Abrir la mente
Ayer en Santiago, el chofer de Uber me cuenta de la furia de los taxistas locales contra toda forma de competencia moderna que consideran desleal. Ellos, en vez de tratar a su vez de mejorar la experiencia que le brindan a sus pasajeros, luchan por un status quo que se les fue. Pierden toda vigencia batallando ideológicamente contra la modernidad, en vez de tratar de adaptarse a ella.
Ya en la oficina me cuentan de los casos difíciles que están viendo y del dolor que sienten por un determinado grupo de personas muy desactualizadas que nunca esperaron quedarse sin trabajo, aunque sabían – como todos – que la mina cerraría en poco tiempo. Sufro por ellos, necesitarán mucha ayuda para enfrentar el mercado laboral. Y ante estos casos reflexiono: ¿Qué hacer para que algo así no me pase a mí jamás? ¿Cuáles de mis ideas hoy podrían estar limitando mi mente y mi futuro? ¿Cuáles de mis creencias o paradigmas podrían marcar en algún momento el fin de mi propia vigencia?
Y es que a una de las cosas que a las que más temo es quedarme atrasada con ideas que no han evolucionado, como les pasa a muchos que no quieren o son capaces de ver más allá de la seguridad de lo que ya conocen. Por eso creo que es muy peligroso como profesionales y como adultos no abrazar la diversidad como un importante valor cultural y limitarnos a interactuar en entornos cerrados o pequeños, siempre con la misma gente o con quienes tienen las mismas ideas que nosotros. Eso nos vuelve excluyentes y menos creativos y limita seriamente nuestro crecimiento y desarrollo. ¡Además, nos vuelve muy aburridos!
Quizá por eso, pocas cosas me gustan más que conocer personas con ideas nuevas y muy diferentes a las mías. Con paradigmas que me reten y cuestionen. Siento que eso hace que mi mente se abra, se renueve y sobre todo, que esté atenta y muy presente, curiosa otra vez.
En la oficina en Lima, cada vez nos toca más trabajar con ejecutivos extranjeros que escogen recolocarse o montar sus negocios en nuestro país en vez de volver a los suyos. Así, en muchos de nuestros conversatorios semanales casi el 20% de los asistentes son de otras nacionalidades. Sus ricas experiencias nos renuevan, nos traen nuevas ideas y perspectivas y nos hacen mantenernos atentos y desearnos más competitivos.
Por eso también cuando me preguntan por qué participo en cosas y actividades tan variadas y distintas, explico cómo eso me ayuda a entender mejor lo que pasa y lo que se viene en varios temas. Y cómo me ayuda mucho a ampliar mis redes de confianza a todo nivel disfrutando de la compañía de personas muy distintas que me inspiran, energizan, enseñan, alegran y sobre todo, que me ayudan a crecer y ampliar mi mente.