Y los toros corrieron en el Hipódromo de Monterrico
No fue un mes morado cualquiera. Los limeños, aficionados de los toros, se fueron al distrito de Surco. Aquella tarde del 12 de octubre de 1981, la popular corrida de toros que siempre tiene gran acogida en este mes, cambió de lugar por un día; dejó las ferias y su histórica Plaza de Acho, para trasladarse a una improvisada plaza “El Nazareno” especialmente acondicionada en la Villa Hípica del sector de Caballerizas del Hipódromo de Monterrico.
El festejo taurino se realizó en homenaje al 35 aniversario del Sindicato de Vareadores y tuvo un gran público, fue “un lleno de bandera” describieron algunos diarios de la época, pues en las graderías no hubo ni un solo sitio vacío y muchos tuvieron que presenciarlo de pie.
Entre aficionados y curiosos, todos gozaron del espectáculo ofrecido por los matadores peruanos César Caro y Freddy Villafuerte y de algunos banderilleros como Víctor Fajardo “El Volador”, Alejandro Arrieta “El Tata” y Raúl Mendiola.
Asimismo, el ganado que lidió fue traído de la hacienda Chuquizongo, ganadería muy solicitada para las corridas.
La cita empezó a las 4 de la tarde y duró hasta la noche, y fue organizado por el empresario Guillermo Caro y Rafael Puga, ambos propietarios de la plaza portátil que venía recorriendo varios lugares del país llevando esta afición.
Al término de la celebración, el público quedó satisfecho demostrando que el lugar donde se realicé es lo de menos si hay un buen espectáculo.
Para muchos fue una velada taurina memorial tanto así que el evento convocó el entusiasmo de la prensa, pues al día siguiente quedó reseñado en las páginas hípicas y taurinas de algunos diarios y hasta hubo algunas portadas, como la que publicó El Comercio con el titular “Monterrico se vistió de luces”.
En los años posteriores ya no se registró algo parecido en las instalaciones del Hipódromo de Surco, al parecer los ojos de los empresarios apuntaron a otros lugares, a pesar del éxito obtenido.
Hoy los matadores de aquel entonces ya están retirados y convertidos en empresarios y representantes taurinos, quien sabe alguna vez se repita la experiencia para que ahora los aficionados más jóvenes también puedan disfrutarlo.
(María Fernández Arribasplata)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio