¿Tienes comprada tu libertad profesional?
Hace unos días me reuní con una amiga que hace poco renunció a su trabajo. Estaba literalmente “harta” de su jefa, no la dejaba crecer, no la estimulaba, la ignoraba. En ese contexto, tomó la decisión de irse. No la sentí derrumbada ni nada.parecido; todo lo contrario, la sentí muy tranquila, libre, relajada. Me encantó esa nueva seguridad que transmitía en su mirada, muy confiada de que pronto se recolocaría en un mejor trabajo.
Y es que ella se sabe muy empleable: tiene las cualidades profesionales, habilidades y competencias que el mercado busca y sabe que ahora existe una buena demanda por servicios profesionales como los suyos. Además, como ejecutiva tiene una excelente reputación y muy buena imagen. Se lleva bien con todos, es muy buena en lo que hace, genera buenos logros y acumula buenos resultados visibles.
Otra cosa importante: mi amiga sabe que ser empleable no es tener un trabajo, sino poder conseguirlo cuando lo quiere, y por eso tiene esa actitud que le permite mantenerse muy vigente y siempre muy conectada. Con mucho “jale profesional”. Esa actitud y ese “jale” le facilitan mucho poder comprar su tan ansiada “libertad profesional” donde y cuando la necesita.
Para realmente tener satisfacción y éxito profesional es vital disfrutar de lo que hacemos.
También es verdad algo muy importante y clave en esta fórmula de libertad que ella maneja: siempre se preocupa de mantener una bolsa de ahorros de por lo menos seis meses de sus costos fijos, separada para este fin. Así ella es libre de tomar la decisión de salirse de un trabajo en el que no está realmente contenta sin quedar económicamente desamparada.
Me pregunto cuántos de nosotros tenemos la posibilidad de comprar nuestra libertad profesional de esa manera. ¿Cuántos sentimos que tenemos esa libertad de no quedarnos atrapados en un mal trabajo, o un trabajo que no nos gusta, porque lo necesitamos para “pagar las cuentas”, sin los ahorros necesarios para enfrentar el mercado unos meses por su cuenta cuando necesitan hacerlo, o sin un buen nivel de empleabilidad.
Sé que lo que propongo no es fácil y que hay muchas prioridades en la lista de necesidades de ahorro. Para tener realmente satisfacción y éxito profesional, es vital disfrutar de lo que hacemos y sentirnos muy cómodos trabajando en un lugar que nos estimule, y donde nuestra misión personal esté muy bien alineada con la propuesta de valor de nuestra empresa.
Y para eso, no estar atrapado por falta de dinero o pocas habilidades vigentes para renunciar cuando sea necesario es vital, es clave, debe ser una meta a lograr lo antes posible en nuestras prioridades económicas y de desarrollo personal.
Ahora, no se trata de ir cambiando de trabajo en trabajo solo porque creemos ser muy empleables y andamos en búsqueda de un lugar ideal o soñado. O porque nos rendimos a la primera dificultad sin ánimo alguno de perseverar o madurar ante la adversidad, si es el caso. Jamás sugeriría eso. Mi punto es estar siempre muy bien preparados en lo económico y en nuestro nivel de empleabilidad en caso debamos hacerlo. Siempre hay que tener un plan B, es decir, un plan de emergencia en caso que el plan principal se caiga por completo, y además, contar con un nivel de ahorro de dinero que nos permita poder trabajar -con tranquilidad- en nuestra recolocación. La idea es siempre conseguir un mejor trabajo con el que podamos continuar con éxito nuestra carrera profesional cuando lo queramos o necesitemos.
Por eso vale preguntarnos: y tú ¿tienes ya comprada tu libertad profesional?
Publicado en la revista América Economía, el 25/12/2018