César Vallejo y el siglo XXI
La ucronía es un ejercicio intelectual. La vida sigue una línea, pero en todos los tramos los senderos se bifurcan. Usted elige una dirección u otra y elige también sus consecuencias. Asumamos que voltea a la izquierda y acelera el paso. Poco tiempo después se pregunta: “¿Y qué hubiera pasado si volteaba a la derecha? ¿Cuán diferente sería el presente? ¿Cuán diferente sería la Historia”
¿Se imaginan si César Vallejo hubiera nacido en el siglo XXI? Probablemente en el siglo que siga nadie sabría quién es César Vallejo. La soga y el palo con que le pegaban hubiera sido una vitrina de Crisol con el best seller de ocasión (Alejandra Baigorria ¿?) o algún post maléfico disparado desde una Colt, perdón, desde una Lenovo. Quizás la soga y el palo hubiera sido un Clemente Palma llevándole la contraria a sus versos desde una supervisitada cuenta de Facebook.
Hubiera asistido a la muerte de la poesía o, para sobrevivir (que es lo mismo que “vender”), hubiera virado hacia el inclemente rigor de la novela. El novelista Vallejo hubiera pagado su edición, lo que no haría su narrativa más vil o insincera (salvo alguno que otro parecer). Un coro de grandes y buenos escritores de la actualidad no existirían si no existieran las editoriales independientes .
Caminando por Jirón Camaná, el sufrido vate hubiera descubierto la muerte de la poesía en la preferencia de los jóvenes lectores, ávidos del último star book de autoayuda o del libro utilitario más común.
Bueno, Vallejo en el siglo XXI (no por menos grande) no sería escritor, sería un encorbatado y respetable bancario o un empecinado vendedor. Hubiera cargado sus chivas para hacerla linda lejos de su Rita de junco y capulí en la Lima neblinosa de todos los Otoños, que lo vería morir a sus pies.