Dame chocolate. Helado de chocolate.
Todo es bueno en el helado, ¿ok? Ok.
El helado entiende. El helado siempre está ahí. Quisiera escribirle un poema, darle besitos, dormir con un helado (*mala idea). Es tan gentil, generoso y perfecto que las palabras no alcanzan para expresar mis alabanzas. En realidad sí alcanzan -me sobran, porque lo amo con pasión- pero es mejor no pronunciarlas porque este post puede fácilmente caer en la categoría de Food Porn y veo entre las opciones de mi blog que aquella clasificación no se encuentra habilitada. Nota mental: corregir ese error inmediatamente, ¡viva el Food Porn, queridos lectores!
Una vez lo preparé siguiendo la técnica de una de mis tías. Había que congelar la lata de leche y luego batirla con el resto de ingredientes que uno quisiera agregar. ¿Les suena conocida esa técnica? Complicada (¿cómo diablos abría uno la lata?). En conclusión, nunca más hice helados y me dediqué a los brownies. Algo había que hacer antes de la llegada del cable.
Ah, equivocada estaba. No es en absoluto difícil hacer helados en casa. Solo había que preguntar a la persona indicada. Busqué respuestas en la maestra heladera de 4D, Ana María Bugosen. ¿Qué tal eso para un título de profesión?
-Hola, ¿qué tal? ¿y usted a qué se dedica?
-Soy maestra heladera.
*suenan las trompetas, se suelta el confeti*
Ana María me enseñó una receta base de helado de chocolate que se puede acompañar casi con cualquier cosa que el corazón desee. Solo hay que ser cuidadosos con los pasos.
La receta rinde de 4 a 6 personas. O 2 glotones felices.
Necesitas:
¾ taza de azúcar blanca
1 taza de leche
¼ cucharadita de sal
2 cucharadas de cacao en polvo
3 huevos
60 gramos de pastillas de chocolate (Ana María sugiere utilizar la marca Puratos de Belcolade al 64%. Los encuentras en Wong)
2 tazas de crema de leche
1 cucharadita de concentrado de vainilla
Mezclar azúcar, leche, sal y cacao en una olla a fuego medio-bajo, moviendo constantemente con un batidor de mano para evitar grumos. Retirar del fuego antes de que hierva.
Batir las yemas aparte. Añadir, gradualmente, aproximadamente media taza del chocolate caliente. Hay que mover rápido para que las yemas no se cocinen. Regresar esa mezcla a la olla y volver a fuego bajo, moviendo con el batidor hasta antes de que rompa a hervir.
Sacar del fuego y agregar las pastillas de chocolate. Mover muy bien para que se incorporen.
Vaciar la preparación -oscura y medianamente espesa- en un recipiente frío y refrigerar al menos por dos horas. Pasado el tiempo, sacar del frío y agregar la vainilla y la crema de leche.
Una vez incorporado todo, no es necesario esperar: puedes llevar la mezcla al congelador directamente. Déjala ahí toda una noche. A la mañana siguiente estará listo el helado para servirse. De preferencia, con una cuchara heladera.
Recuerda que esta es una base de helado de chocolate para acompañarla con lo que uno quiera. En este caso, cortamos brownies en trozos y los mezclamos con la preparación. Por supuesto que no nos quedamos ahí. Más gozo llegó en la forma de un fudge casero. Sé libre de bañar tu porción con lo que prefieras.
Otro tema importante: nunca se le debe agregar fruta fresca a la mezcla; es preferible añadirla sobre el helado ya servido. ¿Qué le va bien al chocolate mejor que ninguna otra fruta? Las frambuesas, claro está. Si vienen con moras, ¿quién podría quejarse?
Ahí lo tienes. Tan sencillo que no hay razones para no darse el gustito. Las gracias infinitas a Ana María por su increíble buena onda y, definitivamente, por su chocolate.
Las fotos son de mi chochera Jano Lavalle. ¿Ya vieron su chamba en Tahuano Foto aquí, no?
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