Martín de Porres: el más humilde de los santos
Hace 50 años Martín de Porres, hijo de una esclava liberta y un español, subía a los altares y se convertía en el primer santo mestizo de América. Aquel 6 de mayo de 1962, miles de fieles peruanos salieron a las calles para celebrar y honrar a uno de los santos más milagrosos y emblemáticos que estas tierras ha visto nacer.
Conociendo al santo de la escoba
No existe una imagen que nos indique a cabalidad cómo era Martín. Una escultura en madera hecha en el S XVIII, hallada por Aurelio Miró Quesada Sosa, es el documento gráfico más exacto para describir al santo.
En el momento que la escultura fue tallada Martín tenía 60 años. Pómulos altos, ojos redondos, cabello crespo y nariz un tanto elevada son los rasgos más saltantes del santo limeño.
Desde pequeño Martín amaba la naturaleza. Contemplaba con asombro los árboles y campos de cultivos de las haciendas limeñas. Tenía fascinación por observar cómo los productos del país crecían junto a los frutos traídos de España, como las cañas dulces y las espigas de trigo.
Cuando ingresa al convento dominico de Nuestra Señora del Rosario se dedica a cuidar y cultivar los jardines. Incluso viajaba a una hacienda que los padres dominicos tenían en Limatambo. El paisaje mestizo combinaba la belleza de las montañas con el olor a mar. Allí podía sembrar, caminar, rezar y curar sin que la vida agitada de nuestra joven capital lo perturbara.
Entre idas y venidas al campo y la ciudad es que ocurre una de las estampas más conocidas de San Martín: juntar a perro, gato y pericote alrededor de un solo plato. Sin embargo, este popular milagro no sería clave para su beatificación y posterior canonización.
Los milagros que lo consagraron como Santo
Para llegar a santo primero hay que ser nombrado beato. La Iglesia Católica encomienda a la Sagrada Congregación de Ritos evaluar al candidato quien para alcanzar la beatificación debe haber realizado dos milagros comprobados de acuerdo con los procesos apostólicos. En el caso de Martín de Porres se presentaron numerosos milagros, siendo los dos siguientes los más aceptados.
El primero fue el concedido a Elvira Moriano quien, según los médicos, perdería la visión del ojo derecho debido a una herida provocada cuando chocó contra una ventana. Un padre dominico le envió una reliquia de Fray Martín y le pidió se encomendara a él. A la mañana siguiente, su ojo estaba sano. Veinte testigos además del informe médico daban por verdadero el celestial hecho.
El segundo milagro comprobado fue el del niño Melchor Varanda, quien cayó del techo de su casa y se rompió el cráneo. Mientras los médicos daban por desahuciado al menor, la afligida madre clamaba la ayuda de Fray Martín. Al día siguiente, el pequeño se levantó como si nada hubiera pasado. Cinco personas corroboraron el hecho.
Para su canonización, la búsqueda de milagros traspasó nuestras fronteras. La Sagrada Congregación de Ritos aceptó dos casos ocurridos en Paraguay y España.
El primer milagro fue concedido en 1948 a Dorotea Caballero que había sido desahuciada por los médicos, pues no podía ser operada del estómago debido a su avanzada edad. Al encomendarse a Fray Martín sus males desaparecieron y logró vivir hasta los 91 años.
El segundo milagro lo recibió el niño Antonio Cabrera Pérez de cinco años, el cual tenía gangrena en la espalda y en el dedo pulgar del pie izquierdo así como severas lesiones vasculares. La mano milagrosa de Fray Martín se hizo sentir en 1958 cuando Antonio quedó completamente curado.
La ceremonia en el Vaticano
El largo camino hacia la santidad culminó un 6 de mayo de 1962, cuando el Papa Juan XXIII lo proclamó santo durante una ceremonia en la Basílica de San Pedro, frente a miles de fieles entre ellos Antonio Cabrera y una delegación peruana que ocupaba un lugar relevante en presencia del Santo Padre.
Entre los devotos había barberos italianos que consideraban a Martín su patrono, pues el santo ejerció este oficio durante su juventud.
Para Juan XXIII Fray Martín era “el ángel de Lima”. Resaltó que sus tres principales virtudes eran la humildad, la penitencia y la caridad. También lo nombró el Patrono de la Justicia Social.
Fiesta en todo el país
Al mediodía fue la hora señalada para celebrar la canonización de Fray Martín en todo el Perú.
La capital amaneció embanderada. Los limeños festejaron y reventaron cohetones y bombardas. El sonido de las campanas se confundía con el ruido de las salvas de artillería y de los aviones a chorro.
El acto central fue el desfile cívico en el que participaron los colegios Nuestra Señora de Guadalupe, Alfonso Ugarte, Juana Alarco de Dammert, Mercedes Cabello, Pedro A. Labarthe, entre otros. También se unieron al homenaje las Fuerzas Armadas, las bandas militares de música, funcionarios públicos e instituciones religiosas.
En la Basílica de Santo Domingo, miles de fieles desfilaron frente al Altar Mayor donde estaba la imagen de Fray Martín.
Las banderas flamearon en Cusco mientras se realizaban misas en honor al nuevo santo. En Arequipa se dio una salva de 21 cañonazos y las campanas de las iglesias no dejaban de repicar.
Los aviones surcaron los cielos chiclayanos, mientras que en Ica las organizaciones religiosas repartieron velitas que serían prendidas durante el homenaje. Las sirenas del puerto y de las fábricas se escuchaban en todo Chimbote.
San Martín de Porres desde la óptica de Aurelio Miró Quesada Sosa y Víctor Andrés Belaúnde
Durante una conferencia sobre “Martín de Porres en el Arte y el Folclor”, Aurelio Miró Quesada Sosa expresó: “Hay un nimbo que rodea su cabeza en los altares. Pero junto a él hay otra luz, hecha con sus prodigios, sus curaciones y sus gracias, que han llegado al afecto popular, tanto como a la imaginación de los artistas y que envuelve la historia de Martín en una aureola de leyenda”.
Para Víctor Andrés Belaúnde el santo de la escoba es: “Nuestro caudillo, nuestro símbolo, nuestro jefe porque es para nosotros el lugarteniente de Cristo”.
La herramienta de trabajo de San Martín es la escoba que es, en palabras de Belaúnde, “símbolo de limpieza, de diligencia: limpieza de nuestras conciencias, limpieza de nuestras conciencias, limpieza de nuestros hogares y limpieza de nuestra Patria.”
Su vida y milagros en la gran pantalla
En 1961 se estrena la película española “Fray Escoba” protagonizada por el actor cubano René Muñoz (1938-2000). Su elección como San Martín se da de manera casual cuando estaba tomando un café en España.
A pesar de que interpretó otros roles en el cine y la televisión e incluso desarrolló una carrera como guionista, René nunca pudo desligarse de la imagen del santo.
Un mes antes de la canonización René Muñoz visitó Lima para promocionar la película causando furor entre los miles de seguidores quienes estaban asombrados por el gran parecido con el santo limeño.
(Lili Córdova Tábori)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio