intentan desvalorarlos o minimizar sus ideas.