Aprender más rápido
Pasé el último fin de semana en uno de los mejores congresos de mi vida: el primer Global Summit de Singularity University (SU), en San Francisco. SU busca educar, inspirar y empoderar a líderes para la aplicación de tecnologías exponenciales y disruptivas que puedan impactar positivamente la vida de miles de millones de personas, entendiendo esas tecnologías como aquellas fuerzas que vuelven abundante lo escaso.
Siempre que menciono a SU – el 2014 fui al programa ejecutivo -, me preguntan qué tengo que ver yo con nanotecnología, biotecnología, genomas, sensores, realidades virtuales y aumentadas, manufactura digital, robótica, inteligencia artificial, avatares, etcétera. La respuesta es simple: voy para ampliar mi mente y mis paradigmas. El ritmo de los cambios por estas nuevas disrupciones tecnológicas se va acelerando tan rápidamente que siento que no me puedo quedar al margen, más aún cuando las mentes más brillantes del mundo están concentradas en incrementar la velocidad con la que se resuelven los grandes problemas de la humanidad. En temas de energía, agua, alimentación, salud, educación, clima, vivienda, etc., estas tecnologías están transformando significativamente nuestras vidas y la manera como las vivimos… ¡y no me quiero quedar atrás!
¿Qué aprendí estos días? Muchas cosas que aún estoy digiriendo, pero el mensaje más importante que me quedó fue el de aprender más rápido. Si, aprender más rápido. Esto fue repetido casi como un mantra durante estos tres días. Como empresarios, ejecutivos y profesionales, frente a los importantes desafíos y oportunidades que traen estas tecnologías disruptivas, lo único que nos queda para no morir por obsolescencia es aprender más rápido.
Ver y escuchar sobre los miles de avances de empresas ya exitosas -que me sonaban a ciencia ficción antes de llegar-, me ha servido para inspirar mi imaginación y cambiar muchos paradigmas. Es impresionante cómo los humanos no mejoramos realmente a menos que nos reten o presionen. Eventos como estos son un jalón de orejas para desterrar la complacencia: no quiero ser como aquellos que andan dormidos en la rutina sin pensar dónde van, dónde quieren ir y, menos, qué tienen que hacer para llegar allí. Sin ninguna curiosidad ni ambición por aprender, por dejar un legado, por crecer. Que no hacen nada para anticiparse a lo que muy pronto afectará sus trabajos y sus vidas, cómodos como están hoy, con mil excusas que los atrapan en lo fácil y conocido. Que, cuando se den cuenta, será muy tarde para reaccionar.
Voy a tratar de aprender más rápido. De permanecer atenta y anticiparme a estos cambios que las tecnologías exponenciales traen. Voy a esforzarme por desarrollar mi mente y mis ideas. ¡Vamos! ¿Me acompañan en el intento de transformarnos, rediseñarnos y reinventarnos para construir versiones mejoradas de nosotros mismos y de nuestras maneras de trabajar y aprender?